Buceando..., Fruslerías — 24 de junio de 2016

Los barrados y otros sellos de «segunda»

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BUCEANDO EN LA HISTORIA (69)

Publicado en Revista de Filatelia  (Agosto 2009) 

 

La revista ATALAYA de la Sociedad Filatélica de Sevilla, en su número especial del pasado mes de octubre, presentaba un artículo del coleccionista y estudioso filatélico Fernando Cabello, titulado «Reflexiones sobre los Sellos Barrados». En él se quejaba de que estos sellos «actualmente siguen siendo poco valorados tanto por los coleccionistas como por el comercio filatélico. En ambos casos los consideran sellos de segunda…»

La estimación «poco valorados» es algo que siempre será subjetiva si la establecemos en base a nuestros propios criterios, fundamentados en gustos u opiniones particulares. Para ser objetivos debemos alejarnos de nuestras propias premisas, y tener en cuenta que lo poco o mucho que se valore depende de la referencia: es distinto valorar comparando las rarezas respectivas a hacerlo con otros valores de referencia, como pueden ser el precio que tiene el sello en nuevo, usado, etc.

Está muy difundido el error de que el valor debe ser directamente proporcional a la rareza de la pieza. Eso es falso. Normalmente el grado de rareza sólo es el componente más importante de la oferta. Pero quien realmente acaba por determinar el valor es la confluencia entre oferta y demanda. Una pieza es más valiosa cuando, para un mismo grado de rareza, hay mayor demanda. Así es como en el mercado filatélico encontramos sellos de menor rareza que otros y, por el contrario, cotizados a precios superiores. Un ejemplo claro nos lo da comparar lo que nos puede costar un ejemplar del 6 cuartos de 1850 y un sello de correo aéreo de la emisión de 1950 habilitado Visita del Caudillo a Canarias sin numeración, ambos en nuevo. De este último existen muchos más  y en cambio su valor es muy superior, ya que existen muchos más coleccionistas de la parte moderna que de la época clásica.

ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA FILATELIA

Cada uno es libre de coleccionar lo que quiera y bajo el criterio que le merezca mayor interés. Dicho esto veamos lo que realmente es la Filatelia, no desde el punto de vista de uno u otro coleccionista, sino por observación de lo que objetivamente es y ha sido a lo largo de la historia.

El amigo Cabello afirma que para profundizar en el conocimiento de la importancia filatélica de los sellos barrados «hay que situarlos en su justo contexto y este no puede ser otro que el estudio del sello en si, sin más. Ello significa que se pueden olvidar de él los coleccionistas interesados en la historia postal». No me parece una aseveración afortunada. Intentaré explicarme.

De hecho, decir que «su justo contexto es el estudio del sello, sin más» sugiere justamente lo contrario de lo que opino, representasacar al sello de cualquier otro contexto. Para mí, eso es desvirtuarlo, porque lo reduciríamos a la categoría de un mero papelito impreso, conceptualmente idéntico a cualquier otra viñeta, cromo o ex libris.

Hay un hecho diferencial en el sello de correos que lo caracteriza como objeto del coleccionismo filatélico y es precisamente la coletilla «de correos».

FiG-2Lo que define al sello como elemento de coleccionismo filatélico es su naturaleza postal. Y es por ello que los sellos a los que el coleccionismo atribuye la máxima calificación son aquellos que han podido ser utilizados para el franqueo de la correspondencia (sellos nuevos) o que efectivamente la han franqueado (sellos usados). En un segundo plano quedan todos los demás, más o menos vinculados al uso postal o a la filatelia directa o indirectamente: barrados, taladrados, benéficos, viñetas de propaganda política o comercial, para telégrafos y un largo etcétera.

La célebre sentencia latina Vox populi, vox Dei  (La voz de los pueblos es la voz de Dios) viene a refrendar que los conceptos que los pueblos desarrollan con carácter universal a lo largo de los años están asentados en la verdad. Aceptando la frase en sus justos términos, vemos como la Filatelia, en su evolución a través de los años, ha ido depurando la importancia de los sellos (aunque a veces mediatizada por la acción de catálogos y agentes comerciales) en función de su uso postal.

Sin embargo, en lo que parece haber unanimidad a través de los años es que el coleccionismo filatélico debe estar orientado en primer lugar, y ante todo, a los sellos destinados al franqueo de correspondencia. Eso lo manifiesta el coleccionismo desde las primeras emisiones especulativas de fines del siglo XIX y las primeras conmemorativas del siglo XX que, aunque tuvieran validez para el franqueo, estaban en mayor o menor grado orientadas al coleccionismo.

El declive del sello moderno proviene en gran parte de que los servicios postales actuales han visto que el consumo de sellos destinado al coleccionismo filatélico es importante y vale la pena emitir con esta finalidad más que con la de franquear la correspondencia. Así hemos sido testigos durante las últimas décadas de numerosas críticas sobre la política de emisiones y la falta de sellos para el franqueo en las oficinas postales.

FiG-4LOS SELLOS DE SEGUNDA

Si debemos otorgar el mismo valor de coleccionismo filatélico al sello nuevo y al usado, ¿por qué no apreciamos igualmente el sello barrado? No es un problema ni de los coleccionistas ni de los comerciantes, como parece opinar Fernando Cabello. El tema es conceptual. Un sello usado sigue siendo un sello de correos que ha sido matasellado para evitar un nuevo uso postal. Por el contrario el sello barrado ha dejado de ser un sello postal porque ha sido anulado. Las barras precisamente persiguen eso: convertirlo en un papel o viñeta sin ningún valor postal. De hecho, podría pensarse que tiene la misma categoría que un desecho de impresión o maculatura.

De cualquier modo, como dice Cabello, eso no le resta ni un ápice de interés como objeto de coleccionismo y, en ocasiones, es importante para el estudio de una emisión.

Pero no es que esta argumentación sea exclusivamente aplicable a los sellos barrados. Observemos otros tipos de sellos como son los de correo oficial, los de telégrafos, los taladrados, los de impuesto de guerra, los de tasa, las viñetas de propaganda.

Si los sellos de correo oficial tienen una consideración inferior es porque carecen de valor de franqueo general, sólo sirven para su aplicación a la correspondencia oficial.

Los sellos de tasa sirven para el pago de un servicio complementario o satisfacer una multa por franqueo insuficiente.

Otro como los de recargo del Ayuntamiento o los de impuesto de guerra, aunque se apliquen a la correspondencia lo son de naturaleza fiscal en el primer caso para satisfacer una tasa local (en sí misma ajena a Correos) y en el segundo un impuesto aplicado a las cartas pero también ajeno en sí mismo al servicio postal.

¿Qué decir de las viñetas de propaganda ya sea política o comercial? Lo mismo. Se hallan relacionadas con la correspondencia porque se podíanFiG-3 adherir a las cartas y en ese sentido la Filatelia las ha asumido y con ellas se ha enriquecido, pero no pueden considerarse al mismo nivel de los sellos de franqueo.

Los sellos de telégrafos y los de correo que han sido taladrados por su uso telegráfico es verdad que han sido creados en el primer caso y utilizados en el segundo para las comunicaciones. Pero las telegráficas, no las comunicaciones postales que son las que propiamente asume como propias la Filatelia. Los sellos de telégrafos, por ser de comunicaciones han sido incorporados al coleccionismo filatélico, pero también en un segundo término.

La madre de la Filatelia es la Historia Postal. Su vinculación al correo es la característica fundamental que la convierte en un objeto diferente. En otro caso no sería más que el coleccionismo de otra clase cualquiera de viñetas o de los sellos que se estampaban en las obleas para el cierre de documentos, o del Papel Sellado o de cualquier otro signo fiscal.

Estas no son ideas surgidas cuando comenzamos el siglo XXI. En contra de la creencia de que la Historia Postal surgió en épocas recientes (a mediados del siglo XX) recordemos que los primeros estudiosos del sello lo fueron de la Historia del Correo (Moens, Rothschild o el Dr. Thebussem y Fernández Duro por poner algún ejemplo)