Fruslerías, Otras zarandajas — 2 de diciembre de 2015

Fauna salvaje (I)

por

 Los grandes depredadores (I)

  «Aprendemos de la experiencia que
los hombres nunca aprenden nada
de la experiencia».
George Bernard Shaw

Una leona extrangulando a su presa

Una leona ahogando por estrangulación a su presa

En biología se entiende por depredador al animal quemata a los de otras especies para su consumo. Cada eslabón de la cadena alimentaria lo forma una especie que se nutre de otra inferior al tiempo que sirve de alimento a la del eslabón superior. Y, en lo más alto de esa cadena, se encuentran los superdepredadores, especies sin depredadores naturales en su entorno.

Cuando nos referimos a África, decimos que el  león es el Rey de la Selva porque es el más temido, aunque en realidad su hábitatnatural no sea la selva, sino la sabana; pero ese es otro tema. Por lo mismo, el jaguar es el Rey de la Selva en América, y en Asia el  tigre. Los tres son grandes felinos con similares formas de vida, en particular por su técnica de caza. Debido a sus admirables facultades y al secular temor del hombre a esos tres animales, han sido venerados como la encarnación de dioses o representación de sus poderes en diversas culturas a lo largo de los siglos.

Enemigos poderosos

Las temibles fauces de la pantera negra

Las temibles fauces de la pantera negra

Su peligrosidad radica en:

1º.- Poseen unas cualidades físicas extraordinarias. Con su agilidad y poderío físico imponen su supremacía sobre los demás.

 

Leopardo con su presa

Leopardo con su presa


2º.-
Cazan al acecho.

Los grandes felinos se mueven sigilosamente, con extrema cautela. Evitan ser oídos por sus víctimas con un caminar en extremo silencioso y, ocultos a su vista tras la vegetación, avanzan en sentido opuesto al viento para que tampoco el olfato revele su presencia.

Avanzan muy poco a poco, alternando movimientos cortos con paradas en las que se quedan  inmóviles observando. Permanecerán agazapados y estáticos cuanto tiempo sea necesario. Una y otra vez repiten su movimiento. A cada detención le sucederá otro pequeño avance, hasta situarse próximos a su objetivo. Sólo en ese momento, cuando estén seguros de tenerla a su alcance, lanzarán el mortal ataque. Como un relámpago, con un potente y fugaz salto, se abalanzan sobre la indefensa presa. Su agilidad y precisión harán inútil cualquier resistencia.

Una leona estrangulando a su presa

 

3º.- No se limitan a causar daños de mayor o menor importancia: su objetivo es matar para devorar. No ocasionan heridas que luego van a poderse curar.

Su ataque no produce heridos, sólo cadáveres.

Un tigre dando cuenta de su presa

Un tigre dando cuenta de su presa

 

 

 

 

 

Cuando el hombre no es mejor que una fiera. 

Dejemos ahora ese mundo para dirigirla atención a nuestro propio entorno. En él podemos encontrar comportamientos  tan salvajes como los de la jungla.

Salvando las distancias y a pesar de su naturaleza humana, convivimos con individuos cuyo comportamiento es similar al de los más despiadados animales, son los grandes depredadores de la jungla humana.

Los hallamos en todas las esferas de la vida, pero nos ceñiremos al ámbito del coleccionismo filatélico. Actúan de forma parecida, aunque, a diferencia de los del llamado mundo animal, no hacen uso de la fuerza física.

1º.- Gozan de una habilidad extraordinaria en el trato personal y no tienen un pelo de tontos, aunque son más listos y avispados que inteligentes. A ello le suman perspicacia, sagacidad y un falso comportamiento altruista y desinteresado y altruista para inutilizar las defensas de sus víctimas sustituyendo la fuerza por la astucia y el engaño.

Son unos excelentes manipuladores con gran poder de persuasión y con una habilidad camaleónica para cambiar de imagen, buscan  «caer bien» a su víctima, con la que  no discreparán, salvo en cuestiones filatélicas que pongan de manifiesto sus conocimientos o sirvan para desautorizar a un competidor.

Halagan los oídos de quién les escucha con lo que desean oír; por ello, por ejemplo, se sitúan próximos a la izquierda ante un socialista y conservadores con un interlocutor de derechas; si es catalán, en Cataluña mostrarán su cercanía al independentismo, pero en otras provincias abogarán por la necesaria unidad de España. No se situarán en posiciones extremas ni claramente definidas, tampoco aceptaran cargos que pudieran exigir una línea de actuación determinada, para nadar y guardar la rompa sin verse obligados a una actuación que pudiera ser considerada «políticamente incorrecta» y evitar cualquier rechazo o distanciamiento de aquellos cuyo comportamiento pretende manipular. Evitarán las actuaciones públicas y las actividades no rentables, excepto cuando pudieran mejorar su reputación.

Aunque cuidan todos los detalles a fin de parecer lo contrario, carecen de escrúpulos y principios éticos.

2º.- También cazan al acecho.

Con sigilo, se aproximan a la presa haciendo gala de una notable formación en filatelia e historia postal. Podrán exagerar más o menos en la  de sus conocimientos, pero por lo general son reales.

Primero brindan su ayuda y colaboración al coleccionista de forma generosa y le harán favores desinteresadamente para obtener su confianza, más tarde le ofrecerán un servicio ventajosa para adquirir piezas de interés o para gestionar sus ventas (habitualmente en «negro») y pedirán guardar secreto para que nadie conozca las operaciones realizadas excusándose en la necesidad de proceder con la máxima discreción.

3º.- Y por último, como sus congéneres de la selva, tampoco causan daños susceptibles de ser reparados, porque acabarán matando la presa: la colección en la que han fijado la vista. Como hemos dicho el ataque no será inmediato, esperará pacientemente el momento apropiado para no fallar; sólo entonces se lanzará a muerte por  la colección y, cuando termine, sólo dejará unos cuantos despojos.

La única defensa.

Las habilidades del coleccionista son insuficientes para oponer una resistencia eficaz y tras una paciente labor de acoso, su ataque acabará con una colección que ya no continuará el propio coleccionista ni será heredada por quienes le sucedan. Por ello la única defensa mantenerse fuera de su alcance. Pero, siguiendo la cita de Bernard Shaw que: «Aprendemos de la experiencia que los hombres nunca aprenden nada de la experiencia».

El otro día, comentaba con un colega profesional el desmantelamiento del patrimonio filatélico de un conocido común  llevado a término por uno de estos desalmados. Me decía: «este individuo, a mí no me interesa. En su día rechacé algunas ofertas que me hizo y no pienso molestarme en tratar con él. Prefiero vivir tranquilo.

Era el juicio de quien cuenta por décadas su experiencia profesional. Si todos respondiéramos de la misma forma con ellos e hiciera igual con los falsificadores acabaríamos con ambos. «Como dice el refrán«Pájaro viejo no entra en la jaula»Pero no ocurre así por nuestra incapacidad de escarmentar en cabeza ajena y la autosuficiencia de nuestras propias facultades.

El poder del depredador filatélico se basa en los conocimientos técnicos, en sus habilidades para el engaño y en la carencia de ética.

Cuando el coleccionista se confía creyéndose capaz para enfrentarse a ellos, se equivoca. Comete un tremendo error que le puede resultar fatal: cuando la fiera atacará cuando esté en inferioridad de condiciones  La experiencia nos enseña las mortales consecuencias de ponerse a su alcance y que confraternizar con el peligro es acabar pereciendo en él.

El refrán “Cree el ladrón que todos son de su condición«, destaca la inclinación de los hombre a juzgar a los otros atribuyéndoles sus propios defectos personales. Pero, en lo contrario, esto es, en relación a las virtudes, que la «buena gente» peca de ingenua cuando no prevé la posible maldad de los demás. “El hombre noble conserva durante toda su vida la ingenuidad e inocencia propias de la infancia” decía Confucio.

A otros lo que les nubla la vista no es la ingenuidad, sino todo lo contrario. Por el egoísmo de no renunciar a unos hipotéticos beneficios, prefieren seguir adelante hasta, sin advertirlo han sido atrapados «dentro de la jaula»

Ponemos ahora el punto y final a este artículo para no alargarlo. En el próximo repasaremos algún caso real de depredadores que se han cruzado en nuestro camino.