2006, Fue noticia — 20 de mayo de 2006

Filatelia: un mercado convulsionado

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Publicado en El Economista el 12 de mayo de 2006

Paseaba por delante del escaparate de la Galería Filatélica de Barcelona un niño acompañado por su madre. El niño se paró y exclamó, señalando con su dedo índice: -mira, mamá, sellos-. La mujer le dio un tirón y exclamó: -apártate, que eso es un timo-

El futuro inmediato.

Más de un billón de las antiguas pesetas en peligro de quedar impagadas, más de cuatrocientos mil inversores perjudicados, miles de empleados que ven peligrar su puesto de trabajo en Forum y Afinsa con la repercusión que ello ha de tener en sus familias. Esto es un auténtico desastre. Este es un lamentable presente que no parece augurar nada bueno en el más inmediato futuro.

De la misma forma que por ignorancia muchos han invertido sus ahorros bajo las falsas promesas de una inversión  filatélica que no era tal, sino un negocio piramidal basado en sellos que no valían el importe al que se adjudicaban, el escándalo protagonizado por Forum Filatélico y Afinsa llevarán a muchos a rechazar cualquier acercamiento al fascinante mundo del coleccionismo.

La filatelia se convulsiona ante este maremoto. Pero, ¿cuánto durará semejante tsunami?

Un dato, que aparentemente es sólo anecdótico, nos puede dar las claves del futuro que aguarda al mercado filatélico: No existen coleccionistas de sellos entre los inversores del Forum Filatélico o Afinsa. Esto puede parecer en principio sorprendente: pero veremos que es lógico.

El coleccionista conoce el valor de los sellos. Sabe que tienen un coste que a lo largo de los años permite que la filatelia sea uno de los pocos hobbies que no son un pozo sin fondo. Si analizamos el gasto que la sociedad moderna realiza en aficiones para llenar las horas de ocio, la mayoría es a fondo perdido. Escapa de este criterio una parte del coleccionismo (filatelia, numismática, notafilia), la pintura y el arte en general.

El coleccionista sabe que su gasto en una colección de sellos como en cuadros o en monedas constituye una inversión porque buena parte de su coste lo puede recuperar (salvo el margen de beneficio del comerciante) y a lo largo plazo el incremento de precios hará que ese margen comercial no sólo quede enjugado, sino que permita obtener algún beneficio.

Y el coleccionista sabe que el sello era una excusa, no el protagonista en el montaje de Afinsa y Forum por mucha parafernalia que a su alrededor hubieran montado. Por eso el coleccionista nunca ha querido participar en semejante montaje. Por eso hace años que se venía afirmando entre los aficionados: -Esto no puede durar. Un día explotará.-. A título de ejemplo véase en la web http://www.filateliadigital.com el artículo de la sección de Actualidad publicado en enero de 2005: La Falsa Inversión Filatélica.

Pues explotó. Y ahora estamos inmersos en una tormenta espectacular, pero que sólo es el preludio de una calma una calma que en el caso que tratamos será más placentera que la situación previa de partida.

El preludio a la tormenta

Algo que muchos olvidan ahora en el que el fragor de un escándalo que ahoga cualquier otro sonido, es que la filatelia atravesaba por una crisis importante debida precisamente a la irrupción de esos gigantes que habían desestabilizado un mercado de dimensiones significativamente más reducidas que el poder económico y financiero de esas dos empresas.

Ese preludio a la tormenta no puede ser ignorado por quienes quieran estudiar o analizar el mercado filatélico. Esos desajustes que se estaban viviendo no los sufriremos cuando las aguas regresen a sus cauces y el coleccionismo se perfile como el verdadero protagonista por encima de especulaciones y sobrevaloraciones económicas.

La verdadera inversión filatélica

La gran mentira de la inversión filatélica ha sido querer trabajar con la regulación mercantil (como si se tratara de meras operaciones de compra venta de bienes tangibles) y, al mismo tiempo darles el trato y la apariencia de activos financieros para venderlos como tales.

Zapatero a tus zapatos, el sello, el arte, la moneda los objetos de colección no son susceptibles de manejarse como los medios financieros de inversión. Su coste de comercialización es muy alto para permitir garantizar ciertas rentabilidades. Los sellos no son aptos para quien no sea coleccionista. Sólo el coleccionista rentabiliza la inversión en sellos porque suma al valor económico del sello el placer de su adquisición, la satisfacción de incluirlo en su colección, el gozo de su hallazgo, su estudio o, simplemente su mera contemplación.

Desde que la colección del barón Ferrari de la Renotière fue expropiada por el Gobierno francés como botín de guerra tras la I Guerra Mundial y vendida, a lo largo de varios años, en públicas subastas, nadie ignora que la filatelia es una inversión. Pero la verdadera inversión filatélica es la que hace el coleccionista.

Cuando un coleccionista compra un sello valioso lo está pagando barato por dos razones: primero porque su posesión le produce más satisfacción que la tenencia de ese dinero. Segundo porque cuando quiera proceder a su venta otro coleccionista lo querrá comprar para obtener semejante contraprestación.

Alegrémonos porque, aunque sea por medio de un gran varapalo, regresamos a la magia de la filatelia: al coleccionismo del sello y la historia postal.