Fruslerías — 10 de abril de 2014

El «Bullicio de Madrid» del 2 de mayo de 1808

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Buceando en la Historia de la Filatelia 030

Publicado en Revista de Filatelia (diciembre 2011)

 

Debo agradecer a Ramón Cortés de Haro, conocido coleccionista que ha acumulado una gran cantidad de piezas de Historia Postal de Madrid, el haber podido estudiar la carta que hoy reproducimos en este artículo.

Volvemos con esta pieza a destacar lo importante que puede ser el texto más allá del valor que una carta nos ofrezca como ejemplar de historia postal.

Por el frente, que reproducimos más abajo, observamos que se trata de una misiva remitida a Francia, concretamente a Beziers. Junto a un “8” manuscrito que indica el porteo, aparece la marca “Bau. Gal./ ARM. D’OBSERV./ DES COTES DE L’OCEAN”, una marca rara que indica la unidad militar del ejército francés en España.

Fig 1-30En el interior comprobamos que la carta está fechada en Madrid el 1 de mayo de 1808. Su autor, un soldado francés que escribe a su padre, dice: “Le diré que entramos en la capital de España el 23 de marzo con el príncipe Murat al mando del ejército, tuvimos una buena acogida”.

Joaquín Murat (1767-1815) había participado en el golpe de estado de Brumario (noviembre de 1799) y acompañó a Napoleón como ayudante de campo en la campaña de Italia en 1796 y 1797. En la expedición de Egipto estuvo al frente de la Caballería y sus méritos le valieron el ascenso a general de división. Se casó con la hermana de Napoleón (Carolina Bonaparte), de ahí que en la carta el soldado francés se refiera a él bajo el título de príncipe. Con la esperanza de que Napoleón le concediera la corona de España actuó en nuestro país como su agente; sin embargo sería José Bonaparte el que más tarde sería nombrado rey, no obstante, Murat recibiría el reino de Nápoles como reconocimiento y gratificación por los servicios prestados.

Napoleón tenía en 1807, merced a sus campañas victoriosas, sometida plenamente a la Europa continental. Por el contrario Gran Bretaña se mantenía como su gran enemiga gracias a su gran superioridad en el mar. Por esa causa es por lo que el 21 de noviembre de 1806 dicta en Berlín el decreto de Bloqueo Continental . Por su parte Portugal mantenía su ligamen con Inglaterra fruto del tratado de Methuen firmado en 1703, por lo que se resistía a cumplir con los acuerdos de bloqueo ordenados por Napoleón. Esta es la causa que lleva al emperador a ordenar la entrada en España de un cuerpo de ejército bajo el mando del general Junot que había de invadir Portugal con el refuerzo de tropas españolas que actuaban como aliadas del país galo. La operación se llevó a término el mes de noviembre de 1807 sin mayor oposición de los portugueses que vieron como sus monarcas huían al Brasil. Sin embargo, bajo el pretexto de asegurar las comunicaciones de Francia con el ejército de Junot en Portugal, entre diciembre de 1797 y marzo de 1808 nuevos soldados franceses atravesaron la frontera y ocuparon las ciudades de San Sebastián, Vitoria, Burgos, Valladolid, Pamplona y Barcelona.

Uno de ellos es nuestro protagonista, el soldado que firma la carta. Es lógico que en ella diga “Le diré que no sabemos ni por qué ni cómo hemos venido a España”. En efecto: la ocupación de Portugal se había efectuado sin mayores problemas; España era una país amigo, y la prueba era el buen recibimiento que los soldados franceses habían recibido. Entonces, ¿cuál era el motivo por el que venían esas tropas?. La razón oculta de Napoleón era su decisión de intervenir totalmente en nuestra política destronando a los borbones y nombrando un nuevo rey de España.

El 19 de marzo de 1808 Carlos IV firmaba su renuncia a la corona en favor de Fernando, príncipe de Asturias y heredero al trono. Eran las últimas consecuencias del motín de Aranjuez en el que se detuvo preso a Godoy y que sólo la intervención de Fernando movido por la petición de sus padres impidió que fuera ejecutado para más tarde ser juzgado por la política ejercida como valido de Carlos IV.

A finales de abril el rey Fernando VII, con su padres y su hermano el príncipe Carlos María Isidro, se encontraban en la ciudad francesa de Bayona, a donde acudieron a instancias de Napoleón que pretendía reunir allí a toda la familia real española para obligarles a abdicar de todos los derechos sucesorios al trono español en su favor. A ello se refiere nuestro protagonista cuando escribe: “Hace más o menos 15 días el rey de España se ha marchado para encontrarse con su majestad el emperador y rey (Napoleón), cuya llegada esperamos de un momento a otro”.

Sin embargo en Madrid permanecían todavía personas de la realeza que Napoleón quería en Bayona como los demás. Se trataba de la ex reina de Etruria y Francisco de Paula, el hijo menor de Carlos IV, que contaba por aquel entonces con sólo 12 años de edad. La Junta de Gobierno se resistía a permitir la salida de más miembros de la familia real, pero Murat defendió su posición hasta lograr finalmente que la Junta aprobara su partida el día 1 de mayo, lo que debían hacer el día siguiente.

El pueblo ya desconfiaba de los franceses y estaba irritado por la marcha de la familia real. En la carta se dice: “Pero los ciudadanos de Madrid se han vuelto muy malos, se cometen altercados todos los días, esto es lo único que debemos temer”. El día 2 pudo partir la ex reina de Etruria; pero no ocurrió lo mismo con el infante Francisco de Paula. Desde primeras horas de la mañana la gente se había congregado frente a palacio. En un momento dado y al grito de “¡Traición! ¡Traición!, ¡Mueran los franceses!” la multitud destrozó en un instante el carruaje en el que debía haberse hecho el viaje. Murat envió a uno de sus ayudantes que por poco resulta víctima de las gentes. Eso bastó para que Murat enviara un batallón apoyado por dos piezas de artillería a repeler el motín; se abrió fuego sin previo aviso y produjo un gran número de víctimas.

Inmediatamente se difundió por Madrid la noticia de tan sangrienta represión y el pueblo se lanzó a la calle. Ese 2 de mayo de 1808 ha pasado a la historia como una fecha de referencia en la que comenzaba la guerra de la Independencia, una guerra que duraría hasta 1814.

En otra ocasión espero poder comentar una fantástica carta que posee en su colección de historia postal don Angel Bahamonde. Se trata del primer documento original que narra los hechos del día 2. También está escrita por un soldado francés e igualmente dirigida a Francia desde Madrid. Ese documento, que hasta el momento presente no ha sido nunca publicado, nos lleva a la inmediatez de los hechos, como hace, en su víspera, la que hoy reproducimos.

Hasta ahora el primer documento que se conocía, también de la colección del catedrático de historia don Angel Bahamonde, era una carta dirigida desde Zaragoza a Barcelona, del archivo Farguell y Canadell, fechada el día 20 de mayo; en ella se califica el alzamiento del Dos de Mayo como “el bullicio de Madrid”, lo que parece estar más en sintonía con la realidad histórica que lo que la política nos ha vendido. Más se trató de una algarada popular que una verdadera sublevación, ya que las tropas españolas no salieron de sus acuartelamientos (a excepción de una compañía que logró sacar el capitán de Artillería Pedro Velarde del cuartel de Voluntarios del Estado y del capitán  Luis Daoiz que custodiaba el parque de Monteleón). Tampoco las clases altas siguieron a la plebe. Pero la historia se nos la cuenta así.