Al ojear los catálogos de filatelia editados en España y Francia donde se incluyen las emisiones de sellos para Andorra, en varios de ellos nos topamos con una primera serie andorrana fechada por unos en 1875 y en 1890 por otros. Se trata de doce valores a veces calificados como “carlistas” y otras como una emisión local, aunque todos los catálogos coinciden en que nunca llegaron a ser emitidos.[1]
Sin embargo se ha documentado la existencia de ejemplares obliterados con un matasellos mudo “carlista” e incluso de ejemplares sobrecargados.
¿Qué son realmente estos timbres? ¿Se trata únicamente de meras viñetas, sellos de fantasía o cinderellas como los llaman en el mundo anglo-sajón? ¿Son acaso el producto de un intento de comercialización fracasado de un avispado filatélico? ¿O quizás estamos realmente ante sellos oficiales que por alguna razón no llegaron a ponerse a la venta nunca?
Por otro lado, hay que preguntarse cómo pueden existir sellos andorranos oficiales en una época tan prematura, si por aquellas fechas no había ningún sistema postal propio en Andorra y hasta 1928 no se abrió una administración postal en los Valles.[2]
Explicaremos primero las circunstancias en las que nacieron. Después afrontaremos el problema de su auténtico “status filatélico”.
Vamos a adelantar los siguientes datos: Esta serie no había sido preparada para ninguna de las fechas indicadas en los catálogos ni tiene la más mínima relación con las Guerras Carlistas.
La situación del correo en Andorra
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX la mayoría de los estados europeos e incluso del resto del mundo, empezaron a organizar o reestructurar su correo con vistas a un creciente intercambio internacional de la correspondencia y se apuntaron al nuevo invento del franqueo por medio de sellos adhesivos.
Sin embargo, en Andorra todo seguía como antaño. El Consejo de los Valles (luego el Consejo General) había organizado a su costa un reducido y ocasional servicio a nivel oficial. Los particulares, de vez en cuando, se servían de él para cursar su correspondencia privada en el interior de los Valles. En cuanto al correo dirigido al exterior por medio de sus países vecinos, se valían de los llamados traginers, muleros, arrieros, y demás gentes que transitaban con cierta regularidad por aquellas tierras desde los pueblos fronterizos vecinos a los cuales entregaban sus envíos para depositarlos en las oficinas de correo de la Seo de Urgel o de Tarascon (más tarde en Ax y Hospitalet) o incluso para conducirlas directamente al destinatario. Las precarias vías de comunicación en la parte francesa, cerradas a veces más de medio año por la nieve, no facilitaban el trabajo.
Durante la tercera y última Guerra Carlista (entre 1873 y 1876) Andorra estuvo postalmente semi-aislada de España. Gran parte del Pirineo estaba dominado por carlistas y rebeldes, pero no tenían organizado un correo propio más o menos eficaz como fue el caso de Navarra y el País Vasco.[3] Los andorranos y en particular los muchos refugiados en Andorra carecían de un acceso seguro al correo español. La Seo de Urgel era además un bastión carlista hasta el final de la guerra en Cataluña tras su caída el 19 de noviembre de 1875.
En esos años el Consejo General se había encargado de organizar y costear un servicio postal hacia Francia por medio de peatones.[4] Como, al final de la guerra, los franceses no mostraron ningún interés en hacerse cargo del servicio, los andorranos lo dieron por terminado.[5]
Una vez restablecida la paz, España reanudó su servicio postal para los Valles que, mientras tanto, había sido reconocido por la Unión Postal Internacional[6] (estatutos de 1874).[7]
En 1877 España amplió ese servicio peatonal entre la Seo de Urgel y Andorra nombrando a su costa una persona en la capital de los Valles para la venta de sus sellos, la recepción y distribución del correo entrante y para guardar y entregar el saliente. Todo ello quedó reflejado en las actas del Congreso Postal de Paris de 1878.
Francia se preocupó por primera vez de Andorra tras los acontecimientos revolucionarios de 1880/81, y empezó a diseñar una nueva política consistente en la adopción de medidas concretas para desarrollar las infraestructuras de los Valles. La instalación del telégrafo y de una oficina de correo en la capital formaron parte de esa iniciativa.
La oficina de correo abriría finalmente sus puertas el 19 de septiembre de 1882. El jefe de la oficina no era andorrano, como querían ellos, sino un francés y para colmo, militar. Las protestas andorranas y probablemente también su boicot, obligaron a los franceses a cerrarla:[8]
En el contexto de la reorganización de la administración francesa para Andorra se nombró en 1882 como Delegado Permanente del copríncipe francés de Andorra al prefecto del Departamento de los Pirineos Orientales en Perpiñán; y la Veguería fue trasladada a Prades. Para la administración y los asuntos internos de ésta, se creó en 1885 un servicio de correo propio. Dependiendo de las condiciones climáticas, recogía y entregaba el correo en Hospitalet, Porté o Ax o, cuando esa ruta no era viable, en Bourg-Madame.
La Veguería toleraba que los carteros condujeran la correspondencia privada. Como reflejan varios documentos existía siempre un cierto recelo a que los españoles pudieran protestar por ese servicio extra-oficial por ser una cierta competencia al suyo, algo que, por cierto, nunca llegó a suceder.
A principios de la última década del siglo Antoni Moles era el Síndico General de los Valles de Andorra. La actividad desarrollada por la nueva Sindicatura con el apoyo del Consejo estaba dirigida principalmente al restablecer las franquicias aduaneras españolas del año 1867. Para lograrlo tuvieron el apoyo del ex-ministro español Carvajal y Hue ante los diferentes gobiernos de la época.
Plácido Ramón de Torres y su proyecto para el Consejo
Carvajal y Hue, ex-ministro y diputado en Cortes por Málaga, además de ocuparse en recuperar la franquicia total para las exportaciones e importaciones andorranas, también aconsejaba en otros temas a la Sindicatura. Una de las ideas que surgieron en este contexto, incluso probablemente sugerida primero por el obispo de la Seo de Urgel en 1891,[9] era la de crear una administración de correos con sellos propios de los Valles. El ministro recomendó a ese propósito a un compatriota suyo, comerciante filatélico por entonces residente en Barcelona: Plácido Ramón de Torres.[10]
Ramón de Torres se puso en contacto con Antoni Moles para proponerle crear un servicio postal andorrano y la emisión de sellos propios resaltando los múltiples beneficios de semejante empresa. No obstante, el Consejo General rechazó la solicitud correspondiente.[11]
Otto Bickel y su propuesta
Poco después hizo su aparición en Andorra un alemán, Otto Bickel, también comerciante filatélico, que había organizado unos años antes el correo de San Marino.[12] Propuso así mismo organizar un servicio propio de correo andorrano, pero el Síndico le mandó a Perpiñán a dar las oportunas explicaciones de su proyecto. Finalmente también sería rechazado.
Al parecer el síndico ya tenía en marcha su propio proyecto, y no rechazó rotundamente la oferta quería tantear la reacción francesa cuyos argumentos para el rechazo fueron que Bickel era extranjero y la necesidad de poner esmero en el diseño de una supuesta serie andorrana amén de la sospecha, no del todo infundada en éste caso, de que se trataba de un proyecto principalmente comercial.
La “iniciativa Plá”
Plácido Ramón de Torres, malagueño de nacimiento, pero ahora afincado en Barcelona, era un personaje controvertido dentro del mundo del comercio filatélico de la época. Editor de uno de los primeros catálogos de sellos a nivel europeo y del primer álbum de sellos con casillas para su colocación en España había sido y sería también un falsificador de sellos bastante diestro además de autor de otros dudosos negocios en todo el mundo que le llevaron incluso ante los tribunales por presunta estafa.[13] No está claro cómo siguió la cuestión, pero parece que Plácido Ramón de Torres no tiró la toalla e insistió.[14] Una posibilidad es que Antoni Moles encargara a Francesc Plá que se ocupara del tema y lo llevara adelante para presentarlo más tarde otra vez en el Consell. Otra es que Plá decidiera hacerse cargo de esa propuesta por cuenta propia. Tampoco sabemos si el abogado barcelonés Armengol Dallarés[15] participaba desde un principio con Plá y le asesoraba o si intervino más tarde, cuando el proyecto estaba ya a punto de fracasar. La cosa es que a Plácido Ramón de Torres se le encargó la confección de unas muestras (ensayos) para lo que iba a ser la primera serie de sellos de correo de Andorra.
Sea por encargo de Moles o de Plá, se puso manos a la obra y presentó una serie de ensayos, en parte desconocidos hasta hace poco por el mundo filatélico.[16] Con algunos cambios y rectificaciones fue impresa una serie de 12 valores en 1895 en la imprenta barcelonesa de Tomás Torrebadella. Los distintos valores faciales de los sellos cubrían todas las necesidades posibles de una oficina postal en España.[17]
Por último, la propuesta presentada por Plá a finales de 1895 ante el Consejo General no incluía solamente la edición y puesta en curso de los primeros sellos andorranos para el uso interno e internacional sino también la instalación de toda una administración postal propia.[18] Además enfocaba la adhesión de Andorra a la Unión Postal Universal y la lógica solicitud de reconocimiento de sus sellos para el franqueo dentro de las normas de la Unión Postal establecidas. Por cierto, antes de que Francesc Plá presentara su propia solicitud de concesión de un servicio postal para los Valles de Andorra al Consejo General en noviembre de 1895, otro señor había presentado sin éxito una tercera propuesta en el mismo sentido.[19]
La decisión sobre la solicitud fue aplazada y la información se filtró al prefecto de Perpiñán que, a su vez, informó a su superior, el ministro del Interior, dejando muy claro su oposición al proyecto por las implicaciones políticas internacionales que podría tener.[20] El ministro también lo vio de la misma manera y negó su conformidad, sin embargo, parece que la noticia de esa decisión nunca llegó a Andorra.
Al final, el 1 de septiembre el Síndico general y Plá parecían haber preparado bien su iniciativa postal. Se presentó una solicitud renovada a los consejeros que la aceptaron unánimemente. El Consejo estaba dispuesto a introducir una administración postal propia con el uso de los sellos andorranos presentados cuyos beneficios pensaba invertir en la construcción de carreteras.
Unos días más tarde llegó al ministro del Interior en París la petición oficial andorrana acompañada de varias hojitas impresas con la nueva serie de sellos pegada. El envío contenía, además de las solicitudes correspondientes dirigidas a la UPU en Ginebra y firmadas por el síndico pidiendo la adhesión de Andorra a la organización, un poder para que el ministro del Interior representara al Consejo General ante la Sede de la UPU en este asunto.[21] La iniciativa no tuvo una contestación inmediata de París, sino que dio paso a una nota “consultiva” por parte del ministerio del Interior dirigida a la Dirección Política en la que se analiza el caso y sus posibles implicaciones políticas en términos bastante benévolos.[22]
Seis semanas más tarde, el síndico no había recibido respuesta, por lo que se dirigió de nuevo directamente al ministro del Interior recordándole la cuestión pendiente. Quince días después seguía sin recibirse contestación alguna, y Antoni Moles se dirigió esta vez al prefecto insistiendo en que se le participara la decisión. El prefecto volvió a informar a Interior resaltando una vez más las posibles complicaciones que pudiera producir una respuesta positiva. Esta vez la reacción fue inmediata: desde París se reafirmó la negativa dada ya a principios de año.
Plá y el Consejo General no se dieron aún por vencidos. Cuatro semanas más tarde el abogado barcelonés Armengol Dallarés[23] retoma la propuesta de forma ligeramente modificada. Propone un correo interior andorrano cuya organización interna ya está totalmente diseñada: oficinas de correos en todas las parroquias y carteros que distribuyen a domicilio pagados por el Consejo. El sello de 5 céntimos de la serie presentada hacía cuatro meses se encuentra pegado en la carta dirigida a París lo que nos confirma que no se trata de una nueva iniciativa sino de la continuación de la misma bajo unas condiciones ligeramente diferentes.
Como consecuencia de la negativa, esa serie de sellos preparada para su emisión no llegó nunca a venderse al público y no llegaron a crearse ni el servicio postal con Francia ni el interno.
Nótese cómo todas las solicitudes fueron dirigidas exclusivamente a la parte francesa, ninguna a la administración postal española o al obispo de Urgel.[24] Éste se enteró de las intenciones andorranas probablemente por la prensa y reaccionó con mucha indignación.[25] A través del ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid se comunicó la prohibición de que los andorranos hicieran uso de sus sellos. En caso de no obedecer esa disposición la parte española acordó con el obispo la nulidad de cualquier franqueo con sellos andorranos y el consiguiente rechazo de cualquier envío entregado de esta guisa.[26]
Después de lo explicado resulta obvio que la fecha de la prevista puesta en circulación de esta serie es el año 1896, incluso el 1897 si se tiene en cuenta el trámite oficial que hubiera supuesto la presentación de los sellos en la UPU. También es lógico que nunca pudo haber circulado legítimamente ningún sello de esta serie. O sea, cualquier matasellos o cancelación que lleve alguno de ellos tiene que ser a la fuerza una falsificación. Lo mismo hay que decir de algunos sellos de esta serie que llegaron al mercado filatélico con sobrecargas más que sospechosas.
El problema del “estatus filatélico”
Queda por último la pregunta de cuál es el “estatus filatélico” de esos ejemplares impresos el año 1896. No se trata de viñetas o sellos de propaganda; sobre esto no hay dudas. Tampoco son cinderellas, sellos de fantasía o sea, sellos de países imaginarios, ni se trata de falsos filatélicos o falsos postales, sellos hechos para estafar al coleccionista o a la administración de correos. Sin lugar a dudas se trata de sellos no emitidos. Son indudablemente sellos andorranos hechos y pensados para una administración postal andorrana. Fueron aprobados por el Consejo General, supremo órgano administrativo de Andorra. Pero la cuestión es sí se pueden considerar productos oficiales o no.
Con esa pregunta nos metemos de pleno en camisa de once varas, en lo que era la question d’Andorre, un problema que nunca se solucionó como tal. Entramos en un lío político-jurídico que sólo tuvo una salida cortando el nudo gordiano de la «question d’Andorre» al consensuar la constitución andorrana del 1993 entre franceses, españoles y andorranos.
Habría que encontrar una respuesta clara a preguntas como:
– ¿Los andorranos tenían derecho a un servicio postal propio regido por ellos mismos?
– ¿Se tendría que haber limitado a un servicio interior o también podría haber incluido éste la proyección hacia fuera?
– ¿Los co-príncipes tenían derecho a bloquear o prohibir tales iniciativas?
Son cuestiones difíciles de contestar porque eran el resultado de una situación y realidad política feudal y medieval que había sobrevivido los cambios políticos y había llegado a los tiempos democráticos y modernos para los que en muchos puntos no era compatible ni estaba preparada. Era tan difícil que ni hoy en día la realidad ha podido encontrar una solución “normalizada” a este asunto. Incluso según la Constitución Andorrana de 1993, los Valles siguen siendo administrados postalmente por Francia y España.
Por consiguiente, al parecer, la pregunta debe quedar sin una clara respuesta. Andorra era y en parte lo sigue siendo, un caso único en el mundo por su particular historia y su sistema postal, imposible de integrar en los esquemas del pensamiento moderno.
Abreviaturas:
AMU= Arxiu de la Delegació Permanent de la Mitra d’Urgell
AMAEF=Archives du Ministère des Affaires Etrangères de la France
ASC=Arxiu de les Set Claus
Notas:
[1] El Catálogo unificado y especializado de sellos de España y dependencias postales, editorial Edifil dice a propósito: “Esta emisión fue aprobada oficialmente y no se puso en circulación por desacuerdo con Francia.” Lo que no dice es quién aprobó estos sellos.
[2] Para ser exacto del todo hay que excluir las dos o posiblemente cuatro semanas del año 1882 en los que existió una oficina postal francesa en la capital andorrana.
[3] Véase a propósito Eduardo Escalada Goicoechea: La Organización del Correo Carlista (1873-1876), Madrid 2000.
[4] Hasta ahora siempre se creía que este servicio fue organizado por los franceses, cosa que desmiente claramente el Síndico General en su carta al prefecto del 6 de julio de 1882 recordándole los antecedentes del conflicto de entonces. AMAEF, Andorre, CPC, tome 8, nº 30.
[5] Ibidem.
[6] La Unión Postal Internacional, fundada en 1874 en Berna, fue una especie de organización precursora de la Unión Postal Universal (UPU). En el Congreso Postal de París de 1878 se ratificó el convenio de Berna. Aparte de los 22 países fundadores firmó también Francia éste convenio en cuyo apartado XL, párrafo 4 aparece Andorra “…como dependiente[s] de la Administración española de Correos.” Los únicos cambios que se hicieron en éste párrafo hasta en Congreso Postal de Londres de 1929 se refieren al nombre del territorio andorrano que pasó por tres versiones diferentes.
[7] España mantenía ya desde hacía tiempo un servicio postal para los Valles de Andorra, cosa que hasta ahora no ha sido publicada ni documentada. Baste aquí referirnos a un mapa del año 1860 que demuestra sin lugar a dudas la existencia de un servicio español anterior a lo que se solía creer: Carta de correos y postas de las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona trazada por la Dirección General de Correos.
[8] François Dupré : L’établissement d’un bureau de poste français à Andorra la Vella le 19 septembre 1882 … reste sans lendemain ! » Aquí… Andorra, Revue Encyclopédique des passionnés de l’Andorre, nº 5, abril 2012, pág. 25-28.
[9] Parece que el obispo llegó incluso a proponer el motivo de los sellos, el escudo de armas del coprincipado. AMAEF, Andorre, Z 70, copia traducida de la solicitud de Francesc Plá del 25.11.1895 y carta de Antonio Moles al Ministerio de Asuntos Exteriores del 1.9.1896 [Los documentos de éste fondo están sin clasificar.]
[10] ASC, segle XIX, 3406, carta de Carvajal y Hue a Antonio Moles del 13.3.1893
[11] ASC, segle XIX, 3405, carta (¿del secretario?) del Consejo a Plácido Ramón de Torres del 27.3.1893. El documento parece ser el borrador y no lleva firma.
[12] Véase el artículo Otto Bickel i a seva iniciativa postal de 1893 en Papers de Recerca Històrica 6, pág. 8-10.
[13] José Majó Tocabens, Andrés Majó Díaz: Postas y Filatelia en Barcelona del XIX, Barcelona 1975, pág. 98-107.
[14] ASC, segle XIX, 3404, documento sin fecha, por las referencias que hace el texto tiene que ser del otoño de 1893 o incluso del año siguiente.
[15] Armengol Dallarés Moles, era andorrano de origen y posiblemente emparentado con el Síndico General, había estudiado Derecho, cogió la nacionalidad española en 1887 [BOE, nº 301, 28.10.1887, pág. 292, col. 2], ejerció en aquellos años de abogado en la capital catalana [Archivo de la Cámara de Abogados de Barcelona, dossier (=ANC 440), Dallarés Moles, Armengol.] pero no había perdido el contacto con Andorra [ASC, segle XIX, 4669]. Más tarde pediría también una concesión de tabaco del Consejo General.
[16] En el catálogo de la casa de subastas barcelonesa Soler y Llach de la primavera de 2012 se ofrecieron y vendieron los 15 sellos entonces presentados. Hasta la fecha se habían conocido tan sólo cinco ensayos diferentes que están en manos de un coleccionista andorrano y que están descritas en el Catálogo Especializado Philandorre.
[17] No hay tener en cuenta de que en una oficina de correos en toda regla no solamente se entr egaban cartas normales sino también cartas certificadas, paquetes, envíos de valores declarados, etc.
[18] AMAEF, Andorre, Z-70-5, traducción de la carta de Francesc Plá del 25 de noviembre de 1895 al Conejo General. Aconsejado por el Consell o por Antoni Moles, Plá por lo visto había retirado su propuesta para volver a presentarla más tarde.
[19] Una historia recientemente desenredada es la de los sellos o mejor dicho ensayos de Henri Douchet. El francés había dirigido el 12 de enero de 1895 [ASC, segle XIX, 2832] una extensa y bien pensada propuesta tanto al Consejo General como al obispo. No sabemos nada de una respuesta por parte del Consejo. Por parte del obispo conocemos el resultado final: los muy bonitos ensayos de Douchet. Véase la foto adjunta y Henri Douchet i les seves relacions amb Andorra, Papers de Recerca Històrica 8.
[20] AMAEF, Andorre, Z 70-5, carta del prefecto de Perpiñán al ministro del Interior del 22 de enero de 1896.
[21] Ibidem, Varias cartas del Consejo General al ministro del Interior del 1 de septiembre. Por cierto, la oficina de la UPU estaba en Berna.
[22] Ibidem, Note pour la Direction Politique, 29.9.1896.
[23] Ibidem, carta del prefecto a su superior del 29 de diciembre de 1896.
[24] La unidad monetaria impresa en los sellos de valor mayor es la peseta, no el franco. [Los céntimos de los valores pequeños se podrían referir tanto al franco como a la peseta.] Esto hace pensar que el proyecto inicial de Plá era diferente y se adaptó a la mayoría del Consejo General.
[25] La indignación se debió a que él estaba preparando junto con el ya mencionado Henri Douchet tenía una visión muy particular de su papel político y se consideraba si no soberano único sobre Andorra, superior a su co-soberano francés con el que, según los Pareatges, compartía derechos iguales.
[26] AMU, Serveis públics, 2.Correus (1892-1928), 1411003-009.