La huella del falsificador, La voz del experto — 30 de octubre de 2014

Falsos errores de color

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La huella del falsificador 35

Publicado en El Eco Filatélico y Numismático

 

Todas las falsificaciones tienen el mismo objetivo: conseguir, a partir de unos medios con un coste relativamente bajo, producir una pieza final de mucho mayor valor si se pudiera ser considerada auténtica.

A lo largo de esta serie vamos desgranando falsificaciones de las más diferentes clases. Desde la pieza con todos sus elementos falsos hasta los que en parte son auténticas y en parte no. Desde un frontal de carta prefilatélica, carente en sí mismo de valor, en el que únicamente se han escrito textos manuscritos para convertirla en un frente de certificado, hasta las sofisticadas falsificaciones de Jean Sperati, pasando por un largo etcétera. En unas se añade un detalle (por ejemplo un matasellos raro a un sello, o en una carta que carecía de él, o se perfora un sello con un dentado que no tenía), en otras se esconde o quita un elemento del sello (eliminando un matasellos, quitando un taladro). Hoy denunciaremos una manipulación de esta última especie: eliminar un elemento ya sea para hacerlo desaparecer o convirtiéndolo en otro diferente.

Desde los principios tiempos de la filatelia el coleccionista ha apreciado los errores y las variedades de los sellos, es decir, las alteraciones de las características normales o estándar de la emisión. En principio error y variedad son términos referidos al mismo concepto y su única diferencia es de grado. Se considera un error como un cambio más importante o sustancial y se aplica el término variedad a las alteraciones de menor entidad o que no afectaban a aspectos sustanciales del sello comunes a la generalidad de la emisión. Lo mismo debe entenderse de otras piezas filatélicas distintas a los sellos como pueden ser los enteros postales.

Entre los diferentes tipos de errores uno de los que siempre han sido más apreciados son los errores de color. No es en vano que la pieza de mayor prestigio de la filatelia española sea el célebre 2 reales azul de 1851. Consecuencia de ese atractivo que por ellos han tenido y tienen entre los coleccionistas, basta comprobar los altos precios que alcanzan en las subastas.

No es nueva la existencia de esta clase de falsificaciones. El dos reales azul de 1851, tras su descubrimiento en 1867 por el celebre coleccionista W. A. Westoby, fue reputado como falso por muchos autores y como una prueba por otros hasta que muchos años después acabara por reconocerse universalmente como un auténtico error de color[1].

Dos son las clases de error posibles en la impresión de un sello: la omisión de un determinado color por carencia de una de las tintas, y el cambio de color por sustitución de una tinta por otra. El caso del 2 reales del 51 pertenece a esta última clase y es conocida la razón por la que fue impreso en color azul en lugar de rojo.

Veamos ahora alguna muestra de la producción falsa consistente en errores supuestamente causados por la falta de una tinta durante su impresión, pero que en realidad consisten de borrarla por procedimientos químicos.

En la figura 1 aparece el sello conmemorativo del descubrimiento de La Florida de 1965 y a su lado el supuesto error sin color rojo. No cabe duda de la espectacularidad de esta variedad por la ausencia de una tinta, lástima que se trate de una mera manipulación química.

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Por procedimientos similares se pueden conseguir, en lugar de la eliminación de un color, su transformación. Así lo vemos ejecutado en la figura 2, donde a la derecha de un sello normal del escudo de Badajoz puede verse otro en el que el color verde ha sido convertido en un ocre pálido.

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En a figura 3 tenemos dos bloques de cuatro del escudo de Valladolid, el primer es normal y en el segundo falta por completo el color rojo.

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Por el contrario, en la figura 4 junto a un bloque de cuatro del escudos de Valencia normal se reproduce otro en el que el color rojo se ha borrado, pero resta un color ocre amarillento.

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Por último, en la figura 5 vemos dos bloques de cuatro del escudos de Zaragoza en los que el falsificador ha transformado el color rojo del original que aparece reproducido en medio.

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Estos ejemplos son mero indicativo de algunas de la falsificaciones que se pueden hacer modificando o eliminando colores, pero existen muchísimos más casos, algunos de ellos de gran espectacularidad. Lo grave a tener en cuenta es que resulta muy difícil descubrir la manipulación: la goma original queda intacta y si el sello no es unicolor, el resto de colores no resulta afectado en lo más mínimo. Además, no es detectable ni por la lámpara de Wood (luz ultravioleta), ni los medios usados en la expertización filatélica tradicional. Como en otros fraudes modernos, hay que acudir a nuevas tecnologías periciales.

Antes de adquirir un error de color, es fundamental exigir el correspondiente certificado de autenticidad de un reconocido experto.

 

 

 Nota

[1]La historia de este error se puede encontrar en “Buceando en la Historia de la Filatelia LXXXII” publicado en la revista RF de junio de 2011