La huella del falsificador, La voz del experto — 10 de noviembre de 2013

El poder de la imaginación

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La huella del falsificador 014

Publicado en El Eco Filatélico y Numismático

 

La imaginación al poder

En 1968 los grupos más activos del mayo francés popularizaron el célebre slogan “La imaginación al poder” atribuido a Karl Marx. Ese grito de guerra se universalizaría a través de las pintadas de las paredes universitarias dando a la frase un significado simbólico mucho más amplio del que pudiera tener en su expresión original. De hecho se banalizó llegando a coronar a la creatividad individual, a la imaginación, como justo y efectivo motor del cambio social.

Aunque de manera inconsciente, quizá el falsificador se imbuyera de esa exaltación de la creatividad individual para dar rienda suelta a su imaginación e inventar nuevas marcas prefilatélicas que jamás existieron en el ámbito de lo real. Sin embargo me parece que no llega a tanto la motivación del delincuente. Dos suelen ser sus principales objetivos: falsificar piezas para engañar a confiados coleccionistas y obtener pingües beneficios y, en segundo lugar, evitar ser descubierto.  Si lo que hace es “inventar” nadie le podrá reprochar elementos diferenciales en comparación a una marca original que nunca ha existido. Algunos piensan que donde no existe un original que haya sido imitado o copiado, no existe falsificación, pero no es así. Dar el matchamo de auténtica marca postal a una marca inventada es una falsificación, porque es hacer pasar por auténtico algo que no lo es, aunque no reproduzca, copie o suplante otra original.

En la revista “Información de Filatelia e Historia Postal” (primavera de 1973) del Círculo Filatélico y Numismático de Barcelona se reproducía por primera vez la marca JSG. Era un interesante artículo de Manuel Tizón firmado conjuntamente con Jorge Guinovart. Aunque el título del escrito era “Marcas prefilatélicas de Madrid”, también se cita la marca que ahora exponemos en las figuras 1, 2, 3 y 4 al tratar de marcas falsificadas.

 

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Fig. 1 – 18 de octubre de 1815

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Fig. 2 – 20 de marzo de 1816

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Fig. 3 – 12 de marzo de 1817

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Fig. 4 – 8 de marzo de 1818

 

La marca JSG

Las cuatro cartas están escritas en Reinosa por el mismo remitente y van dirigidas a Miengo, con idéntico destinatario y en años diferentes consecutivos: 1815 a 1818.

Miengo es un pequeño municipio de la comunidad autónoma de Cantabria en la costa del mar Cantábrico.

Actualmente la población de Miengo ha aumentado gracias al desarrollo turístico fundamentado en las posibilidades que ofrecen sus bellos parajes y playas  y contaba con 4677 habitantes en 2012; pero a mediados del siglo XIX era un lugar que apenas superaba los 1000 habitantes, incluyendo sus agregadas. Entraba y sacaba el correo por Torrelavega, a cuyo juzgado pertenecía. No tenía administración postal propia con uso de sello o marca alguna.

Las cuatro cartas en su frente indican el trayecto que deben seguir. Coincide con la ruta de postas que va de Madrid a Santander. Los únicos lugares en los que teóricamente se les podría haber estampado una marca postal sería en origen, en Reinosa (lo único ciertamente plausible) o en tránsito en Cartes (algo excepcional).  Efectivamente en Reinosa se sellaron pero con la marca de origen “REYNOSA/ MONTAÑAS”. En cuanto a Cartes no existe razón alguna para estampar una marca nueva ni lógica de ningún tipo para  repetir ese hecho a lo largo de cuatro años seguidos.

Por otra parte la estampación muestra que el sello JSG es de caucho, goma o materia blanda similar y no como en la época de madera o metal. A simple vista ya se observa que las tintas tampoco se corresponden con las de la primera mitad del siglo XIX, pero en este caso no es siquiera necesario estudiarlas para comprobar que se trata de una falsificación.

Tampoco las letras “J S G” responden a abreviatura alguna ni son las iniciales de ningún personaje que podamos identificar. Así el falsificador no se compromete con nada ni con nadie y se permite el lujo de añadirle un plus de interés pues le cabe la posibilidad de calificar la marca de “enigmática”, “desconocida”, “jamás vista hasta la fecha”, etc.

Las cualidades “inédita”, “no reseñada por ningún autor” o “cuyo significado hasta hoy no se ha podido descubrir”, cuando se aplican a una marca pretendidamente postal, así como para cualquier objeto de coleccionismo, resultan una tentación irresistible para los ávidos de encontrar gangas. Una marca de significado desconocido es como un pequeño tesoro escondido. Su incierto valor se puede multiplicar el día que se descubra su verdadero significado. Y muchos piensan “adquirámosla ahora que su precio es bajo para aumentarlo cuando las investigaciones nos descubran su verdadera realidad”.

También para “inventar” hay que ser un gran conocedor de la historia postal. De lo contrario pasa lo que con estas piezas, que por muy bonitas y bien elaboradas que pudieran resultar, se detecta la huella del falsificador porque no se pueden ubicar con coherencia dentro de la historia postal.