Buceando en la Historia de la Filatelia (77)
Publicado en Revista de Filatelia (Diciembre 2010)
La primera parte de este trabajo (Buceando en la Historia de la Filatelia 76) terminaba diciendo que a partir de 1890 la filatelia en España iba a experimentar un rápido desarrollo. Exponente de ello fue la creación de sociedades de filatelistas y la publicación de catálogos y revistas. En cuanto a éstas últimas, desde la publicación en España de los dos primeros periódicos filatélicos en 1870([1]) y 1871([2]) no apareció ninguno hasta 1890, casi dos décadas después. Por el contrario, entre 1890 y 1900 proliferaron de tal forma que se llegaron a editar hasta 34 cabeceras diferentes. ([3])
Lo mismo se puede decir de los catálogos de sellos. El primero se había editado en Barcelona en 1864([4]) y el segundo, más de un cuarto de siglo después en Madrid.([5]) No podemos olvidar que en ese lapso de tiempo apareció otro catálogo de sellos españoles, pero no impreso en España sino en Inglaterra.([6]) Pues bien, mientras que hasta 1890 sólo se publicó en España un catálogo de sellos, entre 1890 y 1900 vieron a luz nada menos que ocho. ([7])
Por último, un recuerdo a las sociedades filatélicas. Conozco la existencia de dos constituidas con anterioridad a 1890; una fue Sociedad Filatélica Barcelonesa creada el año 1888 y casi siempre citada como la más antigua de todas; sin embargo no es así. La primera sociedad de coleccionistas de sellos de España fue la fundada en Santa Cruz de Tenerife por Manuel Pícar y Morales en 1884. Y, en la última década del siglo, ya desaparecida la de Pícar en Canarias, convivieron seis sociedades repartidas por toda la geografía Nacional (Barcelona, Málaga, Sevilla, Palma de Mallorca, Madrid y Valencia. ([8])
El panorama estaba claro en la última década del siglo XIX, aunque con retraso frente a otros países, el coleccionismo del sello estaba en franca expansión y comenzaba a ser una actividad cada día más popular. Esto se vio reflejado en la prensa diaria. Veamos algún ejemplo.
La exposición de Londres de 1890([9])
Londres se disponía a celebrar una gran exposición filatélica conmemorativa de la aparición del primer sello inglés que concitó el interés de todos los países por cuanto se trataba, a su vez, del primer sello del mundo.
El evento no pasó inadvertido para la prensa española; pero el trato que se dio a la noticia denotaba que la filatelia todavía estaba lejos de ser una actividad generalizada. Los diarios proclamaban que la exposición
“será un verdadero atractivo para los fanáticos coleccionistas”
y afirmaban:
“El Gobierno alemán ha alentado la manía de los coleccionistas de sellos, gastando anualmente 3.000 marcos (4.500 francos) para aumentar la colección nacional”.
Por aquel entonces todavía era noticia que los sellos tuvieran valor y se compraran y vendieran en todo el mundo:
“El sello para colecciones es un objeto de comercio internacional. Algunos ejemplares alcanzan precios fabulosos. Se puede calcular en 1.000 el número de sellos cuyo valor de venta oscila entre 50 y 200 francos. Los sellos de la isla de Mauricio estampados en cobre con tinta roja y emitidos en 1847, valen actualmente de dos a tres mil francos cada uno”.
Se comentaba que
“en Inglaterra se hallan las más importantes colecciones de sellos” y que “uno de los coleccionistas más célebres es el hijo de la duquesa de Galliera, el conde Ferrari. Se estima en varios millones de francos el valor de los sellos que posee” así como que “M. Arthur Rostchild, que por algún tiempo fue un coleccionista apasionado, ha vendido sus álbumes de sellos en 300.000 francos”.
También se pudo leer en “La Dinastía” del 30 de agosto de ese año:
“¿Quién no recuerda la afición que se despertó hace algunos años por las colecciones de sellos de correos? Pués bien hay colecciones célebres, tan célebres como si se tratase de alguna galería de pinturas o de esculturas, a lo menos juzgando por el valor de alguna de ellas. La principal y más famosa es la del rico parisiense Mr. De Ferrari; vale más de un millón de pesetas y le ha costado mucho más de esa suma. ¡Será posible que se emplee tato dinero en cosas de tan escasa utilidad!”.
Imaginamos la cara de espanto que pondría el autor de esas líneas si contemplara la filatelia de un siglo después.
Luces y sombras.
En estos años la filatelia aparece con aspectos positivos pero para algunos también con aristas que deben pulirse. Así, “La Vanguardia” del 22 de diciembre de 1895 afirmaba que
“las colecciones de sellos, además de originar y desarrollar en muchos particulares verdaderas aficiones absorbentes con ribetes de manía, han creado una rama en el comercio, lo cual no deja de constituir un progreso”.
“La Dinastía”, del 13 de septiembre de 1898 anunciaba la primera vez que la filatelia fue considerada objeto de un museo en España. Fue con ocasión de la donación del Dr. Thebussem a la Biblioteca-Museo Balaguer de Villanueva y Geltrú en la que se encontraban
“cuatro álbumes en folio, los dos primeros con el título de Sobrescritos, sellos de correos y otras menudencias y el lema Las migajas del fardel saben a veces bien. Los dos primeros guardan principalmente 400 sobres de cartas escritas desde 1469 hasta 1849 y unos 2.000 de 1850 a 1898, ilustrados con notas autógrafas y recortes de periódicos y los otros dos volúmenes encierrran, ademças de muchísimos ejemplares de todas las menudencias ya citadas, infinidad de esquelas, cédulas personales y electorales, telegramas, felicitaciones, timbres y membretes reunidos bajo el rótulo de Papeles inútiles que colecciona, porque le da la gana, Mariano Pardo de Figueroa”.
Leemos en el “Heraldo de Madrid” del 13 de septiembre de 1902:
“Los coleccionistas de sellos no pierden el tiempo, porque en realidad se hacen con la filatelia muy buenos negocios. En París hay una Bolsa de sellos y las transacciones, a veces, son de grande importancia. ¡Pero, Dios mío, pensar que hay tanta gente en la miseria, tanto honrado mortal trabajando doce horas al día para ganar 6 u ocho reales, y que esos infelices lean en los periódicos que hay quien da por un sellito de correos cuatro o cinco mil duros!… perdónenme los aficionados; pero estos contrastes me llegan al alma”.
La culpa es del Estado
La filatelia fue creciendo entre críticas favorables y voces contrarias a su expansión. Pero como en tantos otros temas con bastantes años de retraso a la evolución que experimentaba en Inglaterra, Francia, Alemania o Estados Unidos.
Parece secular, en nuestro pais, imputar la responsabilidad de todos los males de la sociedad al estado. Y ese retraso también se lo achaca “La Vanguardia” del 13 de septiembre de 1902 a los poderes públicos:
“El telegrama de Berlín publicado anoche por el Heraldo, dando cuenta de haber pagado el Museo de Correos de Berlín 37.500 marcos (59.250 pesetas, comprendido el cambio) por un sello ha causado asombro a casi todos los lectores, porque en España la Filatelia la Ciencia del Sello o la Monomanía de coleccionar sellos, tiene contadísimos iniciados.
No ocurriría esto si como en el Museo Británico, Inglaterra y en el Museo de Correos, Alemania, el Estado Español tuviese una colección de sellos no ya sólo de los de correos, sino timbres fiscales, papel sellado, marcas postales, obliteraciones, etc., etc., que todo ello es tan digno de atención como el más valioso cacharro antiguo de porcelana, o mueble, o traje.
El ser el Estado español antifilatélico por excelencia y por antonomasia, hasta el punto de que los ministros de Hacienda se han reído de la chifladura de los coleccionistas cuando se les ha hablado de algún asunto relacionado con la Filatelia española”
y añade:
“En todos los países del mundo, se toma en serio la Filatelia, menos en España y aún en los más atrasados, donde no se llega a conceder al sello el valor de documento histórico, se reconoce que la colección es el mejor procedimiento intuitivo para a niños y jóvenes Geografía e Historia contemporánea, cosa de la que no se habla en ninguna Pedagogía española, que yo sepa”
Notas
[1] El Indicador de los Sellos, editado por Eduardo Gilabert, del que sólo se publicó el primer número.
[2] El Coleccionista de Sellos, su editor, Balbino Cotter Cortés. Sólo alcanzó al cuarto número.
[3] Entre 1890 y 1900, aunque la mayoría de ellas con una vida efímera, aparecieron las siguientes revistas dedicadas al coleccionismo filatélico:
1.- «El Coleccionista», Málaga, 1890- 1891.
2.- «La Alianza Filatélica», Barcelona, 1891-1892
3.- «El Anunciador Filatélico», Cádiz, 1892.
4.- «La Revista Filatélica», Cádiz, 1892.
5.- «Cádiz Filatélico», Cádiz, 1893.
6.- «La Unión Filatélica», Barcelona 1893-1894.
7.- «Filatelia Antillana», Barcelona, 1894.
8.- «Tarraco Filatélica», Tarragona, 1894.
9.- «Ilustración Filatélica Hispano-Colonial», Barcelona, 1895-1905.
10.- «La Propaganda Industrial», Santiago de Compostela, 1895- 1897.
11.- «Crónica Filatélica», Madrid, 1895-1896.
12.- «El Anunciador Timbrológico», El Ferrol, 1895-1896.
13.- «El Heraldo Timbrológico Hispano-Americano», Sevilla 1895- 1896.
14.- «El Hispalense», Sevilla, 1895.
15.- «Heraldo Filatélico», Barcelona 1895.
16.- «Filatelia», Málaga, 1896-1898.
17.- «El Anunciador», Santiago de Compostela, 1896-1897.
18.- «La Filatelia Española», Villanueva y Geltrú (Barcelona), 1896-1897.
19.- «El Filatelista Peninsular», San Sebastián, 1896.
20.- «Madrid Filatélico», Madrid, 1897- se sigue publicando en la actualidad.
21.- «Boletín del Círculo Filatélico Matritense», Madrid 1897-1900.
22.- «La Timbrología Española», Val de Santo Domingo (Toledo), 1897 – 1899.
23.- «El Mundo Postal», Barcelona, 1897
24.- «Boletín Filatélico», Manzanares (Ciudad Real), 1898- 1899.
25.- «La Propaganda Filatélica», Madrid, 1899-1905.
26.- «El Filatélico Valenciano», Valencia, 1899-1901.
27.- «España Filatélica», Barcelona, 1899-1900.
28.- «El Coleccionista de Sellos», Madrid, 1900-1903.
29.- «Cádiz Postal», Cádiz, 1900-1902.
30.- «Boletín Filatélico Universal», Valencia, 1900.
31.- «El Boletín Timbrológico», Huelva, 1900.
32.- «La Circular Filatélica», Huelva, 1900.
33.- «La Filatelia Española», Madrid, febrero de 1900.
34.- «El Filatélico Onubense», Huelva, 1900.
[4] . Manual del coleccionista de sellos de correo. Descripción razonada de más de dos mil especies ó variedades de sellos de correo, sobres y timbres de periódicos, emitidos por casi todos los estados del globo, desde el año 1840 hasta nuestros días, con los precios á que se venden en el Centro numismático Barcelonés. Por José María Vergés de Cardona. Barcelona, 1864.
[5] Hasta 1890 no se editó otro catálogo en España, fue el Catálogo descriptivo de los sellos de España y sus Colonias para colecciones, Leopóldo López, Madrid.
[6] Se trata del Catalogue of Postage Stamps, Stamped Envelopes, and Post Cards. Spain and Colonies publicado por la Philatelic Society of London. Estando el coleccionismo de sellos más desarrollado fue allí donde vio la luz el primer catálogo dedicado exclusivamente a los sellos de España.
[7] En ese período de 1890 a 1900, se editaron 8 catálogos diferentes:
1.- Leopoldo López, Madrid 1890.
2.- Hermenegildo Prats, Barcelona 1894.
3.- Manuel Asenjo Pérez, Madrid 1896
4.- Miguel Gálvez Jiménez, Madrid 1896
5.- Ricardo San Antonio, Barcelona 1896.
6.- Vives Ginard, Madrid 1897.
7.- L. Harris y Compañía, Madrid 1898.
8.- Francisco Laguno, Madrid 1900.
[8] Las sociedades de filatelistas cuya existencia me consta en la última década del siglo XIX, son:
1.- Sociedad Filatélica Barcelonesa, Barcelona (1888)
2.- Sociedad Filatélica de Málaga (1895)
3.- Sociedad Filatélica de Sevilla (1895)
4.- Sociedad Filatélica Balear, Palma de Mallorca (1897)
5.- Círculo Filatélico Matritense, Madrid (1897
6.- Unión Filatélica Valenciana, Valencia (1900)
(entre paréntesis el año de su fundación)
[9] El Diario de Barcelona del 1 de marzo, La Iberia del 10 de marzo y La Vanguardia del 30 de abril por citar unos ejemplos.