Prefilatelia — 29 de septiembre de 2015

La Torre de Babel

por

Texto revisado y corregido del artículo
publicado en Atalaya Filatélica (junio 2013)

 

“Confundamos su lenguaje,
de modo que no entienda
cada cual el de su prójimo”
(Génesis 1,10)

La falta de rigor en el uso de la lengua es un problema grave. A él he hecho referencia en más de una ocasión y no creo que ésta vaya a ser la última.

La degradación del lenguaje conduce a la confusión. Cuando alguien se expresa atribuyendo un significado específico a una palabra determinada y el interlocutor interpreta ese término como referido a un concepto distinto, la comprensión entre uno y otro es prácticamente imposible.

Por esa razón se es necesario definir con toda claridad los términos utilizados en nuestros trabajos y estudios de Historia Postal. De lo contrario será como si cada uno hablara en una lengua distinta y reproduciremos, en otra dimensión, el castigo bíblico de la torre de Babel. Algo que sólo ofrece un fruto amargo, la confusión; y con ella, la incapacidad para terminar de construir la torre; en nuestro caso, de finalizar con éxito nuestros estudios.

Hoy escogeremos como ejemplo el estudio de las marcas “P.P.” o “PP”.

Los significados de las marcas PP

Tres son los significados con los que se crearon estas marcas:

1.- P.P.= Porte Pagado.

Cronológicamente esta es la primera dada a la marca manuscrita “P.P.” al ser creada en el siglo XVII. Pero hay que ser muy cuidadosos para interpretar correctamente a qué tipo de portes se referían. El término “porte” no tiene necesariamente naturaleza postal.

En los siglos XVI y XVII se encargaba con frecuencia el envío de cartas a arrieros, cosarios, trajineros y porteadores en general que las transportaban junto a las a mercancías que llevaban. Por lo general en esos casos los portes manuscritos que figuran en parte frontal de las cartas, no era el de conducir la correspondencia, sino el coste de transportar la mercancía a la cual se adjuntaba la misiva. Distinguir esa diferencia entre unos y otros portes es fundamental y no hacerlo conduce a auténticos disparates.

No crea el lector que esa observación es banal. Por poner un ejemplo, en un estudio presuntamente serio, se cita el porte de una carta de 1583 por valor de 1.200 reales de vellón. El autor para remarcar el alto coste de transportar ese papel y al mismo tiempo despejar la posibilidad de que se tratara de una errata, hace la conversión a maravedís. Pero no se necesita a un experto en historia postal para detectar el error. Es suficiente un poco de sentido común. Si por aquellas épocas el porte habitual de una carta sencilla era de medio real, es imposible que una carta pudiera costar de Córdoba a Medina del Campo 2.400 veces más que otra de porte sencillo.

Las primeras marcas de cuño de este tipo en España, aunque estampadas en nuestro territorio, pertenecen al correo  militar de las tropas francesas. En ellas figuran las letras “P.P.” y a continuación la unidad del ejército desde la cual se remite el escrito. En esas marcas “P.P.” es la abreviatura de “Port Payé” equivalente de la expresión castellana “Porte Pagado” y para sellar las cartas que habían pagado en origen su porte hasta destino.

Lo mismo sucedió durante la ocupación napoleónica, cuando parte del territorio nacional fue anexionado al sistema postal Fig 02 - PP administración postal francesafrancés. En este caso las letras «P.P.» se colocaban cada una al lado del número del departamento postal correspondiente (90, 132 ó 133) y debajo el nombre de la administración postal (BARCELONNE para el primero, FIGUÉRES o GIRONNE para el segundo y PUYCERDA para el tercero). Fueron utilizadas entre 1808 y 1828.

 2.- P.P.= Porte Parcial

En 1815 se reformaron las tarifas de la correspondencia dirigida al extranjero; pero no sólo el importe de las tarifas, sino también la forma de hacer los envíos de cartas.

Salvando contadas excepciones, hasta entonces no se podía franquear la correspondencia enviada al extranjero y el porte total lo había de pagar el destinatario; de la misma forma, el receptor español pagaba el porte íntegro de las que recibía procedente de fuera del territorio nacional. La reforma de 1815 supuso un cambio radical: las cartas dirigidas al extranjero debían abonar en origen el pago de una parte de los portes: los correspondientes a su trayecto por territorio español, es decir, desde su origen hasta el lugar de la frontera donde se hacía el cambio con Francia. El resto lo habría de abonar el destinatario. Con este fin el correo español creó las primeras marcas “P.P.” de cuño cuya correcta interpretación era: “Porte Parcial”.

Este tipo de marcas perdió su significación cuando entraron en vigor los convenios postales firmados en 1849 con Francia (15 de julio) y Bélgica (1 de octubre). A partir de entonces volvió ser imposible franquear la correspondencia al extranjero a excepción de la correspondencia ordinaria a Italia y de los certificados a Francia y Bélgica (orden del 1 de diciembre de 1849). En los certificados a estos dos países, el franqueo era obligatorio por la totalidad y carecía de sentido el uso de las marcas de franqueo parcial.

Fig 04 - PP en 1851 a ItaliaFig 03 - 1841 PP-SANTANDER - PORTE PARCIAL

 

 

 

 

La carta con marca “P.P.” de Santander está fechada en 1841, corresponde al período normal de uso de las marcas de porte parcial. La carta de Almería a Génova circuló en 1851, en ese momento ya sólo se franqueaban hasta la frontera las cartas a Italia como hemos dicho, de ahí la mayor rareza de las marcas de porte parcial durante esos años.

Sorprende que estas marcas sólo fueran utilizadas en 12 administraciones de únicamente 11 demarcaciones postales, o al menos esas son las que el¡n la actualidad se conocen. Marcas formadas exclusivamente por las letras “P.P.” sólo se conocen en 8 administraciones (Zaragoza, Barcelona, Pamplona, Tudela, Burgos, Sevilla, Cádiz y Palma de Mallorca). En Madrid la marca creada bajo las letras “P.P.” se puso la “M” coronada (identificativa de la administración principal de la capital) y en otras tres poblaciones figuraba el nombre de la administración (Coruña, León y Santander). Sin embargo se desconocen las fechas de uso tanto en La Coruña como en León.

Caso aparte son las marcas únicamente utilizadas en período filatélico como matasellos (Salamanca, Valladolid y Mahón) pues sólo fueron cancelaciones sin ningún otro significado postal.

Salvo Barcelona (1838) y Madrid (1839) las marcas “P.P.” conocidas fueron usadas a partir de 1840; lo que también es sumamente extraño, porque lo lógico hubiera sido crearlas tras la reforma de 1815, es decir, cuando se comenzó a exigir el franqueo parcial de las cartas al extranjero.

 3.- P.P.= Porte PeriódicosFig 05 - Portes Periódicos oficio

Por último conocemos la creación de un sello especial “P.P.” “que no tendrá más efecto que para puramente los periódicos que salen de esta corte, como signo de franqueo”.

La propia circular reproduce la comunicación del Director General de Correos de fecha 9 de abril de 1836 en la que dice. “Apruebo el sello que V.S. ha mandado hacer con el objeto de que sirva exclusivamente para el porteo de periódicos y que me remitió para su examen con oficio fecha de ayer y en atención a ser necesario y en atención a ser necesario que esta disposición la sepan los administradores principales de Renta, autorizo a V.S. para que le de el oportuno aviso por medio de circular”.

Y para que no quedara la menor duda sobre esa marca se mostraba estampada dos veces en el margen superior del oficio. Está comprobado su uso en Madrid entre los años 1836 y 1838.

A continuación se reproduce una faja de periódico utilizada para el envío del Boletín Oficial de Pamplona a Cortes el 15 de abril de 1853 con la marca “P.P.”Fig 06 - 1853  PP de Pamplona como impresos porte pagado

Usos anómalos de las marcas PP

El hecho de que las mismas iniciales fueran utilizadas en marcas con tres significaciones diferentes, es motivo suficiente para entender la necesidad de un estudio cuidadoso cuando se nos la veamos estampada en un efecto postal a fin de interpretarla correctamente.

Fig 07 - 1870 Pamplona Impreso con PPEspaña no se ha caracterizado por un meticuloso cumplimiento las normas postales y en concreto en el sellado de la correspondencia y esa otra razón para ser precavidos a la hora de la clasificar las cartas con las marcas “P.P.”

Así como hemos visto  tres clases de correspondencia diferentes que debían sellarse con las marcas  “P.P.” hay otros tres supuestos en los cuales también se aplicaron aunque esta vez como consecuencia de una interpretación laxa o incorrecta de la legislación postal.

4.- Como indicativo de impreso ya franqueado

Obsérvese a la izquierda este curioso caso. Se trata de un impreso del cual sólo se conserva su contenido pues el nombre del destinatario y su la dirección se perdieron al haber estado escritos en la faja con la que circuló. La fecha es muy tardía (1870). El funcionario de correos consideró equivalentes los conceptos “impresos” y “periódicos”.

5.- Como marca de franquicia

Fig 09 - 1855 PP de Pamplona como franquiciaVeamos ahora, a la derecha, la carta del Administrador de correos de Pamplona dirigida al Ayuntamiento de Ysaba. Según su texto fue fechada la Nochebuena del año 1855, aunque se sellaría el día de los Santos Inocentes. No nos hayamos ante una inocentada. La carta gozaba de franquicia y para ello bastaba el sello de la Administración postal, sin embargo para despejar cualquier duda, estamparon a la salida el “P.P.”

Está claro que el funcionario no pensaba que “P.P.” significara “Portes Pagados”, ni mucho menos “Porte Parcial” o “Porte Periódicos”. Simplemente deseaba remarcar la franquicia que le eximía de la obligación de pagar portes a fin de que circulara como si estuviera franqueada.

6.- Como marca de abono

Fig 10 - 1853 PP de Valladolid

Tampoco el “P.P.” de esta plica circulada en 1853 de Valladolid a Olmedo  responde a ninguno de los tres usos normales de la marca. La certificación manuscrita en el frente por el secretario judicial con el visto bueno del administrador de Correos, indica que se trata de un causa de pobres enviada de oficio. Para esa clase de envíos no existía franquicia y por eso no circuló franca; sin embargo no existiendo quien se hiciera cargo de los 74 reales del porteo manuscritos, se tuvieron que abonar en la correspondiente cuenta de Correos.

Usos de otras marcas en sustitución de los «P.P.»

Ya hemos dicho que sólo una minoría de las administraciones postales españolas dispusieron de marcas de franqueo parcial para sellar la correspondencia dirigida al exterior (hasta la frontera). Ante esa situación, generalmente se optó por una de estás dos soluciones:

1.- Marcas “Pagó el porte”

Unas pocas administraciones (como Pamplona, Miranda de Ebro, Villarreal, Vitoria, Durango y Valmaseda) utilizaron sellos con la fórmula “PAGÓ EL PORTE EN…”, redacción que permitía ser estampada tanto en las cartas nacionales que franqueadas hasta destino, como en las dirigidas al extranjero franqueadas únicamente hasta la frontera.

La marca “PAGÓ EL PORTE” de Pamplona, catalogada en PE erróneamente como usada exclusivamente en Lumbier a partir de 1810, es un caso peculiar y muy curioso. Primero fue aplicada en Pamplona a las cartas dirigidas al extranjero con el porte parcial hasta la frontera únicamente (entre 1810 y 1816). Sólo mucho más tarde (desde 1842 hasta 1845) se utilizó en Lumbier como marca de franqueo tras abrirse allí una administración postal en 1840.

2.- Marcas “Franco”

Sin duda en casi todos los lugares se optó por el camino más fácil: obviar la distinción de si los portes habían sido pagados hasta destino o únicamente hasta la frontera; a fin de cuenta lo que contaba era sellar las cartas de forma que ningún otro administrador español pudiera exigir porte alguno y para ello bastaba con utilizar las marcas de franqueo. Véase la carta dirigida desde León a Alemania en 1835 por Bayona:

Fig 13. 1839 Leon a Nuremberg por Oloron - marca FRANCO en vez PP

Como ya hemos dicho antes, en 1849 dejaron de franquearse las cartas al extranjero excepto a Italia. Todo cambiaría cuando se firmaron los nuevos tratados postales internacionales al establecerse que las administraciones de cambio de los países de origen de las cartas, estamparían la marca “P.D.” para indicar que el porte estaba pagado hasta destino (esta marca ya la utilizaba Francia desde 1836 como abreviatura de “Port payé jusqu’á Destination”.

Si el precio del franqueo comprendía únicamente una parte del servicio y la persona a la que la carta estaba dirigida debía abonar una segunda parte del porte, el sello que la administración de cambio extranjera debía estampar era “P.P.” con el significado de “Porte a Pagar” o “Porte Parcial” pendiente de pagar por el destinatario. ¡Justo lo contrario a lo hecho hasta entonces! En lugar del “P.P.” referido al franqueo satisfecho por el remitente (“Port Payé”, “Porte Pagado” o “Porte Parcial”), ahora la marca  “P.P.” apunta a los portes pendientes de pago.

La Filatelia Española necesita definir con rigor los términos que utiliza. Sólo así lograremos tener los conceptos claros. Hoy hemos visto la complejidad que encierra una sola marca “P.P.” por sus distintos significados en cada época y por la arbitrariedad de su aplicación. Para complicar aún más este este laberinto conceptual, sólo falta que la interpretemos de forma arbitraria en nuestros estudios.

La tecnología moderna facilita la publicación de muchos estudios. Eso, en principio es muy bueno; pero puede convertirse en un arma destructiva sin un uso reglado del lenguaje. Se difunden muchos errores al escribir cada uno su opinión antes de efectuar un estudio serio y riguroso. Resurge la imagen de una torre de Babel y la ruina a la que condujo la confusión producida por hablar idiomas diferentes.

Cada vez es más necesario un buen Diccionario Hispánico de Filatelia, ese proyecto que con tanto entusiasmo estuvo impulsando Ramón Cortés de Haro, durante los años que fue presidente de la Real Academia Hispánica de Filatelia.

Con frecuencia sucede que unos siembran y otros son quienes recogen los frutos. Ahora estamos ansiosos por recoger.

¿Veremos algún día hecho realidad ese diccionario?

Lo necesitamos como el agua, y como agua de mayo lo recibiremos.