El mes pasado publicábamos en Filatelia Digital el artículo Precisar para no confundir. Era una llamada a ser rigurosos en base a los supuestos errores que contenía un artículo de la revista El Eco Filatélico y Numismático.
Después de leer el número de este mes, se pone de manifiesto la necesidad de insistir en que El Eco debe hacer autocrítica e intentar ser lo más claro y veraz posible en sus contenidos, porque el problema no es de un texto en particular, sino algo más o menos generalizado. Veamos algunos ejemplos de la revista de mayo con afirmaciones, términos o conceptos manifiestamente confusos, inciertos o mal expresados:
1.- En una amplia reseña se da cuenta de la conferencia pronunciada por el miembro de la Real Academia Hispánica de Filatelia David González Corchado sobre «La Organización Postal del Temple» (un tema que fue publicado en cuatro entregas en RF, la revista de Edifil.
Ya el título incorpora un concepto erróneo, porque no existió semejante organización postal. Según la RAE «organización» es una «asociación de personas regulada por un conjunto de normas en función de determinados fines» y como explica el propio autor, únicamente ha hallado testimonios de individuos que transportaron las cartas, pero en ningún caso de un organismo o institución.
La crónica añade: «A partir del estudio de antiguos documentos, David ha conseguido reconstruir la arquitectura de los antiguos sistemas de transmisión de la correspondencia creados por la Gran Orden del Temple» (sic) (…) Por lo general, la mayor parte del trabajo es una continua sucesión de supuestos, hipótesis, conjeturas, presunciones e interpretaciones en muchos casos, cuando menos, discutibles y efectuadas a partir de lo ya publicado anteriormente por diversos historiadores.
La difusa vaguedad en la cita de las fuentes por parte muchos contribuye a interpretaciones equívocas. Así sucede con quienes no dejan de hacer referencia a archivos de documentación medieval que jamás pisaron (entre otra razones porque es para ellos ininteligible la escritura de la época por carecer de los mínimos conocimientos de paleografía) y dan a entender que han estado una ingente cantidad de tiempo investigando en ellos.
Es necesario un Diccionario de Filatelia
Tampoco anda excesivamente preciso Jesús Sitjà en la entrega de la serie de este mes cuando denomina anulador al matasellos parrilla. En español el anular (como verbo) tiene cuatro acepciones y ninguna se ajusta al uso de un matasellos. La acción de un matasellos es inutilizar el sello o signo de franqueo sobre el que se estampa.
Y, por cierto, recordar al presidente de la Academia de Filatelia que el término matasellos es el mismo en singular y en plural. La palabra matasello no está registrada en el DRAE.
Esto viene a recordarnos de nuevo a todos la necesidad de reanudar la redacción de un Diccionario de Filatelia que años atrás inició la RAHF a instancias del anterior presidente, D. Ramón Cortés de Haro, y que por las causas que fuera quedó en el olvido sin nadie que relevara quienes iniciaron el proyecto.
Hablar de la parrilla de ensayo con cifra de Madrid es también un uso incorrecto del español; no es una «parrilla de ensayo» sino «un ensayo de matasello». Y si se quiere ser más concreto «un ensayo del matasellos parrilla con numero de Madrid» si seguimos la terminología de Sitjá.
Alimentando la confusión en torno a los sellos carlistas
Con el título El Sello Carlista de Valencia y la confusión de los Catálogos el profesor Gerhard Lang-Valchs primero pone de manifiesto la inexistencia de documento oficial alguno que avale el diseño de ese sello, y después repara las distintas imágenes con las que este sello ha sido reproducido en los catálogos a lo largo de la historia, imágenes en muchos casos discordantes para concluir en una duda generalizada sobre la autenticidad de los modelos defendidos por todos los autores.
La pobre filatelia carlista, tan vapuleada por las falsificaciones y manipulaciones, lo que necesita es claridad, no aportarle más tinieblas con nuevos nubarrones. Un estudio sobre el diseño de un sello que sólo contemple reproducciones, no parece consistente y si tantas dudas genera, antes de difundirlas sería más provechoso intentar resolverlas en diálogo con los estudiosos de la materia. En este sentido es de esperar la aportación que puedan hacer quienes son tenidos por especialistas en Filatelia Carlista; y aquí no puedo dejar de citar a Julio Peñas Artero, Eduardo Escalada Goicoechea y José Manuel Cerrato los tres académicos de la RAHF con discursos de ingresos sobre filatelia o historia postal carlista.
Por otra parte, Edifil como editora del catálogo de sellos impreso más generalizado y Fesofi por su magnífico catálogo digital permanentemente actualizado, debieran justificar el sello carlista de Valencia que cada uno de ellos referencia. Eso por no hablar de los comités de expertos.
El Eco Filatélico y Numismático es una publicación que se auto-define como la Revista Oficial de al Filatelia Española (nunca he conocido la justificación de este título) y como Boletín Informativo Mensual de Fesofi, y por eso debiera tener en su consejo de redacción unos responsables técnicos que velaran por la claridad y veracidad de sus contenidos.
(*) Rectificación: Con esta fecha (15 mayo 2017) y con el ruego de su publicación, David González Corchado me comunica el error que he cometido al no constatar cómo él mismo ya había hecho público en la conferencia que la carta de Jacques de Molay que no era un hallazgo suyo, sino de Beatriz Canellas y que sí la había reproducido en el artículo de RF. La causa del error (que no sirve de justificación) está en que la imagen publicada era sólo una parte del frente de la carta: otra muestra (esta vez para mi propio escarmiento) del detenido examen con el que se debe acometer el estudio de los temas históricos.