España, Historia Postal — 25 de julio de 2001

De ferrocarriles

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Por primera y única vez y a modo de introducción de esta nueva serie de artículos, diré que la Filatelia y más aún la Historia Postal proporcionan infinidad de datos y anécdotas ajenos al coleccionismo. Vamos a desempolvar algunos de ellos en esta nueva serie, revolviendo antiguos papeles que podrán resultar divertidos, quizá curiosos o dramáticos o posiblemente trágicos. Ellos nos hablarán de un pasado que entronca directamente con nuestras vivencias actuales, varias de las cuales resultará que no son tan novedosas como ingenuamente creemos.

Ya empiezo con el primer tema y nos situamos en la época:

Cataluña: entre los años 1856 a 1860 (1 de Septiembre) se construye el ramal de ferrocarril desde Granollers hasta Santa Coloma de Farners (la estación de esta última población está en la villa de Sils, a unos 8 km. de distancia) y entre los años 1860 a 1862 (3 de Marzo) se construye la continuación desde Santa Coloma de Farners hasta Gerona.

Ésta es la línea ferroviaria por el interior del territorio hacia la frontera francesa que, en sentido inverso y descendente hacia Barcelona, bifurca después de la estación de Sils, siguiendo uno el ramal en dirección a Granollers y el otro por el ramal de la costa, vía Mataró. Véase el mapa. (Fig. 1)

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Año 1860, 13 de Noviembre, el señor Antonio de Venero, residente en Barcelona y Administrador del Excmo. Sr. Duque de Medinaceli, recibe una carta procedente de Santa Coloma de Farners. (Figs. 2 y 3). Recordemos que la futura estación del ferrocarril en proyecto se situará en Sils.

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No encontramos la misiva propiamente dicha, pero abriendo la envuelta, vemos en el interior un indiscreto texto manuscrito que dice: «Remitir copia a Martínez de los insolventes y preguntarle qué tierra de éstos atraviesa el F.C.» (Ferrocarril). (Fig. 4)

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De su lectura, cabe deducir tres suposiciones:

1º – Que la consecución de estos datos se realizó particularmente para la confección de unas beatíficas estadísticas con fines económico-sociales.

2º – Que el Sr. Duque, a través de su Administrador en Barcelona, intentó obtener información de quienes eran los insolventes lugareños catalanes sobre cuyas tierras debía pasar el proyectado tendido del ferrocarril. Con estos datos se les haría saber, en un loable afán ético-filantrópico, que la fortuna llamaría pronto a sus puertas a través de la compra a buen precio de sus tierras de escaso valor y nula rentabilidad (se supone que debía ser así, caso contrario no trataríamos de gente menesterosa y por tanto insolvente).

3º – Que la información secreta recibida por el Sr. Duque desde Santa Coloma de Farners, a través de su Administrador, sirvió para recabar confidencias de un tal Martínez, presuntamente en favorable posición dentro de la empresa promotora M.Z.A. (Madrid-Zaragoza-Alicante). Esta información debía versar sobre cuáles eran los propietarios insolventes, posibles receptores de una futura oferta de compra de parte de sus tierras rurales. Con estos datos el Sr. Duque, a través de su fiel lacayo-administrador, pudo así anticiparse debidamente para adquirir a bajo precio unos predios con los que efectuar un lucrativo negocio mediante la reventa posterior totalmente garantizada.

Imaginemos, por un momento, cómo se hace más rico y menos noble, el rico y noble. Imaginemos la recompensa al plebeyo Martínez. Imaginemos a los pobres palurdos de provincias, igual de pobres pero menos palurdos por el golpe recibido y convirtiéndose en semillero de terribles desastres sociales futuros, como los hubo.

Si alguno de mis lectores se inclina por el supuesto 1º, puede ser tachado de simple palomo. Si hay quien se inclina por el 2º, puede ser considerado como un ingenuo. Si del 3º, puede ser acusado de malicioso.

Yo no creo que la rapacidad, la codicia, el fraude y el engaño sean ‘virtudes’ de nuestros días sino más bien todo lo contrario; pienso que tales cualidades forman parte del patrimonio genético de algunos especímenes del género humano, ya sean duques, villanos o palafreneros (entre otros oficios y condiciones igualmente dignísimos) y creo que este sentimiento es compartido por muchos, pero, ¿es posible que seamos mayoría los suspicaces?.

Me quedo con la curiosidad por conocer vuestras opiniones. Venga, email-me.

Y aquí termina este primer artículo que intitulo:

DE FERROCARRILES

(Da igual de pantanos, de aeropuertos, de autopistas, etc.)