Actualidad, Opinión — 23 de enero de 2016

La lección de una extraña subasta

por

Hacer una lectura positiva de cualquier experiencia extraña, intrascendente o incluso negativa, es una tarea que olvidamos con frecuencia. Esta reflexión viene a cuento de una subasta de bibliografía realizada el pasado mes de diciembre cuya primera parte estaba formada por buena parte de la biblioteca de Francesc Graus.

Al igual que sucede con multitud de sucesos, esa subasta puede ser contemplada desde muchos puntos de vista. La calificación de extraña proviene de haber sido organizada de un modo poco ortodoxo o, cuando menos, de forma muy distinta a lo habitual en este tipo de ventas.

Soler y Llach Subastas Internacionales S. L. es una empresa de reconocido y merecido prestigio; sus catálogos, al menos en el ámbito filatélico se pueden considerar, como mínimo, uno de los dos mejores de España. Por eso, este artículo no pretende cuestionar la subasta en sí misma, sino extraer alguna enseñanza a partir del hecho de que en esta ocasión la redacción, organización y descripción de los lotes ha sido muy diferente a lo que nos tiene acostumbrados en el ámbito de las subastas de filatelia.

A tenor de los lotes que he podido examinar personalmente, he encontrado descripciones incompletas, (1) confusas (2) e incluso erróneas;(3) Por ello no es extraño encontrar en el índice a un mismo autor relacionado con varios nombres distintos(4) y, en cambio, falten otros.(5) Por otra parte, observamos piezas que no estaban correctamente ordenadas en su sección  correspondiente,(6) y lotes de conjunto formados sin ningún criterio lógico.(7)  En cuanto a las pujas iniciales, si bien algunas fueron altas a tenor de su verdadero valor de mercado,(8) muchas eran ridículamente bajas. (9)

El resultado de la venta en su conjunto fue un éxito por el volumen de realizaciones y por la elevada concurrencia de compradores tanto en sala como por teléfono e internet; máxime si tenemos en cuenta el contexto de crisis general que afecta a todos los obuenos de colección: pintura y arte en general, filatelia, numismática, antigüedades, etc.

Veamos las piezas que se adjudicaron más caras:

Fig. 1

Fig. 1 Escudo de los Stúñiga, Estúñiga o Zúñiga.

1º.- El precio más alto lo consiguió el lote 188, adjudicado en 5.000 €, es decir, casi 17 veces su puja inicial de 300 €. Es un librito titulado «Itinerarium ab Hispania usqua ad Urbem Romanam…», escrito en latín que narra el viaje de Diego López de Stúñiga (Jacobi Lopidis Stunicae) a Roma, donde fue impresa en tipografía gótica la primera edición de 1521.

En realidad se trata más bien de una obra de temática religiosa y sólo tiene poco más de dos páginas referidas a la parte española del viaje de Cartagena a Roma. Su significativo interés radica en ser el más antiguo libro impreso en España susceptible de incorporarse a una biblioteca especializada en temática postal, aún cuando sea de refilón, al describir un itinerario.

Fig. 2

Fig. 2

2º.-  A continuación encontramos el lote 596 «Lo styl que es deu tenir en lo escriure» de Tomás de Perpinya que salía en 1.500 € y se adjudicó en 4.200 en favor del Estado que hizo valer su derecho de tanteo en favor de una institución catalana. La obra de Tomas de Perpinya es el único formulario de escribir cartas  impreso en catalán en el siglo XVI. Esta edición, no la referencia Palau y es la primera vez que la vemos en el mercado. Pese a necesitar una adecuada restauración es una pieza excepcional.

Fig 3

Fig. 3.- Itinerario de Antonino Augusto Caracalla (siglo XVI?)

El lote 190. Un manuscrito que Francesc Graus consideraba la pieza más importante de su biblioteca. Se compone de 135 folios (10) caligrafiados en escritura capital romana con tintas roja y negra. Su título reza así «INCIPIT ITINERARIVM PROVINCIARVM OMNIUM IMP- ANTONINI AUGVSTI» y está precedido por el ex-libris de D. Andrés Valdecañas y Piédrola cuyo hermano Antonio José fue el primer conde de Valdecañas.
La valoración inicial de 50 € subió un 4.000%, hasta adjudicarse en 2.000 €. Muy probablemente no subió todavía más  porque en el catálogo se fechó en siglo XVIII (1700) en lugar del sigilo XVI como se hizo con motivo de la exposición de bibliografía postal (Posthistex) celebrada en el Instituto Británico de Barcelona el año 1976.

Me atrevo a decir que su comprador hizo la mejor adquisición de cuantos participaron en esta subasta.

—–      —–

Poco interés tendría este análisis si nuestras consideraciones acabaran aquí. Como decía al principio debemos extraer lo positivo de nuestras experiencias indagando sus orígenes.

Se ha dicho antes y lo repito de nuevo: la subasta, en su conjunto, considerada globalmente, fue un éxito. Y ahí surge un interrogante ¿a qué fue debido ese buen balance final?

En mi opinión son dos los factores principales de su resultado exitoso.

1. La incorporación de la filatelia a un mercado global.

Los mercados filatélico de los distintos países se desenvolvían con poca interrelación en las décadas de los 60 y 70. Por aquel entonces la posibilidad de viajar al extranjero permitía acceder a bolsas comerciales y subastas donde se encontraba mucho material de colección a precios ventajosos. Con esa operativa crecieron los más importantes profesionales de la época.

Los catálogos de las subastas americanas, inglesas o alemanas llegaban sólo a una minoría muy reducida de coleccionistas y profesionales que, a su vez, tenían dificultades para participar en ellas. De hecho, los coleccionistas no compraban en las subastas extranjeras, al menos directamente; era un reducto limitado a una exclusiva minoría de comerciantes. El desarrollo de las comunicaciones y especialmente Internet han derribado fronteras. Se ha impuesto la globalización.

La organización de las subastas tienen hoy menos importancia. Antes a un modesto subastador le suponía una gran dificultad acceder a sus potenciales clientes. Era muy importante disponer de un buen fichero de coleccionistas en activo, la lejanía generaba gran desconfianza, un sello importante necesariamente debía ser ofertado por una casa de subastas de primer nivel, si no quería correr el riesgo de pasar desapercibida y malvenderse.

No podemos negar que un buen catálogo respaldado por una firma de prestigio, en la actualidad sigue siendo un elemento comercial importante, pero mucho menos que antes. Hoy basta que el objeto a vender esté visible (por supuesto un catálogo bien confeccionado y con descripciones precisas y completas siempre es mucho mejor).

2. Madurez del coleccionista

El aficionado actual no tiene la dependencia del comerciante como ocurría, en general hasta mediados del siglo pasado. Sus conocimientos y criterio le facultan para decidir lo que quieren comprar sin necesidad de consultar al profesional.

Las subastas ya no son un coto casi exclusivo de determinados comerciantes y ahora acude a ellas con toda facilidad el particular compitiendo directamente con el profesional. Por supuesto, como siempre, no hay que generalizar demasiado porque podemos encontrar comportamientos de todo tipo.

Entiendo que así se bebe interpretar el feliz resultado del remate de la biblioteca Graus.

Para acallar a los pesimistas nada mejor que mostrarles la buena salud del coleccionista que no está dispuesto a permitir que se malvendan las piezas de interés aunque corran malos tiempos en lo social, lo político y lo económico.

 

 

 

Notas:
(1) Entre otros, el lote 316 que se describe como «1897. REVISTA. (FILATELIA). MADRID FILATELICO. 2 cajas con centenares de números de la revista desde 1897. Buen estado de conservación. Encuadernadas». Ese texto no da a entender que se trata de una colección muy completa de esta centenaria publicación desde sus inicios en 1897 hasta 1971 y de la que 32 años están encuadernado en sendos volúmenes. Seguro que esa incompleta descripción fue la causa de se adjudicara a la salida (100€), lo que equivale a una décima parte de lo que costaría la encuadernación de los 32 tomos. 

(2) Aquí podríamos señalar unos cuantos lotes de conjunto, pero baste con el nº 388. El apartado BIBLIOGRAFIA FILATELIA ESPAÑA Y EX-COLONIAS teóricamente está ordenado cronológicamente y ese lote está situado en 1952 porque  el libro de referencia (de escaso interés, tiene esa fecha. Sin embargo, como quien no quiere la cosa, ahí estaba el Manual de Vergés de Cardona, del que no se dice ni que sea el primer catálogo de sellos publicado en España ni se menciona a su autor, por lo que en una lectura rápida puede pasar desapercibido, pero no fue así; la puja inicial era  de 40 € y se adjudicó en 1.900 €.

(3) Como por ejemplo el nº 1 del catálogo, cuya descripción da a entender que es un itinerario de Antonino cuando no lo es. Así mismo es erróneo fecharlo en el siglo XVI, pues la propia escritura revela que se trata de una obra muy posterior.

(4)  Si busca las obras de Bernardo Espinalt, l as encontrará en tres epígrafes: como «ESPINALT Y GARCIA, Bernardo»; como «ESPINALT Y GARCÍA», o simplemente como «ESPINALT»

(5) Además de los ya citados, uno significativo es el lote 97 («Noticia Geográfica del Reyno y Caminos de Portugal») que puede parecer de escaso interés para el coleccionista español, al no señalar que su autor es Campomanes.

6) Asó ocurre con el Atlas de Thomas López de 1757. No sólo no está en la sección de mapas de España, sino que se colocó en la sección de bibliografía filatélica cuando es de una época muy anterior a la existencia de la filatelia.

(7) Los lotes formados por varias obras, en su mayor parte se han formado sin criterio alguno de forma que se entremezclan en ellos temáticas diversa épocas y temáticas diferentes, por lo que facilitan que sólo sean aptos para un comerciante que luego venderá a cada coleccionista lo que sea de su interés.

(8) Principalmente por esa causa, al acabar la sesión habían quedado sin venderse 217 lotes de los 728 que había en total (casi el 30%).

(9) Hemos visto que dos de los tres lotes más valiosos de la subasta tenían unas bases de partida ridículamente bajas; pero no fueron casos aislados. Mientras unos lotes no se vendían, algunos lo hacían a la salida o poco más, otros multiplicaban la puja inician antes de su adjudicación.

(10) Según el catálogo de la subasta tiene 132 págs. pero no es así a tenor del juego de fotocopias con el que hace 40 años me obsequió cuando preparábamos la Posthistex.