Del nº 1083, Canarias sin número, se conocen diversas falsificaciones. El trabajo merece la pena por su gran valor económico y por la posibilidad de conseguir el sello base, el de la reimpresión falsa, que puede colar con relativa facilidad. Además no hay que salvar un obstáculo importante: el número en el dorso.
Pero lo que ya es más difícil es hallar el ‘barato’ de la emisión, el 1090, falsificado. Tiene numeración, lo cual es una dificultad añadida porque el falsificador debe conocer el abanico de numeraciones del sello original, lo cual no es aún del dominio público. En las imágenes, anverso y dorso, vemos la sobrecarga falsa estampada sobre un sello auténtico nº 1015, con la numeración que no corresponde al nº 1090.
La verdad es que esta falsificación, por lo burda (letras irregulares, pequeñas y empastadas) da casi risa. Pero a pesar de lo cochambroso de la imitación alguien fué engañado y cuando quiso poner a la venta su pequeño tesoro su sonrisa ilusionada se convirtió en decepción y, posiblemente, salió de su garganta alguna enconada maldición hacia la filatelia.
Por eso yo no me río.
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