Filatelia — 5 de agosto de 2015

La demanda

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Artículo publicado en la sección Políticamente incorrecto en la revista RF de enero de 2014 con el título: 

 

El mercado filatélico: la demanda

 

El comercio filatélico no suele ser estudiado como otras actividades económicas. Quizás ello se deba, principalmente, a alguna de sus propias características, como por ejemplo:

  1. Desde una perspectiva macroeconómica sus dimensiones son reducidas. Por ello no le interesa a la Administración Pública como objeto de análisis y lo mismo sucede con otras instituciones dedicadas al estudio y la investigación económica.
  2. En su mayoría son negocios familiares que descansan en una mayor o menor cualificación técnica, aunque sin preparación empresarial. Los escasos conocimientos de economía y marketing son sustituidos por la “habilidad” y la “intuición”.
  3. El mercado de los objetos de colección, hablando en términos generales, es muy poco transparente. Es un mundo en el que los conocimientos son considerados como un arma comercial y se guardan celosamente ocultos para operar en situación de ventaja frente a competidores y clientes.

Cuando pretendemos hacer un estudio serio del mercado filatélico nos topamos con la falta de datos estadísticos fiables. Sean cuales sean sus causas, el hecho es que siempre nos hemos de enfrentar con ese obstáculo fundamental. Se desconoce el número de coleccionistas existentes, sus volúmenes de compra y las especialidades, épocas, países, calidades, etc. por las que se interesan.

Los fabricantes de catálogos y de álbumes no facilitan tiradas, ni volúmenes de venta también por supuestas razones comerciales. Ni siquiera Correos hace públicas las cifras relativas a la venta de nuevas emisiones en su servicio de abono a novedades filatélicas. Y no hablemos de las tiendas de filatelia cuya opacidad es máxima.

El intrusismo, es decir, el ejercicio del comercio de artículos filatélicos por quienes no ejercen oficialmente esta profesión, alcanza unas cotas muy altas que tampoco están debidamente cuantificadas y generan perturbaciones graves. Una actividad sumergida de cuyas magnitudes sólo podemos afirmar que son muy grandes.

Ante semejante panorama sólo nos queda utilizar datos muy parciales y la experiencia personal compartida con otros colegas. Con tan endebles cimientos, el grado de subjetividad es demasiado grande y resulta facilísimo incurrir en grandes errores. A pesar de ello haremos hoy alguna aproximación sobre uno de los componentes básicos del mercado: la demanda. Y el próximo capítulo lo dedicaremos a considerar algunos aspectos importantes de la oferta filatélica.

La demanda en el mercado filatélico actual.

Cuando se producen cambios relevantes en un determinado ámbito de la sociedad, hay algo en lo que sí podemos ponernos de acuerdo casi todos: el sentido en el que se mueve, su tendencia. Otra cosa más difícil será cuantificar su magnitud. Además de esa orientación o tendencia en la que evoluciona la realidad, otros aspectos también se manifiestan de manera clara, aunque luego haya diferentes criterios para su interpretación y para valorarlos. Veamos algunas características del mercado y la demanda filatélica actuales sobre las que hay un consenso general:

  1. Las ofertas de ocio se han multiplicado
  2. Los gustos del consumidor han cambiado sensiblemente
  3. Cuantitativamente la demanda filatélica ha descendido de forma notable en los últimos años, tanto en el número de coleccionistas como en el volumen de compras.
  4. La estructura del mercado filatélico es piramidal.

Por un lado existe un extensa base formada por coleccionistas no especializados que sólo compran los sellos que se van emitiendo y recogen otros fruto de intercambios, regalos o procedentes de la correspondencia recibida. Por otra parte, el resto de coleccionistas va disminuyendo en número a medida las colecciones son más avanzadas y requieren aumentar las inversiones para su continuidad.

Como entre los años 2000 y 2006 se fueron vendiendo muchas colecciones importantes y sus piezas no eran adquiridas por nuevos coleccionistas de élite sino por el cada vez menor número de ellos que iban quedando, se produjo un proceso de concentración de las “grandes colecciones”, generando una reducción notoria del ancho de la parte superior de esa pirámide. Es así como hemos llegado a la actual dificultad de vender las “grandes piezas”. Por supuesto, siempre que se generaliza haciendo afirmaciones de esta naturaleza debe concluirse con la consabida coletilla ”salvo contadas excepciones”.

  1. Cualitativamente ha proseguido la especialización. El filatelista acota cada vez más su colección para circunscribirla a un determinado ámbito geográfico, a ciertas temáticas o a unos períodos históricos concretos.

Evolución del mercado de ocio.

La sociedad moderna ha hallado en la juventud un mercado potencial de ingentes dimensiones y lo está explotando con una oferta de ocio sorprendente. Quienes vivíamos hace 50 o 60 años nuestros años mozos éramos incapaces de imaginar por aquel entonces, el potencial que la tecnología iba a ofrecer en los años posteriores. En el horizonte de nuestros juegos estaban los soldaditos, las canicas, las muñecas y, en lo más alto, sólo al alcance de los más privilegiados, el tren eléctrico. El tiempo dedicado a esos juegos se compartía con la lectura de tebeos y coleccionando cromos, billetes, monedas y sellos.

La televisión y el cine irrumpieron en nuestros hogares absorbiendo una gran cantidad de horas de atención, de manera especial entre los de menor edad. Era un tiempo sustraído principalmente al dedicado al esparcimiento.

Pero ese efecto se vería superado con creces cuando aparecieron las consolas de videojuegos, la informática, los juegos de ordenador y los aparatos portátiles de telefonía móvil. No entraremos ahora en valorar ni sus bondades, ni los efectos perniciosos tan denunciados por pedagogos y psicólogos. El hecho incontrovertible es que el coleccionismo entre los más pequeños ha encontrado muy poderosos competidores.

Esa brutal oferta de ocio para los jóvenes se ha complementado también para para los mayores con un extenso incremento de la oferta de actividades: se ha masificado la práctica de los deportes, los fines de semana no son tiempo libre sino días dedicados a actividades familiares y/o a la segunda vivienda. El turismo ha pasado de ser un lujo de las clases altas a un imperativo para todas las clases sociales. Esbozado el panorama, no vale la pena ahora entrar en más detalles pues todos lo tenemos en la cabeza al tratarse de nuestras vivencia cotidiana.

Cambios en los gustos del consumidor.

Ocurre, sin embargo, que esa fenomenal oferta de ocio no debiera haber sido un problema tan grave porque también ha aumentado el tiempo de dedicación al ocio (especialmente entre los adultos) y, paralelamente, la capacidad económica de la población para financiarla. Lo que los economistas denominan “cambio en los gustos del consumidor” es el catalizador que ha acelerado y agudizado la crisis.

Una gran cantidad de coleccionistas potenciales prefieren orientar sus recursos y su tiempo a otras actividades. Es muy probable que los responsables de difundir la filatelia no hallamos sabido ofrecer la imagen más atractiva de nuestra afición.  En este sentido se ha caído con frecuencia en la tentación de ofrecer la rentabilidad financiera de la inversión como señuelo para captar nuevos como adeptos en vez de profundizar en la esencia del coleccionismo y los frutos de su práctica. La promesa de altas plusvalías desde luego ejercen una tracción muy eficaz en primera instancia; pero también la deserción inmediata cuando los precios bajan o los rendimientos disminuyen. Por el contrario la opción de fomentar el coleccionismo y los réditos de su práctica es más laborioso, su fruto se obtiene a más largo plazo; pero es mucho más firme y duradero.

El hecho incontestable es que nuestro hobby se ha convertido en una actividad residual para los adultos y el coleccionismo en general y la filatelia en particular son una excepción entre los jóvenes de hoy día.

Evolución de la demanda.

Si comparamos la demanda filatélica actual con la de hace tan sólo una década, existen tres grandes elementos diferenciales: una drástica reducción de su volumen, un notable cambio en su tipología y las variaciones en los canales de comercialización.

Sobre la minoración de su volumen ya hemos visto los aspectos más importantes. agravados por factores externos como, por encima de todos ellos, la extraordinaria crisis económica global en la que estamos inmersos la mayoría de los países. También hay que remarcar dos cambios cualitativos.

El primero son las modificaciones en la tipología de los coleccionistas. Ha caído fulminantemente el número de quienes están suscritos a las nuevas emisiones de sellos. Ha perdido vigor el coleccionismo temático. Los aficionados han concentrado sus intereses especializándose en áreas geográficas determinadas, períodos de tiempo o épocas específicas, o calidades concretas (sello nuevo, usado, en carta). Destaca la mayor proporción en el cómputo general de coleccionistas de quienes centran su objetivo en la historia postal.

Y, finalmente, no podemos dejar de hacer referencia en las variaciones experimentadas en las medios de comercialización. Las tradicionales tiendas de filatelia experimentan una crisis alarmante que se manifiesta en la ausencia de visitas;  el coleccionista no  dispone aquel tiempo que antes dedicaba a las tertulias con el titular del negocio y otros clientes y prefiere formular sus pedidos desde su domicilio o su despacho profesional. Los mercados dominicales, como la Plaza Real, la Plaza Mayor etc. se han degradado y han perdido el interés y la importancia de antaño. También ha descendido la importancia de la venta por correspondencia a través de la difusión de catálogos impresos en papel.

Por el contrario Internet se ha revelado como un canal cada día con mayor empuje. Es cierto que los canales de venta generalistas en la red (eBay, Todocolección, Delcampe, etc.) son vistos con sumo recelo y perdieron su vigor inicial por la incapacidad del sistema en controlar con eficacia la oferta de sellos falsos como auténticos, defectuosos como perfectos y con descripciones erróneas o equívocas; pero sin embargo ha sido de una extraordinaria eficacia para comunicar al auténtico profesional con negocio legalmente establecido con sus clientes.

Y, para acabar, debemos hacer mención a las subastas públicas, a través de las cuales se orienta la venta de la mayoría de las colecciones. en contraposición a lo que ocurría antiguamente, cuando las ventas en pública subasta tenían una relevancia muchísimo menor.

Análisis de las últimas subastas públicas.

Como afirmaba al principio carecemos de cifras concretas que den cuenta de la magnitud de todo lo expuesto hasta aquí. Entre los pocos datos concretos disponibles están los de las subastas. La pujas iniciales son un primer síntoma acerca de la situación del mercado, aunque los precios de adjudicación son todavía más elocuentes.[1]

Para hacer un estudio serio se deben contemplar un número de subastas amplios y analizar detalladamente sus contenidos pues no son equiparables los de distinta naturaleza. Por ejemplo, no pueden ponerse en el mismo saco las empresas dedicadas principalmente a vender sus propias existencias y las que trabajan con material de terceros. Ni las más especializadas en sello extranjero con las dedicadas en exclusiva a sellos españoles, etc. y ahora ni es el lugar ni está en nuestras posibilidades realizar semejante trabajo.

Sin embargo vale la pena hacer una pequeña aproximación, más que por los resultados que de ella se desprendan, por los que podríamos deducir de si se realizara un estudio serio y detallado.

Veamos las cifras globales de un par de subastas públicas celebradas el mes de noviembre en Barcelona y Madrid. Son las llevadas a cabo por Soler y Llach S.A y por Iberphil S.L. respectivamente. En ambos casos hablamos de subastas básicamente limitadas a piezas individuales de filatelia e historia postal de España y sus dependencias postales. El resumen está recogido en el cuadro 1.

Estadistica subastas noviembre 2013Cuadro 1.- Cifras globales de las subastas celebradas en Barcelona y Madrid el mes de noviembre de 2013 (ver notas) [2]

 

Estas cifras corroboran la debilidad de la demanda. Pese a que las pujas iniciales son significativamente más bajas respecto a los valores de catálogo, el porcentaje de lotes vendidos también es menor (56,75% para Soler y 65% para Iberphil). La diferencia se acentúa si comparamos el importe de las adjudicaciones respecto al volumen total donde vemos que Soler y Llach han vendido poco más de la mitad (52%) e Iberphil las dos terceras partes (66,05). Estas proporciones no difieren mucho de los resultados de la subasta precedente de Iberphil y aunque sí de la anterior venta de Soler y Llach cuando sólo adjudicó el 34,5% de los lotes y únicamente el 30,16% del volumen de la venta (aunque seguramente estos números obedezcan a factores externos y no al contenido de la venta).

Por otro lado estos números son acordes con la falta de poder adquisitivo del coleccionista, por lo que vemos cómo Soler con lotes de un importe superior (217,86 €) vende proporcionalmente menos tanto en número de lotes como en importes que Iberphil cuya subasta tenía un promedio por lote menor (175,68 €). Todavía nos reafirma en ese sentido observar que el valor medio de los invendidos de Soler (241,04 €) es un 20% superior al valor medio de los que adjudicó (200,20€). Iberphil parece tener más equilibradas sus pujas iniciales y sus precios medios son 176, 52 € para los adjudicados, 174,06 € para los vendidos y 175,68 €para el cómputo general.

Resulta patente el interés de estos análisis estadísticos. Por ello no es razonable dejarlos en el cajón de los olvidos. Se debería entrar y profundizar a fondo en ellos detallando lo que ocurre en los distintos apartados de la filatelia, o al menos en los más importantes. Eso sería bueno para todos.

Conocer la naturaleza, estructura y solidez de la demanda interesa a todo el mundo (profesionales y coleccionistas), aunque quizás más a los comerciantes y, paradójicamente suelen ser ellos quienes recelan estudiarla. En ese sentido estoy seguro que más de uno considerará políticamente incorrecto formular y comentar el cuadro de este artículo. Y eso a pesar de que todos los datos reflejados en él están publicados en las páginas web de cada una de las casas subastadoras.

 

Notas:

 [1]   La relación de lotes adjudicados por las actuales casas de subastas españolas reflejan con fidelidad sus resultados salvo rara excepción. No siempre ha sido así en todos los países y en cualquier época. Los estudiosos aficionados a recopilar datos pueden aportar numerosos ejemplos de piezas supuestamente adjudicadas a un precio y puestas a la venta poco después a precios inferiores porque no se habían vendido realmente.
A título de ejemplo recordamos dos subastas celebradas hace años (una en España y otra en el extranjero), objeto de fundadas sospechas de haber sido absolutamente manipuladas. Muchos estamos convencidos de que prácticamente todos los lotes habían sido previamente vendidos a un determinado precio, por lo que los compradores no podían obtenerlos el día de ser subastados a no ser que pujaran hasta unas cifras escandalosamente altas.

[2]  Las fuentes consultadas para la elaboración de este cuadro han sido los catálogos de cada una de las ventas y las listas de resultados publicadas en las páginas web de las firmas respectivas.
Como volumen de la subasta se ha sumado el importe de las adjudicaciones de los lotes vendidos (sin incluir la comisión de compra) más las pujas iniciales de los lotes invendidos. Esta cifra es más próxima a una interpretación correcta de la realidad, ya que considerar en el primer caso sólo el volumen de las pujas iniciales, podría ofrecer conclusiones erróneas al la existir lotes libres que computarían como valor cero. Así mismo, una política de valoraciones iniciales muy bajas por parte del subastador puede ser un factor perturbador para apreciar la realidad
Los lotes retirados se han incluido en el grupo de lotes no vendidos.
Los datos de la subasta de Iberphil incluyen los dos catálogos de la venta pública de ese mes (el general y un pequeño suplemento sobre la emisión de Alfonso XIII (Medallón).
En la subasta de Soler y Llach se han incluido como no vendidos 25 lotes que no figuran relacionados, seguramente por error, ni en la lista de lotes adjudicados, ni en la de no vendidos.