Buceando..., Fruslerías — 1 de septiembre de 2012

La goma de los sellos.

por

Buceando en la Historia de la Filatelia 003

Publicado en Revista de Filatelia (nº 350, mayo 1999)


Al tratar de ciertos problemas actuales, no caemos en la cuenta que algunos ya vienen arrastrados de desde hace muchos años. Si echáramos la vista atrás quizá pudiéramos extraer ciertas enseñanzas. Así estaba redactado el artículo que hoy comentamos una vez ha transcurrido prácticamente un siglo:

«Es costumbre ponderar la belleza de un sello nuevo cuando conserva su goma original y hemos visto que desmerece de su valor cuando no la conserva.He aquí, a este propósito, algunas dudas que conviene aclarar:

1º  Siendo un hecho que ciertas clases de goma, con el transcurso del tiempo estropean el color al sello y en algunos casos vienen como a quemarlo, ¿debe quitárseles la goma o no?
2º ¿No sería conv

eniente quitársela a sellos como el de España 1866, en los que por la finura del papel, la goma los resquebraja, y apenas son tocados, se rajan, pues parece la goma en estos sellos como cristalizada?.
3º Probado que la goma per

judica a ciertos sellos , ¿No sería conveniente quitarla sin que por ello disminuya su valor?
4º ¿No resulta muy aventurada la costumbre de decir si un sello tiene ó no tiene goma original?

¿Es nadie capaz de asegurarlo?. 

Pase la pretensión de los que a primera vista aseguran si un sello es bueno o malo. Hemos visto sellos con un montón de goma, otros que no hay quien los haga adherirse, unos con goma blanca y fresquita, otros con goma pasada, de pestífero hedor y amarillenta.

Vamos, que esto de la goma es mucha… goma, y aquí hago punto esperando otras opiniones más competentes» 

                  Angel Sáenz de Heredia

(Artículo publicado en la revista  nº 16 de «El Eco Postal», Madrid, enero – 1902)

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Cuando han pasado ya 97 años desde la publicación de este artículo, podemos fácilmente contestar alguna de las preguntas que formula y extraer alguna que otra enseñanza, como suele ofrecernos la historia cuando recurrimos a ella.

A las tres primeras preguntas la historia nos ha dado una respuesta contundente: a los sellos se les ha quitado la goma  (en un porcentaje elevado al sello clásico español, y de forma casi generalizada a los del período de Isabel II sin dentar). Es cierto que vemos muchos sellos con goma, pero muy rara vez es la suya original. Eso no ocurre, en cambio, con las emisiones de Alfonso XII en adelante.

En el sello clásico español cualquier aspecto de su calidad: color, márgenes, centraje, etc. es más importante que la goma. Nadie mira un clásico por detrás como se mira un sello moderno.

¿Se ha hecho correctamente o no?

Es cierto que un sello con su goma original (y no por tenerla, sino porque no ha sufrido la inmersión en agua ni en líquido alguno) suele ofrecer un aspecto de mayor calidad, ya que su color es más vivo y su textura más fresca. Pero también es cierto que ha sido más prudente y acertado renunciar en un grado a esos aspectos de calidad para lograr la conservación del sello puesto que está perfectamente probado que la goma de las primeras emisiones de España tenía tal solidez que los cambios de humedad las cuarteaban de tal forma que llegaban a resquebrajar e incluso a romper el papel. Así mismo la acidez de algunas gomas afecta a la conservación de los colores, pues penetra el papel (al cual también daña) y los altera. Por otro lado también es cierto que la composición orgánica de esas gomas favorece el cultivo de los hongos y bacterias que constituyen lo que en filatelia venimos a denominar «manchas de óxido» o «manchas del tiempo» que con los años también acaban por dañar irreparablemente las fibras del papel.

Así es como hoy en día hemos llegado a que al sello clásico español no le pidamos si tiene goma original o no, nos basta ya con que tenga buenos márgenes, buen centraje si en dentado, buen color y carezca de reparaciones o defectos para que lo podamos considerar de LUJO, esto es, de la máxima calidad.

Queda una última pregunta que formula Angel Sáenz de Heredia: ¿Es alguien capaz de asegurar si un sello tiene o no tiene goma original?. Para el clásico español la pregunta hoy carece de interés, pero no para el sello del siglo XX y en este sentido podemos responder que no existe problema para un buen experto, pero no así en general.

Para este período ha llegado a ser tan grande la diferencia de valor entre los sellos nuevos con goma original y sin señal de charnela y los que tienen alguna mancha o algún resto de papel o fijasellos adherido al dorso, que los defraudadores han corrido a cambiar la goma deficiente por otra impoluta, y si al principio se trataba de trabajos burdos, la dedicación a esta profesión (si es que podemos calificar como profesión la actividad del reengomador, una actividad orientada al fraude en ocasiones no directamente, pero sí a través de otros) ha mejorado la calidad de las imitaciones hasta hacerlas casi imposibles de distinguir sin los medios adecuados y conocimientos que sólo están al alcance del experto.

Pero el tema de las gomas en España en las emisiones del siglo XX merece que lo tratemos con mayor extensión y por eso a ello dedicaremos esta sección en la revista del próximo mes de junio. (ver  Buceando 006. Las cínicas filatélicas)