2001, Fue noticia — 30 de junio de 2001

La resurrección de los muertos

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He podido asistir a la Exposición Mundial de Filatelia celebrada en Bruselas, que los dirigentes de la F.I.P. (Federación Internacional de sociedades de coleccionistas de sellos) ahora vienen a denominar «campeonato mundial» en un afán de vulgarizar estos eventos en los que debieran hacer más hincapié en su componente cultural y de estudio que en los competitivos.

Al salir de Barcelona tuve conocimiento de la luctuosa noticia que víaPostal nos participaba, con gran publicidad, en todos los medios de comunicación:

Después de 151 años el sello pasa a mejor vida

Quedé profundamente conmovido. Me encontraba desolado. En el avión procuré distraerme preparando una conferencia que debía dar dentro de unos días en la Fundación Albertino de Figueiredo con el título: «Cómo fue, cómo es y cómo nos gustaría que fuera el comerciante de filatelia». Pero me era imposible. Multitud de fantasmas aparecían en mi imaginación impidiéndome razonar de forma serena y coherente: cuarenta años dedicados al sello, a su estudio, a su coleccionismo y ahora había muerto. ¿Para qué la conferencia? ¿Qué importancia podía tener el preguntarnos cómo nos gustaría que fuera el comerciante si el objeto de su comercio había muerto?.

La noche fue una auténtica pesadilla. ¿Cómo reaccionarían ante tan grave noticia tantos y tantos millones de coleccionistas como hay en el mundo? Por supuesto que la desazón haría mella en todos ellos, como me sucedía a mí. No es que a mí precisamente me afecte de una manera fundamental el sello moderno, el sello actual. De hecho ni siquiera conozco muchas de las emisiones actuales porque concentro mi actividad en la filatelia anterior a 1950 y en la Historia Postal; pero, aún así, la muerte del sello (pensé) ha de implicar un cambio importante en el coleccionismo filatélico. Aunque esté demasiado arraigado en todos los lugares como para desaparecer o verse gravemente afectado ante su desaparición, el de las nuevas emisiones, sólo afectiva y sicológicamente se trataba de un golpe muy duro.

El día estaba nublado. Negros nubarrones, que dejaban caer ligeras gotas de agua, hacían presagiar una tormenta inminente. A pesar de que los primeros calores intensos del año habían hecho su aparición unas jornadas antes, aquél era un día más que fresco, frío, sombrío y nada acogedor. Parecía que la climatología quería manifestarse en sintonía con los sombríos pensamientos con los que todos los filatélicos debían verse atormentados ante la necrológica noticia que nos participaba víaPostal.

BÉLGICA’2001: ¿La resurrección de los muertos?
Pero cuando el metro efectuó su parada en la estación que daba acceso a la exposición BÉLGICA´2001, algo me conmovió. Como un aluvión, la mayor parte de los pasajeros, que abarrotaban aquellos vagones, salía en la misma dirección que yo. Al asomar a la calle pude divisar el palacio ferial donde se celebraba la Exposición: me encontraba en medio de un río de gente que caminaba hacia su entrada. Sin embargo no parecía que el estado de ánimo de aquellos hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y niños fuera el propio de quien acude a un entierro.

Desde luego aquello no se trataba de un funeral. Un gran gentío alborozado y con ilusión corría a formar largas colas en varios lugares. Por supuesto que tampoco daba la impresión que acudiera a manifestar el duelo por el fallecimiento de la estampilla postal.

Inquieto, y más que inquieto impaciente, inquirí en el porqué de aquellas concentraciones de gente. En un pabellón jóvenes y niños ocupaban todas las sillas dispuestas ante un escenario en el que se representaba un espectáculo y se celebraba un sorteo filatélico. Otros formaban colas ante mostradores en los que personal del servicio postal belga les enseñaban diversos aspectos de su profesión y del uso del sello. Otros asistían a stands en los que veían como se realizaba el diseño de los sellos que en sus motivos daban a conocer la fauna mundial. Al fondo divisé unas colas más largas de coleccionistas, aficionados y curiosos que pretendían comprar una emisión nueva. Al acceder a otro pabellón muchos eran los que se mostraban extasiados en la contemplación de las colecciones expuestas. Ante los stands comerciales gran número de coleccionistas, dispuestos a completar sus colecciones, pugnaba por examinar el material que los “dealers” llevaban.

En otro escenario se nos ofrecía un concierto, para relajar el espíritu y recordarnos el carácter cultural de nuestra afición. Un impresionante conjunto de piezas reunidas por primera vez, procedentes de diversos museos postales de Europa, de varias administraciones postales y de colecciones privadas nos daba una visión extraordinaria de la historia del correo a través de los siglos en diversos lugares del planeta. Ahí se mostraban piezas singulares como una tablilla de arcilla mesopotámica, un mensaje grabado en cera transportado por el correo que Roma tenía establecido el siglo III a.d.C. o una rótula, “rotularius” o rollo medieval de varios metros de longitud (estos rollos contenían cartas y réplicas y consistían en numerosos pergaminos cosidos de principio a fin, que transportaba el correo de monasterio en monasterio). Un rollo podía tardar meses en llegar y ser extremadamente voluminoso al final de su viaje. El rollo que anunciaba la muerte de la Abadesa Matilda -hija de Guillermo el Conquistador- en 1113, era casi de 65 pies -20 metros- y había transcurrido por 252 casas religiosas. Los rollos monásticos de este tipo se conocen desde principios del siglo XII y subsistieron hasta mediados del XVI. Títulos de nombramiento de los primeros hostes de Correos en los Países Bajos concedidos por Felipe el Hermoso a los Tassis, libros del correo, cuños de estampación de marcas, elementos de impresión de los primeros sellos en Bélgica, cartas de períodos diversos, y un largo etc.

 Pero en el fondo del último pabellón era donde se veía una mayor acumulación de gente. Espoleado por la curiosidad acudí a conocer el motivo que concentraba tanto interés: era la obtención de sellos personalizados, es decir, sellos que están unidos a una viñeta en la que se encuentra impresa la foto del individuo que lo solicita. Inmediatamente comprendí que no se trataba de incorporar la foto propia a la compañía de un muerto. Los que allí acudían no eran degenerados necrófagos que se alimentan de cadáveres.

Si hubiera sido verdad que el sello había muerto, significaría que había sido transportado a otro mundo en el que me encontraba presenciando LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS. Pero no, el sello sigue gozando de la misma buena salud que cuando se inició el uso del franqueo mecánico y los más pesimistas agoreros presagiaron su muerte; o cuando los pájaros de mal agüero, ante las falsificaciones de principios del siglo XX, anunciaron la defunción de la filatelia.

No. No. El sello no ha muerto. Lo que pasa es que estamos ante un nuevo caso de estupidez humana. Ya dicen las Sagradas Escrituras que el número de los estúpidos es infinito.

Con el ánimo de provocar una reacción en el lector, o en el televidente, víaPostal ha tenido la desgraciada ocurrencia de dar una noticia sensacionalista que es falsa, tanto en su origen como en la consecuencia que deduce. Pero, ¡Pobrecitos! A estos señores, seguramente les debemos perdonar su ignorancia porque son nuevos en esto del correo. El primer efecto postal prepagado data de 1819, cuando se crearon los famosos “cavallini” en Cerdeña, lo mismo que los sobres Mulready impresos en Inglaterra en 1840, los primeros sobres entero postales del cantón de Ginebra en Suiza y luego las tarjetas entero postales, los sobres entero postales para diversos usos impresos en casi todos los países a lo largo de más de un siglo, etc.

Claro que todo eso lo desconocen “los aprendices de empresa de transporte de la correspondencia” cómo habría que calificar a estos señores que anuncian como “Llega la primera de las muchas revoluciones que aportan las nuevas tecnologías de víaPostal: el sobre prepagado”.

Quizá muchos de estos conceptos les suenen a chino a los que ahora comienzan la andadura postal. Y si todas las nuevas aportaciones “revolucionarias” fruto de las “nuevas tecnologías” son como la de los “sobres prepagados” mucho me temo que puedan estar abocados a un fracaso estrepitoso.

¿EXIME DE RESPONSABILIDAD LA IGNORANCIA?

Es razonable pensar que la intensa campaña que difunde la falsa noticia de que el sobre prepagado es fruto de las nuevas tecnologías de viaPostal y, sobre todo, que el sello haya muerto, dicho así, de forma tajante y sin más adjetivos, cause un daño importante al mercado filatélico.

Los estamentos responsables de la salud del sello de correos y de la filatelia: Unión Postal Universal, Correos y Telégrafos de España, Federación española y sociedades de coleccionistas, así como las asociaciones de comerciantes, deben buscar contestación a esta pregunta y luego actuar en consecuencia. En nuestro derecho, quien resulta responsable de causar un daño a otro individuo o a una colectividad, debe repararlo, ya sea indemnizando, ya sea con una nueva campaña de prensa, radio y televisión que rehagan los deterioros producidos en la imagen, en este caso, del sello.