ESPAÑA:
150 años de filatelia
150 años de falsificaciones
Buceando en la Historia de la Filatelia 014
Publicado en Revista de Filatelia nº 362 (junio 2000)
Como se sabe, a España le cabe el dudoso honor de ser el primer país en el que un sello fue falsificado. Corrían los primeros meses del primer año de vigencia del sello como medio de pago de los portes de las cartas, y ya se detuvo la primera carta que pretendía circular con un ejemplar falso del primer sello español, cuyos autores rápidamente fueron localizados, detenidos, encarcelados, procesados y condenados.
La rapidez en detener a los primeros falsificadores no fue obstáculo para que un par de años más adelante, 1852, fuese un preso de la cárcel de Granada el que lo intentara de nuevo. Seguirían con más éxito otras falsificaciones en 1853, 1854, 1856 y años sucesivos, alguna de las cuales fueron masivas y de uso generalizado en toda la península.
La primera falsificación fue elaborada por la impresión una de una plancha grabada a mano de forma muy burda. Más burda fue la segunda falsificación, la de 1853, en la que el autor utilizó el papel en el que había borrado el dibujo impreso de un sello que ya se había utilizado para dibujar a la acuarela el que pretendía hacer circular como auténtico.
A partir de estas fechas se suceden falsificaciones de mayor calidad, unas dibujan el sello falso de nuevo, otras lo reproducen por medios fotomecánicos, otras emplean planchas robadas de la Fábrica Nacional del Sello o elaboran las planchas a partir de una matriz de cera sacada fraudulentamente del cliché auténtico de la Fábrica Nacional del Sello .
Un caso peculiar es el de una de las falsificaciones de la emisión de 1870, en el que, con una excelente ejecución, el falsificador dibuja el sello sobre el propio papel de la carta. Hasta aquí estamos reseñando falsificaciones cuyo objeto final es el beneficio económico que reporta defraudar al servicio de Correos.
En nuestro país será durante el último cuarto de siglo cuando nazcan los sellos falsos filatélicos, es decir, lo que han sido fabricados con la finalidad de obtener una rentabilidad económica defraudando al coleccionista.
Y será en el siglo XX cuando vea la luz otro tipo de sellos falsos, falsos no porque pretendan sustituir, imitándolos, a los originales. Son falsos porque es falso que sean sellos. Este es el caso de viñetas o pruebas que han pretendido hacerse pasar por sellos de correos, cuando nunca lo fueron. De este fraude uno de los primeros ejemplos podría ser la serie de la Exposición de Industrias de Madrid de 1905, que actualmente Edifil cataloga como “sellos recuerdo”.
AÑO 2000. Correos protagonista
El año en el que conmemoramos el 150 aniversario de la primera emisión de sellos españoles, lo que nadie podía imaginar es que la ahora llamada Entidad Pública Empresarial Correos y Telégrafos, fuera la que nos “obsequiara” con nuevos sellos falsos, falsos porque es falso que sean sellos de correo oficial, como fueron presentados en sociedad a la prensa especializada hace unos meses (ver Crónica Filatélica nº 174, febrero 2000). Hablamos de los llamados sellos “S.F.” o del Servicio Filatélico.
“Correspondencia oficial es la relativa al servicio del Estado, procedente de una autoridad o corporación a quien se haya concedido el privilegio de franquicia y que está dirigida a otra autoridad o corporación también oficial”. Esta es la precisa definición que nos ofrece el “Diccionario de Filatelia” de Javier Padín Vaamonde, trabajo del más exquisito rigor que debería ser ineludible obra de consulta de quien quiera acercarse al mundo de la filatelia con un mínimo de rigor, de quien quisiera entender nuestro mundo y quien deseara evitar decir, escribir u obrar tonterías. Como es evidente una empresa como Correos y Telégrafos hoy no puede pretender ser una “autoridad o corporación del Estado”; otro caso era años ha, cuando se trataba de una Dirección General ministerial. Por ello es evidente que no se trata de sellos de correo oficial y el coleccionista, (que al igual que el comerciante está ya escaldado) ha hecho caso omiso a esos papelitos que ningún catálogo va a reputar como sellos de correo oficial.
De la misma forma que en casi todas las falsificaciones, cuando se quiere denominar a estas viñetas sellos de correo oficial, es un engaño que persigue un lucro o beneficio económico. En este caso se trata de que el coleccionista que las quiera obtener acuda al único cauce posible para lograrlo; abonarse al Servicio de Correos para adquirir las nuevas emisiones de sellos de España. Una curiosa práctica monopolística que pretende sustraer clientes filatélicos a Tabacalera y al comercio especializado.
A diferencia de otros ejemplos que he enumerado, no se dan aquí las aviesas o torcidas intenciones del falsificador habitual. Más bien se trata de un error, fruto de la falta de conocimientos filatélicos, a la hora de buscar una estrategia comercial. Una estrategia que no lo es de promoción, sino de competencia desleal. Aunque resulte más laborioso y difícil, más positivo sería mejorar la calidad del servicio u ofrecer nuevos servicios al coleccionista.
De siempre ha sido un problema en Correos la falta de personal especializado en Filatelia. En lugar de buscar amigos con los que efectuar consultas informales, compartir opiniones, comidas, regalos y subvenciones, estos problemas fácilmente podrían subsanarse por medio de un órgano de asesoramiento externo correctamente reglamentado.
Querido amigo Don Segundo José Mesado, como responsable máximo de Filatelia en Correos, los que amamos este coleccionismo le pedimos más seriedad y rigor. Basta ya de tantas tonterías. Grave fue la ausencia de Correos en el I Congreso Nacional de Profesionales de Filatelia y de negativas consecuencias será el divorcio con el comercio filatélico. Es hora de enmendar políticas erróneas. ¿Qué sentido tiene el que en la Gaceta Filatélica nº 1, como órgano de expresión de la próxima Exposición Mundial, nos ofrezca una entrevista a página entera con el destituido presidente de ANFIL? ¿Significa que a partir de ahora ya no está “castigada” solamente la otra asociación nacional de comerciantes de filatelia que hay en España (A.P.F.), sino también ANFIL? Es loable su fidelidad a las personas, pero las instituciones merecen aún mayor respeto. Y por encima de las instituciones, la Filatelia.