Parrillas falsas

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La huella del falsificador 027

Publicado en El Eco Filatélico y Numismático (febrero 2012)

 

Una de las falsificaciones más extendidas es la de los matasellos. En el cuarto artículo de esta serie nos referíamos a falsificaciones de la primera marca creada oficialmente en España para inutilizar los sellos en las cartas y evitar que se usaran de nuevo. Esa marca era la conocida “araña”. Debemos recordar que con anterioridad a la “araña” sólo hay un matasellos oficial, el fechador “baeza”.  Ese fue creado en la época prefilatélica (1842) para sellar las cartas dejando constancia de cuál era la oficina de origen de la carta y su fecha de salida, aunque se oficializó como matasellos a partir del 1 de enero de 1850.

La “araña” fue un matasellos diseñado de forma que su estampación no desfigurara demasiado la imagen de la reina; una marca fuertemente estampada o un manchurrón de tinta podrían parecer un ultraje a Isabel II. En ese sentido su implantación fue muy bien acogida y recibió los parabienes del público en general y de los funcionarios en particular.

Con el transcurso de los meses algunos empezaron a cambiar de opinión. Los sellos que se inutilizaban con el cuño poco entintado o aquellos en los que el sello se sólo veía afectado por una de las cuatro patas de la “araña” se reutilizaban en el franqueo de la correspondencia merced a la facilidad de borrar la tinta del matasellos por medio de un lavado en el que la mayoría de las veces era suficiente agua y un poco de jabón.

Se pensó en diseñar una nueva marca que, al ser estampada, dejara una superficie mayor de tinta  sobre el sello e impidiera, o al menos hiciera más difícil, el fraude de lavar los sellos y reutilizarlos como si se tratara de ejemplares nuevos. El resultado fue la “parrilla”. Para combatir con más eficacia el fraude, coincidiendo con la introducción del nuevo matasellos se decidió que el valor de mayor uso y consiguientemente el más utilizado en el fraude, se imprimiera en un color que no fuera el negro. De esa forma cuando se quisiera eliminar la tinta negra de los matasellos se degradaría o eliminaría el color rojo del diseño de los sellos.

El nuevo matasellos debía entrar en vigor el día 1 de enero de 1852, junto con la puesta en circulación de una nueva emisión. Para ello fue preciso remitir los cuños a todos los administradores unos días antes de esa. Y con la falta de rigor característica de una buena parte del personal de correos español de los siglos XIX y XX, en lugar de esperar al día 1 de enero, alguno lo empezó a usar tan pronto lo recibió; esto es, dos, tres o cuatro días antes de terminar el año. Por esa razón se conocen ejemplares del 6 cuartos de 1851 matasellados con “parrilla” tanto en negro, como en rojo y en azul. Se trata de ejemplares ciertamente raros y constituyen un buen atractivo para los coleccionistas que tienen muy poca variedad de material las emisiones de 1851 y 1852 sobre todo si lo comparamos con la profusión de matasellos utilizados en 1850.

Ese es el marco en el que el falsificador elabora la pieza de la figura 1.

Fig. 1 – Frontal sin texto y sin fechar con matasellos parrilla falso

Fig. 1 – Frontal sin texto y sin fechar con matasellos parrilla falso

Se trata de un frente de carta no circulada por correo y consiguientemente sin fechar. Ello evita problemas, pues una carta con sello de 1851 y matasellos “parrilla” sólo puede ser auténtica si circuló los últimos días del mes de diciembre. En este caso el falsificador ha pretendido sacar el máximo rendimiento a su producción utilizando un sello previamente usado y lavado. Por supuesto eso es mucho más barato que haberlo hecho con un ejemplar nuevo.

En este tipo de falsificaciones el delincuente casi siempre utiliza sellos lavados o defectuosos para abaratar sus costes. Esa huella marca su obra, pero no siempre es así. Nunca debemos confiarnos a identificar una falsificación o a un falsificador por una única señal, por un solo tipo de huellas.

Fig. 2 – Carta fechada en Gibraltar el día de Nochebuena de 1852 y llegada a Madrid el 28 de diciembre.

Fig. 2 – Carta fechada en Gibraltar el día de Nochebuena de 1852 y llegada a Madrid el 28 de diciembre. 

Ahora vemos en la figura 2 un caso completamente diferente. El falsificador ha utilizado una carta fechada en Gibraltar y circulada por el correo español a Madrid con la marca prefilatélica de San Roque. Ha bastado colocar un sello ciertamente matasellado con una parrilla e incorporarlo a la carta. Tras dibujar sobre ella el pequeño trazo que completaba el óvalo de la parrilla, estaba concluida la fechoría.

¿Cuál es la razón para esta falsificación? Sencillamente la rareza de una carta salida de Gibraltar en 1852 y franqueada en 1852 con sello español. Claro está que si la carta tuviera otro origen cualquiera dentro de la península, sería una pieza, en principio, vulgar y de escasa rareza y valor. 

Fig. 3 -  Carta circulada de Granada a Almería el 30 de octubre de 1852.

Fig. 3 – Carta circulada de Granada a Almería el 30 de octubre de 1852.

Para la tercera carta, también con una “parrilla” falsa, se ha utilizado un sello usado de 12 cuartos. Es una pieza más común en el mercado de lo que su precio en los catálogos hace presumir. En cambio tanto su rareza como su precio son notablemente superiores si está utilizado en carta.

Al falsificador le ha bastado hallar una carta realmente circulada (en este caso salida de Granada el 30 de octubre de 1852 y llegada a Almería el día siguiente, 31 de octubre, conforme indica el fechador “baeza” estampado al dorso). Esa carta original iría normalmente franqueada con un sello de 6 cuartos; es decir, sería de mínima rareza y valor. Despegado el sello, el falsificador ha pegado el 12 cuartos ocultando cualquier pequeño resto de matasellos que pudiera haber en el sobrescrito y completando una nueva parrilla sobre el sello y una pequeña parte sobre el papel de la carta.

Fig. 4 – Carta completa circulada de Sabadell a Zaragoza el 22 de febrero de 1853

Fig. 4 – Carta completa circulada de Sabadell a Zaragoza el 22 de febrero de 1853

La cuarta pieza es una carta fechada el 24 de febrero de 1853, con texto completo y “Baeza” de llegada al dorso del día 25. Todo parece perfecto y todo cuadra, salvo que el sello ha sido cambiado por las mismas razones y siguiendo el mismo proceder de la carta anterior. Esta vez los sellos corresponden a la emisión siguiente, la de 1853, durante toda la cual siguió vigente el uso de ese matasellos.

Como el lector puede observar la carta procede del archivo Fortea, uno de los más famosos archivos por lo mucho que se han manipulado sus cartas. La inmensa mayoría han sido utilizadas para producir falsificaciones como ésta, para elaborar cartas con sellos de la emisión de 1856 con perforaciones privadas falsas, etc.

Se conocen algunas cartas auténticas de este archivo, pero son la excepción.

Fig. 5 – Frontal de carta circulada con un sello de dos reales

Fig. 5 – Frontal de carta circulada con un sello de dos reales 

El último ejemplar, reproducido en la figura 5, es un frontal de sobrescrito dirigido a Ayamonte desde una población de la misma demarcación postal pero imposible de identificar por la mala estampación del fechador. La carta original tenía estampada una marquilla del doctor A. Roig indicando su autenticidad. Se siguió el mismo procedimiento: cambiar un sello de valor bajo (6 cuartos) por uno de facial superior de la misma emisión (2 reales).

En esta ocasión el falsificador tenía otra ventaja. Al tener la marquilla de autenticidad en una zona distinta de la manipulada, la pieza resultante, siendo falsa, quedaba con la marquilla de auténtica.

Sirva lo hoy expuesto para comprobar cómo se falsifican matasellos de escaso valor en sí mismos para convertir cartas de escasa rareza en cartas más valiosas por otras circunstancias: la fecha de uso, el lugar de origen o el sello utilizado.