1850-1900, Filatelia — 19 de octubre de 2016

La Filatelia Española en sus orígenes

por

BUCEANDO EN LA HISTORIA (72)

Publicado en Revista de Filatelia  (enero 2010) 

 

La Filatelia tiene un actor principal, el coleccionista, y un objeto sobre el que aquél desarrolla su actividad, el sello.

Coleccionar es una tendencia innata en el hombre, por ello, en el mismo momento en el que se puso el primer sello a disposición del público, podemos considerar que nació la Filatelia, aunque sólo fuera potencialmente.

La venta del primer sello en España permitió que un inicial y anónimo personaje lo adquiriera con el ánimo de conservarlo como un artículo de colección. Por esa razón es importante la fecha en la que se empezaron a vender los sellos españoles.

Permítanme que demos un vistazo a esos días en los que el público asistió a la aparición de un signo postal que conllevaba una reforma postal que cambiaría sustancialmente el mundo de las comunicaciones y, de paso, daría a luz al coleccionismo más extendido en el mundo.

 

Primer día de emisión del sello y tercero de la filatelia española.

Como es bien sabido, la fecha oficial de emisión del sello adhesivo de correos en España fue el día 1 de enero de 1850.

Generalmente usamos el término “emisión” refiriéndonos a su fabricación y puesta en circulación. No obstante, debemos precisar ese concepto y definir que realmente la «fecha de emisión» de un sello es el día en el que oficialmente se acepta su uso para el franqueo de la correspondencia.

Esta precisión requiere que los estamentos oficiales determinen el día, con independencia de que el usuario del correo llegue a utilizarlo para franquear las cartas antes de esa fecha o no lo haga hasta días posteriores.

Suele ocurrir que la fecha de emisión es la misma que la de expendición. Es decir, que la fecha en que se acepta la validez del sello para franquear las cartas (fecha de emisión) sea la misma que la fecha en que se pone a la venta al público.

Sabemos que los sellos no se expenden en todas las estafetas y oficinas de correos el día de su emisión. Es más, en las más pequeñas nunca llegan a ponerse a la venta. En la actualidad, cuando para Correos el sello tiene una finalidad principal orientada al coleccionismo en lugar de postal como medio de franqueo, son mayoría las oficinas y administraciones que no disponen de sellos para la venta. En ese caso no existe fecha de expedición en esas oficinas pero, en cambio, sí serán admitidos los efectos postales franqueados por esos mismos sellos porque la no expendición en ese lugar no resta validez al sello oficialmente emitido y adquirido en cualquier otro lugar.

¿Y en caso contrario? ¿Qué ocurre cuándo la fecha de expendición o venta al público es anterior a la de emisión? Pues también lo contrario. El sello no es apto para el franqueo en ninguna oficina postal del país, ni siquiera en la que legalmente se hubiera podido comprar. En principio un sello no es apto para el franqueo de la correspondencia hasta que no se haya establecido su fecha de emisión. Es lo que sucedió en nuestro país con los primeros sellos.

El día 1 de enero de 1850 comenzó a usarse oficialmente la primera emisión de sellos formada por los valores de 6 cuartos para el franqueo de las cartas ordinarias y de 5 y 6 reales para las que se certificaran. El 5 reales destinado especialmente a las cartas certificadas nacionales y el 6 reales para las que del mismo modo fueran dirigidas a Francia y Bélgica (únicos países con los que España tenía convenio firmado). La segunda emisión (sellos de 12 cuartos y de 10 reales) aparecería un día indeterminado del mes de febrero y, unida a la primera, forman la primera serie de sellos de España.

Sin embargo, la fecha exacta en la que el primer coleccionista pudo adquirir esos timbres postales no fue el día de su emisión, sino el de su puesta a la venta, que fue distinta.

El periódico madrileño El Clamor Público del domingo 30 de diciembre de 1849 decía:

«Parece que desde hoy o mañana deben ponerse a la venta en los estancos los sellos para el franqueo previo de la correspondencia. Se venderán sueltos y por pliegos. Con dos objetos hacemos este anuncio: el primero porque lo creemos de utilidad general; y el segundo para evitar que algunas de nuestras apreciables suscriptoras, al mandar por dichos sellos a los asturianos que las sirvan, no se encuentren con alguna retahíla de motes nuevos para damas y galanes, que dicho sea de paso, no se descuidarán los que en estos últimos comercian, en tomar puesto juntito a los susodichos estancos.»

La edición del mismo día 30 de La Época afirmaba con más precisión:

«Desde este día se venden los sellos de seis cuartos para el franqueo de cartas y periódicos, y de cinco y seis reales para el certificado de las mismas, en los puestos siguientes:
En el patio de Correos.
Estanco de la Puerta del Sol.
id. del Cofre.
Id. de Platerías.
Id. de Santa Cruz.
Id. de Puerta Cerrada.
Id. del Progreso.
Id. de San Ildefonso.
Id. en la tercena mayor, advirtiendo que no podrán servir hasta el 1º  de enero de 1859″.

Un texto idéntico publicó el día siguiente el Diario Oficial de Avisos de Madrid bajo el título «SECCION CIVIL, Gobierno Político de la provincia de Madrid. Depositaría del gobierno político», firmado por Baltasar Anduaga y Espinosa, secretario.

Por lo tanto, el público pudo adquirir los sellos dos días antes de su emisión e incorporarlos a la colección de curiosidades que se conservan por el mero anhelo de posesión de las novedades, algo que siempre ha tenido un amplio número de amantes.

Y de forma similar debió suceder en el resto de España como se lee en el Diario de Barcelona del 30 de diciembre de 1850 respecto al Principado y su capital:

«Las administraciones de rentas de los partidos y todos los estancos de esta capital y sus afueras están provistos para espender al público de los sellos para el franqueo de la correspondencia. Los sellos para el certificado se espenderán solo por ahora en las citadas administraciones, en la depositaría de este Gobierno político y en los estancos que a continuación se expresan:
Rambla inmediato al Correo nº 127
Rambla frente al Liceo nº 83
Unión num. 6
Bellafila num. 6
Boters num. 2
Espasería num. 16
Plaza Sant Jaume num. 2
Plaza San Agustín Viejo num. 16
Gracia (Mayor) num. 155

Lo que he dispuesto se inserte en el Boletín Oficial y periódicos de la capital para conocimiento del público. Barcelona 30 de diciembre de 1849. Miguel Tenorio.»

 

1849. Primeras cartas franqueadas con sellos en España.

Visto el singular hecho de que el coleccionismo de sellos pudiera haber comenzado antes de que se emitiera el primero de ellos, sería lógico deducir que el primer coleccionista de España habría podido comenzar su andadura el domingo 30 de diciembre de 1849 con la compra de uno o los tres sellos que se acababan de poner a la venta.

Ahora bien, ese hipotético primer coleccionista sólo habría podido contar con ejemplares nuevos, ya que su utilización no era válida hasta el día 1 de enero. Cuando menos eso es lo que hubiera ocurrido en cualquier nación donde se cumplieran las disposiciones oficiales. Pero ese no era el caso de España. En nuestro país las leyes y las normas, en la práctica,  parecen estar hechas para infringirlas.

En el Diario Constitucional de Palma de Mallorca del 16 de enero leemos la siguiente noticia procedente de Madrid, referida a los días 30 y 31 de diciembre de 1849:

«Parece que ha sido bien recibida del público la disposición del franqueo previo de las cartas; la venta de sellos ha sido considerable en estos dos días y aunque la curiosidad haya entrado por mucho para aumentar el consumo, siempre es buena señal lo ocurrido.

Hemos oído decir que a pesar de que se anunció que sólo se daría curso a la correspondencia franqueada de ese modo desde el día primero de enero del presente año, el día 31 fueron tantas las cartas que entraron por el buzón con los sellos, que el señor director de Correos mandó que se remitieran a sus destinos, a pesar de lo dispuesto, por no causar perjuicio a los interesados.»

La nota finaliza con una curiosa observación:

«En cuanto a los sellos, nosotros habríamos preferido que fueran redondos en vez de la forma que tienen, por no ser tan fácil el que pudieran arrancarse; pero la preparación de goma que tienen por el reverso, les hace adherirse con solidez sobre la carta»

 

Éxito de la implantación del sello

En el discurso de ingreso en la Real Academia Hispánica de Filatelia(*) ya hice un análisis del penoso éxito del sello tras su implantación en España, particularmente deprimente si lo comparamos con lo que había supuesto 10 años antes la misma reforma en Inglaterra.

Ahora comentaremos únicamente las elogiosas noticias publicadas por algunos periódicos de la época, que más que crónicas parecen notas promocionales. Son quizá esas noticias las que dejaron grabada en la conciencia colectiva la errónea idea de que la aparición del sello fue una revolución que supuso un enorme incremento del volumen de la correspondencia circulada en España.

Decía La España del 4 de enero de 1850:

«Sellos de franqueo: La disposición para el franqueo previo de cartas ha sido perfectamente recibida por el público: el consumo de sellos que se ha hecho en los tres días  que hace que rige esta medida es muy considerable: la renta y el público es de presumir que ganarán bastante con aquella».

El mismo periódico afirmaba en su edición del día 8 de enero:

«En el Heraldo de anteayer leemos la siguiente nota que acredita la buena acogida que ha merecido del público la acertada medida del franqueo previo: He aquí el número de cartas franqueadas por medio de los nuevos sellos que se han echado en el correo de Madrid en los cuatro días del mes:

1º de enero……… 377
2º…………………… 714
3º…………………… 902
4º…………………… 935

Por estos números se ve que la nueva medida ha encontrado una acogida inmejorable, y que cada día se aumenta el de las personas que se aprovechan del cómodo sistema recién establecido. La medida ha empezado a funcionar bien y confiamos en que continuará mejor. Para completar estas noticias esperamos poder dar en breve un estado de cartas que han venido de las provincias a Madrid con los nuevos sellos.»  Los datos. Un promedio de poco más de 700 cartas diarias franqueada con sellos los primeros entre el 1 y el 4 de enero de 1850 no son cifras

A pesar de sus afirmaciones, un promedio de poco más de 700 cartas diarias franqueada con sellos, entre el 1 y el 4 de enero de 1850 en Madrid, no son cifras que justifiquen el entusiasmo del articulista acerca del éxito.

Y en aquel mismo sentido se manifestaban otros periódicos de España. El Diario de Barcelona, en su edición del 4 de enero afirmaba:

«El nuevo método de sellos para el franqueo previo de las cartas ha sido muy bien acogido y a pesar de los pocos días que está en uso son en gran número las personas que se han apresurado a aprovecharse de las ventajas que ofrece».

El 26 de febrero en La Época se podía leer:

“Si nuestros informes no son inexactos, la expedición de sellos para el franqueo de la correspondencia pública ha excedido, en mucho, los cálculos que se habían formado. En lo que va de año se han utilizado en toda España sobre catorce mil pliegos a doscientos cincuenta y cinco sellos cada uno. El presupuesto formado para todo el año era el de unos sesenta mil pliegos de los sellos de seis cuartos; más por el resultado que dejamos dicho, se ve que la cuarta parte de este número se ha consumido en el primer mes y medio. Los demás sellos, aún los más caros, han seguido en su venta la misma proporción que los más baratos.”

Sin embargo la noticia no merece ninguna credibilidad. Las cifras fueron, por el contrario, bastante distintas.  No es cierto que en el primer mes y medio, ni siquiera en los dos primeros meses, se utilizara tal cantidad de sellos porque sólo circularon en el interior del reino 561.784 cartas franqueadas.

Consiguientemente, por muchas cartas dobles que se franquearan, la cantidad de sellos utilizados nunca hubiera podido superar 612.000 unidades, equivalentes a 2.400 hojas, cifra muy lejana a las 14.000 hojas que el diario decía haberse consumido en ese período en nuestro país.

De hecho, frente a la cantidad presupuestada para todo el año de 60.000 pliegos (15.300.000 ejemplares) según el diario, la contabilidad nacional cerraría el año con unas ventas reales de 6.226.727 sellos de 6 cuartos  (24.418 hojas y media). Se cubrió únicamente el 40 por ciento de lo presupuestado, demostrando así el fracaso de las previsiones. .

Con ello no negamos que en algunos lugares las primeras remesas de sellos no fueran escasas y se agotaran rápidamente. Así sucedió, por ejemplo, en Berga. Según una noticia fechada el 3 de febrero,

«En ésta nos faltan sellos de franqueo y seguramente que tendrán mejor éxito que el que se creía, porque se ha acabado ya la remesa”.

También El Clamor Público reproducía una noticia fechada en Castro Urdiales el 23 de marzo que decía:

“Debemos denunciar a quien corresponda, que en esta villa carecemos hace más de un mes de los sellos para el franqueo, viéndonos precisados a encargarlos a otras poblaciones o retener las cartas que exigen este compromiso, puesto que se ha suprimido el antiguo sistema. Llamamos la atención de la autoridad competente, para que procure evitar los perjuicios que semejante falta ocasiona a los particulares y aún al gobierno mismo”.

La verdad es que si a muchos se les hubiera ocurrido lo mismo que al estanquero de Herradores de Madrid, no sería de extrañar que faltaran sellos. Leemos en el Diario Oficial de Avisos de Madrid, en el que un anuncio del sábado 23 de marzo rezaba como sigue:

“Se suplica a la persona que compró un cajón vacío de cigarros en el estanco de la plazuela de Herradores, y en el cual había dos pliegos de sellos de franqueo de cartas, tenga la bondad de devolverlos a dicho estanco.”

Y, como no llueve a gusto de todos, también encontramos muestras de disconformidad con las nuevas tarifas que acompañaron al sello.  Un ejemplo nos lo ofrece La Esperanza del 26 de enero, en un anuncio que finalizaba con la siguiente:

«Advertencia: Mediante a que por el nuevo arreglo de correos, el franqueo de libros cuesta lo mismo que las cartas, no se remitirá ningún pedido a provincias por dicho conducto, y sí por medio de ordinarios u otra vía que más acomode».

Un sueño para el coleccionista actual

La noticia más sorprendente la podemos encontrar en El Heraldo de Madrid del día 11 de enero:

«El miércoles cayó por el buzón del correo general toda la correspondencia del Banco de San Fernando, franqueada toda con sellos de a 5 reales, subiendo el número de ellos a 509. Además las cartas sencillas que entraron franqueadas con sellos de seis cuartos ascendieron a más de 1.100»

Es razonable poner en duda esta noticia. Se trata de demasiados sellos de alto valor. Las cartas certificadas no podían depositarse en los buzones ya que había que entregarlas personalmente en ventanilla y realizar los trámites administrativos que precisaban este tipo de envíos.

Sea cual fuere la cantidad, ¡Quién pillara hoy alguna carta circulada de esa remesa!

 

El primer fraude postal con sellos

¿No comentábamos el incumplimiento de las leyes en nuestro país? Pues no sólo se trata de que haya individuos que las violen, sino que parece tratarse de una competición o deporte nacional. Quien logra tener éxito y transgredir la norma, no sólo no esconde avergonzado su proceder antisocial, sino que hace alarde de su conducta.

El periódico El Clamor Público de la capital comunicaba el jueves 10 de enero:

«A propósito de sellos y de cartas, dícese que han llegado a Madrid algunas franqueadas, sobre cuyos sellos no se veía el de la administración del punto de donde proceden y cuyo descuido aprovechan algunos para defraudar a la renta. La manera es muy sencilla, según demostraba ayer en el callejón de la Paz un prójimo que acababa de recibir una de las cartas dichas. El sello adherido a ella había sido cortado con perfección admirable, y servirá probablemente para mandar la contestación gratis: preciso será por lo tanto ordenar que se inutilicen los sellos en correos, si se quiere evitar que con 24 mrs. se mantenga entre dos personas una correspondencia eterna».

Por ello unos días después ya se había tomado la decisión de crear un sello que evitara su reutilización con más éxito. Esa es la noticia que da La Esperanza el 26 de enero:

«Leemos en La Nación: Parece que por la dirección de correos, a fin de imposibilitar todo fraude o falsificación, se van a construir unos sellos que se usarán en las administraciones para inutilizar los de franqueo, de manera que una vez pegados a la carta, no puedan servir para otra, al mismo tiempo que si alguno se desprende se conozca que la carta iba franqueada, y no pueda exigir nada a la persona a quién va dirigida aún cuando a su poder llegue sin sello». Iba a nacer el célebre matasellos, por todos conocido, como la Araña:

El sufrido lector que haya tenido paciencia para leer este artículo  habrá tenido oportunidad de comprobar que también la lectura de la prensa de una época puede ser fuente importante para el estudio de la historia. Y sobre todo, para captar ese específico ambiente de cada momento histórico de un país o una ciudad. Es algo intangible, un conjunto de sensaciones genéricas que acompañan, iluminan y dan el justo sentido a los hechos que al historiador le resulta, en general, muy difícil de describir.

 

 

 

Nota
* Enero-marzo de 1850. Los tres primeros meses de vida del sello español. Discursos Académicos XII. Madrid, 2001