La serie falsa de Ferrocarriles

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La huella del falsificador 021

Publicado en El Eco Filatélico y Numismático

 

Hoy prestaremos atención a una falsificación efectuada en la postguerra española. Nos limitaremos a estudiar el valor de 10 pesetas, ya que contamos con un espacio que no permite extendernos a un estudio más completo. Ello no obstante, nos brinda una doble ventaja: por un lado el autor tiene menos trabajo y por otro el lector se evita el aburrimiento de una lectura de áridos textos sobre falsificaciones.

En las figura 1 y 2 se reproduce una muestra de los ejemplares sometidos a estudio

Figura 1 y 2

La serie conmemorativa del X Congreso Internacional de Ferrocarriles vio la luz el 13 de mayo de 1930 y su uso fue válido únicamente tres días: ese mismo día 13, el 14 y el 15.

Denunciaba Martínez Pinna que, por alguna razón ignota, Gálvez señaló la fecha del 10 como día de la emisión a partir de la edición de 1933 de su catálogo. Allí afirmaba que el período de validez de la emisión fue desde el día 10 hasta el 21 de mayo; esas fechas fueron repitiéndose en las ediciones posteriores.

Dado que el primer catálogo Edifil se elaboró en base al de Gálvez, también incorporó, hace más de 45 años, este dato equivocado. Los estudios de Martínez Pinna, editados por la propia empresa Edifil, han servido para subsanar el error en la versión especializada, pero la edición normal del catálogo Edifil continúa impertérrita dando como fecha primera de circulación el día 10.

Es creencia aceptada universalmente que, de esta emisión, sólo se falsificaron dos valores: el más alto de los sellos de correo ordinario, el 10 pesetas, y el 20 céntimos destinado a la correspondencia urgente. De este último mostramos en las figuras 3 y 4 sendos ejemplares, auténtico y falso respectivamente.

Figura 3 y 4

Como hemos dicho nos ceñimos hoy al 10 pesetas. Utilizaremos para su estudio la lupa; una de las herramientas fundamentales del experto y,  junto a las pinzas, la más importante de todo coleccionista: la lupa.

Lo que de lejos parece una cosa puede resultar ser otra cuando la contemplamos de cerca. Lo que no se aprecia a simple vista se revela con facilidad al aumentar su tamaño.

Veamos unos detalles de este sello:

Figura 5 y 6

Una generosa ampliación de la banderola-semáforo que se dibuja en lo alto de la torre, más allá de la locomotora, nos permite ver la característica más conocida del sello falso, sobre todo tras ser divulgada en sus estudios por el Dr. Luis Blas y reproducida por Martínez Pinna. Se trata del pequeño punto de color que tiene el falso a la izquierda de la torre y próximo a ella. Lo podemos contemplar en la figura 6, identificado con la flecha nº 10. Por el contrario en la figura 5, en la misma zona, remarcada con un círculo y el nº 2, observamos que el sello original carece de punto de color alguno.

En esas mismas imágenes debemos fijarnos también en los espacios blancos señalados 1 a 4 y 6 a 9 que de forma irregular y variable aparecen en los falsos, siempre con una mancha de color en medio de ellos (5). Esa mancha es irregular y variable en los diferentes ejemplares falsos; pero no se aprecia de la misma forma en los auténticos. Por el contrario la banderola del sello auténtico siempre tiene una zona blanca tras las cuatro líneas verticales de la izquierda como señala la flecha nº 1.

Fijemos ahora la vista en el extremo superior izquierdo del sello, en la esquina que forman las lineas que enmarcan la leyenda superior.

El lector puede observar en las figuras 5 y 6 que la esquina superior izquierda está seccionada en su parte exterior, por lo que la línea de encuadre sólo forma un ángulo recto por la parte interior.

Figura 7 y 8

Nótese que en el falso la línea mantiene su grosor hasta el final, de forma que tanto su parte interior como su parte exterior muestran la forma de ángulo de 90º (figuras 7 y 8)

La terminación en punta de los falsos no siempre nos muestra con claridad su diferencia con la esquina chata o cortada de los auténticos. El diferente tintado de la impresión, tanto de uno como de otro, las puede hacer bastante semejantes.

Figura 9 y 10

Las figuras 9 y 10 nos revelan las diferencias en la leyenda de la cabecera del sello. Básicamente se aprecia una peor definición de las letras en el falso, estando mejor perfiladas en el sello auténtico. Eso se percibe mejor en las esquinas terminales de las letras I,N,T,E y F, que en la falsificación resultan redondeadas. También en la base de las cifras “1”, igualmente con esquinas redondeadas en el falso y formando ángulos rectos en el sello original.

¡Sorpresa!: Montseny tenía razón.

Antonio Montseny, en su obra “Las Falsificaciones del Sello Español” publicada en 1966, página 178, dice que la serie completa de correo ordinario fue falsificada por Serraller, y que lo hizo con total perfección excepto los valores de 10 pesetas y 20 céntimos urgente, por lo que la idea general es de que sólo se han falsificados estos dos sellos.

Martínez Pinna, al que no se escapaba prácticamente nada de lo que se había publicado, recoge la opinión de Montseny pero sin darle crédito. Dos razones tenía para no creer en ella: en primer lugar Montseny no fue un autor excesivamente riguroso y el contenido de su libro no puede aceptarse más que con reservas. Por otra parte no aporta argumento alguno que juste su afirmación.

Hace unos años llegaron a mi poder las planchas metálicas de casi todos los valores de la emisión; y en el caso de alguno de ellos, no una plancha, sino varias. Véase la figura 11.

Figura 11

Serraller era el director del “Boletín Filatélico IBSE” editado en San Sebastián en 1939 que en su primer editorial escribía: “Nacemos cuando aún suenan fuertes los clarines de la Victoria, que reciben, haciendo realidad la canción gloriosa de nuestra Falange, a las banderas que vuelven victoriosas al paso alegre de la paz. Paz a la que nosotros recibimos brazo en alto en el puesto que nos deparó la guerra y con la satisfacción de haber cumplido con nuestro deber como católicos y como españoles”.

No confundamos el “Boletín Filatélico Español” que se publicaba en San Sebastía y dirigía Juan Mancheño que en 1944 denunció la falsificación (IBSE, San Sebastián) con el Boletín Filatélico I.B.S.E. dirigido por J. A. Serraller,  también publicado en San Sebastián en 1939 aunque de esta revista sólo vieron la luz dos números en septiembre y octubre de 1939. El primero denunció la falsificación, el segundo, si hacemos caso a Montseny, la llevó a cabo.

Tenemos las pruebas de que se quiso llevar a cabo una falsificación a gran escala, pero no abundan los peligrosos falsos de 10 pesetas y urgente de 20 céntimos, ni se ha denunciado nunca la existencia de todos los demás valores. ¿Fue realmente un intento fallido?