Filatelia, Post 1936 — 11 de septiembre de 2015

Fournier

por

 

“Una saga familiar con tinta en las venas”

Dicen los sociólogos que la condición humana es muy contradictoria. Perdemos el culo por descubrir la cultura de los lugares más recónditos y nos olvidamos de que en nuestra propia ciudad disponemos de lugares históricos, monumentos y museos a los que, posiblemente y por resultarnos cotidiano, no damos ninguna importancia.

Este aserto, que viene a confirmar el dicho de que nadie es profeta en su tierra, es lo que nos anima a realizar una aproximación a la historia de una empresa tan nuestra como Heraclio Fournier, reconocida por todos como líder de la industria del naipe y casi olvidada como fabricante de sellos, emisiones postales que campean por el mundo con un total desapego de la filatelia vasca.

Algo de historia.

Fig 1Los antecedentes de la familia Fournier y su vinculación con la imprenta se remontan a 1712, año en el que nace Pierre Simon Fournier. Desde edad muy temprana, este parisino descendiente de una familia de artistas, aprende el oficio de impresor y se gana el sustento como fundidor de tipos de imprenta. Aunque no se sabe mucho de su vida, son conocidas sus publicaciones sobre la modificación de las notas musicales en las partituras de los cantorales.

Muere Pierre Simón en 1768 dejando como descendencia a dos varones, Francisco y Carlos. Carlos, el menor, va a desarrollar sus cualidades artísticas como pintor en Paris, mientras Francisco, el mayor, atraído por el oficio paterno decide trasladarse a Limoges, localidad en la que durante casi una década va a trabajar como impresor.

Llegado el año 1782 y debido a las voces que ya se alzaban en Francia como presagio de la revolución, Francisco ve conveniente trasladarse a Burgos, localidad en la que no tarda en afincarse. Así, en 1785 contrae matrimonio con la burgalesa María del Reoyo, de cuya unión, en 1789 nace su único hijo Lázaro.

A Lázaro Fournier y del Reoyo no parece que le atrajeran en demasía las artes gráficas, ya que en un molino cercano a Burgos y conocido como lugar del Morco monta un negocio de panadería (en la actualidad este molino es conocido como Molino de Lázaro). Tras casarse con la burgalesa Paula González, el molino/panadería acoge al matrimonio como residencia familiar, y así se refleja el padrón municipal de 1859, documento en el que se dice que en dicho lugar residía el matrimonio Fournier y suscinco hijos: Demetrio, Braulio, Julián, Gervasio, Heraclio y Victoriana.

Las cualidades artisticas que se le habían negado a Lázaro parece que fueron heredadas por los hijos, ya que desde edad muy temprana todos ellos mostraban una excelente destreza para el dibujo. Debido a ello y a que el negocio paterno no era de su agrado, Gervasio decide marcharse a Paris, ciudad donde estudia artes gráficas. Tras finalizar sus estudios, Gervasio regresa a Burgos acompañado de una prensa litográfica de la marca Viorin, imprenta con la que inicia a sus hermanos en la técnica del grabado, no tardando mucho en reconvertir el molino panadero en un taller de impresión.

Es de este modo y con la participación de la familia, como en 1860 se edita la primera baraja con la marca “Fournier Hermanos”. Mientras la empresa burgalesa funcionaba a pleno rendimiento, Gervasio y Julián se trasladan a Valladolid. Los hermanos llevaban la intención de ampliar el negocio en dicha capital, pero el proyecto no llegó a fructificar. Gervasio, de aptitudes inquietas, decide estudiar Geografía e Historia, asignatura de la que más tarde llegará a ser catedrático, y Julián regresa a Burgos para fundar en solitario la Sociedad Papelera del Arlanzón.

Fig 2La impresión litográfica de Braulio y Heraclio comenzaba a hacerse tan popular y tenía tanta calidad, que en 1863 la reina Isabel II les nombra litógrafos de la Casa Real. Pese a esta distinción y a la prosperidad de la que disfrutaba el negocio, Braulio y Heraclio deciden separarse.

La rama alavesa.

No se tiene constancia exacta de la fecha en la que Heraclio llega a Vitoria, pero se sabe que en 1866, con tan solo 17 años, el menor de los Fournier disponía de un negocio de imprenta que había instalado en una esquina de la vitoriana Plaza de España, el mismo local que actualmente ocupa la distribuidora de revistas “El Globo”.

Es en este local donde se inicia en solitario para realizar su primera baraja, naipe con el que en 1868 alcanza el premio a las Artes Graficas de Paris, y poco después contrae matrimonio con la bilbaína Nieves Partearroyo, con la que tendrá cuatro hijas: Mercedes, Carmen, Ascensión y Paula.

Fig 3Pese a la afectividad familiar, el éxito empresarial aún estaba por llegar. En 1877 Heraclio contacta con Emilio Soubrier, profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, el cual junto al pintor alavés Ignacio Díaz de Olano diseñan el naipe que más tarde será conocido como la “Baraja española”. Es con la impresión de esta pieza con la que Heraclio Fournier adquiere fama mundial, ya que con ella consigue el primer premio de la Exposición Universal de París de 1889.

A la muerte de Heraclio en 1916, sus nietos Félix y Ramón Alfaro, hijos de Mercedes y únicos descendientes de la saga, toman las riendas del negocio. Si Félix era el gestor y la cara conocida, Ramón era la energía y el que hacía que todo funcionara.

Entre otras virtudes empresariales a las que no nos vamos a referir, debemos saber que es a Félix a quien los vitorianos deben la colección de barajas que actualmente conforman el fondo del museo de naipes, colección que inicia con una baraja regalada por su abuelo Heraclio. Igualmente, es gracias a él a quien Vitoria debe la colección de armas que se muestra en el museo de armería de Vitoria

Una solución de emergencia.

Como todo el mundo sabe, llegado el año 1936 España quedaba dividida en dos mitades. Para la fabricación de documentos oficiales, billetes y sellos de correos, la República contaba con la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, imprenta en la que el Gobierno de Franco, y tras la “rápida toma de Madrid”, pretendía realizar su propia moneda. Sin embargo y pese al empeño franquista por rendir la Capital, los madrileños seguían resistiendo, por lo que tuvieron que cambiar de planes. Portando las planchas con la nueva moneda, que habían sido grabadas por José Luis Sánchez Toda, se personaron primero en Tomas de Rue de Londres, y ante su negativa a realizar el trabajo recurrieron a Bradbury&Wilkinson, pero estos también se negaron.

Compuestos y sin novia, ante este problema tuvieron que recurrir a la imprenta Portabella de Zaragoza, la cual realizó los billetes con papel suministrado por Alemania. Estas mismas máquinas fueron las que realizaron la primera emisión de sellos para el Estado Español, que digan lo que digan los catálogos, no es otra que la denominada Junta de Defensa Nacional.

Al igual que Portabella, Heraclio Fournier contaba con maquinaria y calidad suficiente para llevar a cabo cualquier reto de imprenta, pero el Gobierno franquista no estaba dispuesto a llamar a su puerta. Al parecer había alguna sombra que debía ser despejada, como era un desliz que la empresa había cometido en 1933. En ese año y a petición del PNV Fournier había editado la “Baraja Regional Vasca”, motivo por el que la condición política de la empresa estaba bajo sospecha. Por considerarlo inadecuado, este naipe fue secuestrado por el Gobierno franquista nada más producirse el levantamiento militar. Debido a ello, y durante un tiempo, la empresa tuvo que soportar represalias fiscales.

Una buena mano.

Debido a la crisis económica provocada por de la guerra, la empresa va a dejar de hacer ascos a la fabricación de ciertos productos que hasta ese momento no había realizado, como eran los sellos o viñetas publicitarias a las que consideraba obras para imprentas menores. El primer encargo de estas características que va a salir de sus planchas, lo hace en enero de 1937. Se trata de una emisión de timbres fiscales que, con una tirada de 175.000 ejemplares, realiza por encargo del Ayuntamiento de Vitoria.

Fig 4La impresión era tan satisfactoria y la empresa estaba tan a mano de los estamentos franquistas, que un mes más tarde la Delegación de la Falange en San Sebastián y la Confederación Obrera Fig 5Nacional Sindicalista de Vitoria le encargan la confección de sendas viñetas de propaganda política.

Así llegamos a julio de 1937, fecha en la que una vez aclaradas las dudas iniciales con el Gobierno, Fournier recibe el encargo de fabricar los primeros sellos de correos. Se trata de la emisión conmemorativa del Año Jubilar Compostelano. Tres efectos postales con una tirada de 5 millones de ejemplares.

Desde esa fecha y hasta finales de la guerra la empresa realiza distintos trabajos para el correo Nacional, como es el caso de las emisiones dedicadas a los “Católicos” Isabel y Fernando, la conmemorativa del II Aniversario del Alzamiento y la serie básica de Franco, pero no desdeña trabajar para otros estamentos políticos y entidades benéfico/sociales adheridas al régimen.
Fig 6A la par que finaliza la Guerra se acaban los encargos del Estado. La fabricación de los sellos corresponde a la F.N.M.T., empresa que con las planchas usadas por Fournier, no hace ascos en reimprimir la serie básica de Franco. La empresa, sin embargo, va a seguir produciendo sellos. Ganada la fama, los encargos le llegan de ayuntamientos, diputaciones que demandan timbres fiscales y viñetas publicitarias.

No obstante y pese a que la impresión de sellos resultaba arto beneficiosa, el producto estrella por el que Felix Alfaro suspiraba no era otro que la fabricación de papel moneda, sueño que estuvo en un tris de hacerse realidad. Para lograr este contrato que dependía del Banco de España, Felix había creado la Sociedad Goya de grabados con sede en Madrid. Fig 7Ya había contactado con el Banco de España y obtenido su favor para imprimir la moneda, pero debido al decreto del 24 de junio de 1941 el contrato quedaba sin efecto. Por dicha disposición, el Banco de España quedaba obligado a concertar sus contratos con la Fabrica Nacional de Moneda y Timbre. El sueño que tantas ilusiones había forjado en el seno de los Fournier, tuvo un despertar amargo, aunque fue bonito mientras duró.

Pese a este revés, Fournier se había convertido en un emporio comercial de primera magnitud al que todo parecía cuadrarle. En la década de los 70, por sus máquinas pasaban naipes, calendarios, libros, catálogos de filatelia y sellos de correos.

Tiempos difíciles.

El punto más álgido de la empresa llegaba en 1968, año en el que su plantilla alcazaba el millar de trabajadores. La lluvia filatélica del momento era tan densa que nada hacía presagiar una posible sequía, pero esta acabó llegando y la suerte de la partida tomo un derrotero diferente.Fig 8

Las grandes inversiones realizadas en maquinaria y la reducción de trabajo motivado por la crisis del petróleo de los años 70, afectaron profundamente a la empresa, por lo que fue necesario reducir la plantilla y adoptar medidas de carácter estructural. La decisión que a la postre resultó la más traumática, fue la división de la empresa en dos sociedades independientes, Naipes y Artes Gráficas. El entramado legal estaba constituido de tal forma que si una sociedad tenía problemas, la otra no resultaría afectada.

Las cosas no fueron a mejor y la delicada situación financiera a la que en 1986 habían llegado ambas empresas obligaba al cierre. Los empleados de Naipes pudieron mantener el puesto de trabajo gracias a la venta de acciones a la multinacional americana The United States Playing Card, pero los empleados de Artes Gráficas se quedaron en la calle.

Tras muchas tensiones laborales y en vista de que no se llegaba a solución alguna, el comité de empresa de Artes Gráficas decidió incautar los archivos de la empresa, patrimonio gráfico con el que pretendían asegurar el finiquito de los obreros. Así es como pasado el tiempo, este patrimonio fue ofrecido a la Diputación Foral de Álava, la cual y por medio del Diputado de Cultura Perico San Cristóbal, rechazo su compra por no estimarla de interés.

Después de ser rechazas por nuestros políticos, sucedió lo que tenía que suceder. Cientos de originales y pruebas filatélicas realizadas por artistas alaveses, pasaron a manos del mejor postor.

Un proveedor de Afinsa los adquirió por un precio próximo a los 100 millones de pesetas. El material entró en la «rueda  de la fortuna de Afinsa» siendo artificiosamente sobrevalorado con el fin de efectuar las operaciones multimillonarias que se describen en el proceso penal seguido contra la citada empresa de inversión.

 

 

 

 

Fig 9