Buceando..., Fruslerías — 30 de marzo de 2006

Desde la cárcel

por

Buceando en la Historia de la Filatelia 001

Publicado en Revista de Filatelia (nº 348, marzo 1999)


Revolución, delitos, corrupción política y filatelia.

Estos son los ingredientes de las dos cartas fechadas en la Cárcel de Madrid (1) en junio de 1856 la primera y el 28 de agosto de 1856 la segunda por el que fuera mayordomo del Conde de San Luis. Como es bien conocido, el Conde de San Luis ha pasado a la historia, entre otras cosas, como responsable de la introducción del sello adhesivo de Correos en España el 1 de enero de 1850.


La primera carta fue enviada por el correo desde Madrid el 6 de junio de 1856, dirigida a San Juan del Puerto, un pequeño pueblo cercado a Huelva, a mitad del camino hacia Niebla, al sur de Trigueros y al norte de Moguer

Comienzo de la primera carta fechada en el Patio Chico de la cárcel de Madrid

Ofrezco la trascripción refundida de las dos en una sola, ya que los textos, salvo las post-datas son muy similares. La trascripción es libre ya que, aunque se ajusta fielmente al contenido, es tal el cúmulo de faltas de sintaxis, de redacción y de ortografía, que una trascripción literal haría muy farragosa su lectura. Dicen así las misivas fechadas en la «Cárcel de la Villa» (prisión de Madrid) y una de ellas concretamente en el «Patio Chico» de dicha cárcel:

«Muy Sr. mío Don José Santa María:

Aunque no tengo el honor de disfrutar de su amistad, ante las muy buenas referencias que tengo de Vd. y dadas las circunstancias en las que me hallo sumido, me veo obligado a dirigirme a Vd. para revelarle un secreto; secreto que jamás había pensado participar a nadie hasta que yo, por sí solo, lo ejecutara. Sin embargo, desgraciadamente, me resulta indispensable tenerme que valer de Vd., en quien pongo toda mi confianza, en la seguridad de que no me descubrirá y menos abusará de mi desgracia.

Me encontraba yo en esta Corte durante la revolución de julio de 1854 como criado del Sr. Conde de San Luis. Vd. no debe ignorar el enorme destrozo que hicieron en la casa rompiendo y pegando fuego a cuanto veían. Ante tal situación me fui a la cámara de mi señor en la que tuve la fortuna de encontrarme una maleta que contenía una crecida cantidad de dinero y varias alhajas y papeles de sumo valor y que mi amo tenía preparada para su marcha al extranjero. Al encontrarme tan perdido como mi amo, salí marchándome de esta Corte con dirección a Huelva, ya que allí vivía un primo que podía indicarme cuál era el paradero de mi familia.

No obstante, antes de llegar a Huelva, paré y recapacité. Pensé que, al entrar en dicha ciudad sin documentación, podía ser detenido y me incautarían cuanto llevara. En un caso tan apurado me pareció que no tenía otro remedio que dirigirme al sitio que me pareciera más conveniente y enterrarlo y marcharme a obtener documentos que me permitieran caminar libremente. De esa forma  cambié de dirección fui hacia ese pueblo llamado San Juan del Puerto, condado de Niebla, y una legua antes de entrar en él encontré un encinar y en el lugar que creí más oculto y reservado de trabajos y de aguas enterré la maleta con todo lo referido, excepto una corta cantidad que saqué para mi gobierno. A continuación saqué papel y lápiz e hice un plano de todo aquel terreno para poder volver a recogerlo en tiempo más oportuno y evitar que me olvidara del lugar donde dejaba ocultos los mencionados intereses. Tras ello me marché a Huelva donde, efectivamente fui preso por carecer de documentos y me condujeron a Oviedo, ya que esa es mi tierra natal.

A los pocos días de encontrarme en Oviedo, hallándome una noche en el café tuve una discusión con un individuo de cuya reyerta resultaron dos heridos de gravedad, por lo que me hicieron preso de nuevo. Me han tenido en esa cárcel más de ocho meses y a continuación, no se cómo se enteraron que había sido criado del Conde de San Luis por lo que me condujeron a esta Corte.

Tenía la esperanza de que con estas zaragatas hubiera podido salir en libertad, pero está claro que no puede ser al haber ganado el partido político contrario.

Por eso me dirijo a Vd. Para ver si quiere que le mande el plano y demás instrucciones para encargarse de sacar cuanto he dejado confiado a la tierra.

Contésteme por favor a vuelta de correo, ya que por tan importante favor será Vd. recompensado con la tercera parte del tesoro.

Confiando en Vd. le deseo se conserve bien y mande como guste a éste que aguarda su pronta contestación.

Su afectuosísimo y seguro servidor que su mano besa,

Antonio de la Paz

La primera carta está firmada por David  Santiago y la segunda por Antonio de la Paz, dándose la circunstancia que la letra con la que han sido escritas una y otra pertenecen a diferente mano. Ello nos hace pensar que el criado del Conde de San Luis era un analfabeto que se sirvió de dos sujetos diferentes para que se las escribieran y utilizó seudónimos para no le pudieran descubrir.

 

Sello en seco estampado en el ángulo superior izquierdo de ambas cartas (2)

El texto no precisa de mayores comentarios. Por sí mismo podría servir de base para escribir el guión de una película de aventuras.

Las dos cartas, como he dicho, tienen prácticamente el mismo contenido. Sin embargo terminan con dos post-datas diferentes de extraordinario interés histórico-postal que comentaremos en el artículo del próximo mes.

 

José María Sempere
miembro de la Academia Hispánica de Historia Postal

Notas:
(1) La cárcel de Madrid se encontraba por aquellos años situada frente al convento de Santa Bárbara. Se trataba de un típico caserón de la segunda mitad del siglo XVIII construido por el arquitecto Ventura Rodríguez para la matanza de los cerdos. En él se salaban las carnes.


Matadero de cerdos del Saladero convertido en cárcel de la Villa a principios del siglo XIX

Su condición de saladero le confirió el nombre que mantendría desde su conversión en cárcel a principios del siglo XIX, hasta que, ante la vergüenza que significaba para la capital de España tener semejante centro penitenciario en el que se hacinaban los presos en condiciones nefandas, se construyó la cárcel Modelo.
Cesó su uso, primero como cárcel y posteriormente también como centro judicial u correccional de jóvenes, en 1884 para ser demolido en 1885, en cuyo solar se construiría un palacio que hoy es la sede de una entidad bancaria.

 

(2)El sello en seco reza “GONSALVEZ/VILLARGORDO DEL JUCAR”. Modesto Gonsalvez era el propietario de tres fábricas de papel situadas a orillas del río Júcar en Villargordo del J¡úcar y Fuensanta.
En 1878 el arquitecto Antonio Martorell fue comisionado por la Junta de Gobierno de la Acequia Real del Júcar para reconocer los aprovechamientos irregulares de agua que se realizaban en las cuencas altas de ambos ríos. En su informe afirmaba: “Diríase al ver esta extraordinaria construcción, que dicho señor es, al mismo tiempo que de la fábrica, propietario también del río, que corta, desvía y maneja á su sabor, conduciéndolo entero al interior de su casa, empleándolo allí para fabricación, fuentes, riegos nuevos y en cuanto bien le parece, y devolviendo los restos al cauce, como sobra o residuo que se arroja hoy, y que tal vez se arrojará mañana con merma considerable; pues no es fácil prever hasta qué unto se estenderá el riego y empleos industriales, dado que se procede al parecer como si el mar y en él la desembocadura estuviera á 10 metros de la fábrica, sin aprovechamiento alguno intermedio.”

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(*)Tras la publicación de este artículo el amigo Eduardo Martín Pérez (estudioso de la Historia Postal, especializado en la de Ceuta) me remitió copia de su excelente artículo: EL PRESIDIO DE CEUTA: EL CORREO DE LOS CONFINADOS que había visto la luz en el nº 12 de la revista EL CORREO DEL ESTRECHO y que ilustra acerca del verdadero sentido con el que debemos interpretar el texto de misivas semejantes a las cartas antes comentadas. Nuestro agradecimiento por autorizarnos a reproducirlo en nuestra revista. (