2001, Fue noticia — 6 de septiembre de 2001

¿Dónde están los sellos de España?

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(Publicado en el nº 1208 de «American Philatelist» del mes de septiembre de 2001)

Según los estudiosos de la literatura española, Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes,  ilustra la falta de adecuación de un idealista a la vida en el mundo real. Queremos creer que los ministros y funcionarios del gobierno poseen grandes ideales o por lo menos buenas intenciones. Pero, a veces, parecen no estar interesados o al corriente de lo que ocurre a su alrededor. El servicio postal de Estados Unidos es a menudo motivo de queja por parte de los coleccionistas americanos, como lo demuestran ampliamente las cartas de los lectores que se publican en el American Philatelist. ¿Cómo sirven o desatienden al filatelista otras administraciones postales?

Aquí en España, para el hombre de la calle, los sellos de correo dentados se han convertido en algo del pasado. Actualmente, muy rara vez se encuentran en las cartas. Por el contrario, las oficinas de correos ofrecen maquinas expendedoras de etiquetas de franqueo, incluso en la Administración Central de Madrid.

 

A menudo estas etiquetas son bastante atractivas, ya que ofrecen un diseño similar al de la tirada conmemorativa de los sellos dentados. Un ejemplo es la que complementaba la emisión de barcos de la época de 1998 (Scott 2939-2940). Por el contrario, del sello de García Lorca de 1998  existe una etiqueta correspondiente con un diseño y formato diferentes.

Desde el momento en que han sido utilizadas por correos, ¿no se han convertido también las etiquetas en artículos filatélicos? Sí, pero sólo pueden ser coleccionadas de manera satisfactoria en nuevo (***). Los coleccionistas deben dejar las etiquetas en su papel encerado traslúcido. Los filatelistas que prefieran coleccionar ejemplares usados, como yo, no están de suerte ya que las etiquetas se desintegran tras remojarse, incluso aunque sea por corto tiempo.

 

Un corto remojón en agua caliente es suficiente para producir desastrosos efectos, como se ve en la imagen de esta etiqueta de Félix Rodríguez de la Fuente.

 Los que guardan estos artículos usados deben, o conservar la cubierta completa, o recortarlos cuidadosamente, dejando la etiqueta en su soporte papel.

Redacté una protesta al Servicio de Filatelia ubicado en la Administración Central de Correos en la plaza de Cibeles de Madrid sobre esta triste situación. En su respuesta, el director me aseguró que los sellos estaban  disponibles señalando, además, de forma enfática que, “estamos encargados de la distribución de los sellos de correo para atender el conjunto de necesidades postales, lo que implica que nuestras oficinas están obligadas a tener a mano un stock para los clientes que prefieran esta modalidad de franqueo”.

Emocionado con la respuesta me dirigí de nuevo a la oficina de correos local, confiando en que ahora sí encontraría sellos a la venta. De nuevo fui defraudado. ¿Tendría que dudar de lo que dicen las autoridades?

El mismo funcionario me aseguró también que “las etiquetas usadas pueden ser despegadas de su sobre si se hace con las técnicas adecuadas, y estar en buenas condiciones para ser coleccionadas”. Decidí volver a poner en remojo otra etiqueta, con los mismos resultados desastrosos previsibles. Este funcionario a cargo del servicio filatélico ¿sabe de veras de qué va la cosa?

 Para añadir un poco de ironía al asunto, pude leer como divisa en una etiqueta que tuve que adquirir recientemente, “Calidad Postal”.

Todo esto no sería completamente descorazonador si el Correo Español no hubiera emitido una serie en 1998 conmemorativa de Don Quijote (Scott 2951a-l/2952a-l) con la finalidad de “anima a los niños a escribir cartas como un medio importante de comunicarse”. En el primer sello se puede ver a Don Quijote escribiendo una carta. Otros sellos muestran diversas escenas de la obra. El conjunto fue diseñado por el dibujante español Antonio Mingote a quien se le agradeció el trabajo otorgándole el nombramiento  de “cartero honorario”, título honorífico que sólo han recibido 5 personas en el transcurso del siglo XX.

La realización de esta emisión es fruto de un acuerdo con el Ministerio de Educación y Cultura “para introducir la redacción de cartas en los temas variados que se enseñan a la escuela”. El valor facial de estos sellos para estudiantes es de 20 pesetas, o sea 15 pesetas menos que el sello de 35 pesetas para una carta ordinaria. Dada la distribución preferencial de etiquetas lo primero que nos podemos preguntar es ¿dónde van a poder los estudiantes comprar estos sellos postales? ¿Se van a tener que poner todos en cola antes de que abran las dos ventanillas del Servicio Filatélico que existen para abastecer una ciudad de 4 millones de habitantes?

Más tarde, durante ese mismo año, pude ver esta emisión de Don Quijote a la venta en mi oficina de local correos, en Collado-Villalba, pero era ya durante el período de vacaciones escolares.

Sin embargo, no desesperemos porque no todo está perdido. Los sellos postales auténticos se pueden encontrar en los estancos, donde se vende el tabaco. De esta forma puede ser que el hábito de escribir cartas no sea el único que vayan adquiriendo los jóvenes estudiantes cuando acudan a comprar sus sellos.

Para sumar otra dificultad a la tarea de escribir cartas, hay que saber que el correo sólo se entrega una vez por semana y ocasionalmente dos veces (eso en una población situada a 20 millas de la capital). La semana pasada recibí 40 cartas de golpe y el cartero me sugirió que optara por contratar un apartado de correos en la propia oficina; tuve que morderme la lengua para no resultar insultante. En un país con un 16% de la población en paro, ¿no se podrían contratar más carteros para efectuar el reparto de la correspondencia?

Considerando el estado actual de las cosas, no es difícil imaginarse a los españoles del futuro sentados delante de sus ordenadores, fumando y mandando e-mails.

 

Notas:

(*) No obstante la publicación de este artículo corresponde a la revista de septiembre de 2001, el texto fue redactado dos años antes, el  año 1999 .

(**) El autor: Donald J. Landis es un miembro retirado de las Fuerzas Aéreas de los  Estados Unidos que vive en España. Es coleccionista de matasellos “ojos   de buey”, Bélgica y resto del mundo hasta 1927. Es editor de “The Belgiophile” y recientemente ha hecho reaparecer el BCCC Bulletin”

(***) Nota del traductor: Y aún en nuevo es también un problema su conservación, ya que la impresión del valor se degrada con el tiempo llegándose a borrar. Para evitarlo parece haber una solución: ponerlas en el congelador del frigorífico (¡¡??)