Uno de los aspectos de la historia postal hispanoamericana de los siglos XVIII y XIX muy poco conocido es el de los registros de embarque enviados junto con la correspondencia general a bordo de las propias embarcaciones a las que se referían dichos registros[1]. Eso se debe en gran medida a la rareza de este tipo de piezas, por otra parte tan interesantes. Nuestra experiencia nos permite afirmar, de forma no científica, que, durante la época colonial, el correo marítimo de Hispanoamérica es por lo menos diez veces más raro que el correo terrestre y que, a su vez, los registros de embarque son al menos diez veces más raros que las cartas de correo marítimo.
La segunda mitad del siglo XVIII fue testigo de un auge en las comunicaciones marítimas entre España y sus territorios americanos, particularmente al finalizar la Guerra de los Siete Años en 1763. La política mercantil de la época recomendaba a las empresas obtener el monopolio sobre la actividad que llevaba a cabo. Paralelamente, buena parte de la recaudación del estado en aquel entonces provenía de los impuestos a la importación y exportación de mercancías. El limitado tráfico legal de mercancías provocaba la escasez de muchos productos y forzó a que gran parte de la población en las colonias recurriera al contrabando para satisfacer sus necesidades.
Opinamos que una de las medidas tomadas por las autoridades para reducir el contrabando fue regular la forma de envío de los registros de embarque. Los navíos mercantes, también conocidos como Registros, derivaron su nombre por el hecho de que, por ley, tenían que viajar con un registro detallado de su carga, generalmente preparado por los empleados de la aduana o del puerto de salida de la embarcación, para ser examinado a su llegada por las autoridades locales.
La primera documentación que conocemos estableciendo que los registros de navíos debían tratarse como correspondencia, y exigiendo su franqueo, es decir, el pago previo o en origen de sus portes: es la Real Orden del 18 de octubre de 1784[2]. Sin embargo, es evidente que esta práctica, como veremos más adelante, había comenzado algunos años antes.
Esta Real Orden (R.O.) requería que: … en los puertos de Indias y en los de la península y sus islas habilitados para aquel comercio, se presenten en las Administraciones de Correos los pliegos de registro, paguen los portes con arreglo a tarifa, y se sellen y ponga la marca de francos, lo qual se observa puntualmente sin inconveniente, como igualmente en los buques que pasan de unos a otros puertos de América con iguales pliegos de registro; y no hallándose motivo de diferencia que deba hacer variar la providencia en los de la península … se ha servido resolver que dichos pliegos de registro que se entreguen por los Administradores de Aduanas a los Capitanes y Patrones de barcos, aunque sea para viages de un puerto a otro de la península y sus islas, se presenten antes en las Administraciones de Correos y satisfagan los correspondiente portes … . Esto se aplicaba a todo tipo de embarcaciones: las que hacían el recorrido trasatlántico, a las islas adyacentes a la península, las inter-coloniales y las de cabotaje.
El propósito de esta regulación era evitar la suplantación de documentos que pudiera representar una pérdida de ingresos a la Corona, ya que los registros tenían que estar sellados e ser transportados dentro de las valijas o cajones de correspondencia, que, a su vez, también se remitían sellados no pudiendo abrirse abrirse hasta llegar a su destino.
Las piezas de este tipo más tempranas aparecen a finales de la década de 1770. Es posible que haya habido alguna orden anterior a la de 1784 regulando el envío de esos documentos, pero no la hemos podido encontrar.
El registro de embarque más antiguo que hemos visto en todo el Reino español se reproduce en la figura 1. Es el registro de un paquebot que hizo el recorrido entre La Habana y Cádiz en 1779. El texto en su cubierta es característico de este tipo de piezas y lee[3]: Registro del Paquebot nombrado Nuestra Señora de la Merced despachado en esta Administración de la Havana para la Vahia de Cadiz, su Capitán y maestre don Simon de Carriaga con el que se ha de presentar al Sr. Administrador de aquella Aduana. Entregado en 1° de Mayo de 1779.
La pieza tiene dos marcas postales, “ISLAS DE / BARLOVENTO,” una marca de demarcación que indicaba su procedencia de una de las islas del Caribe español, y el cuño ovalado “HA/VA NA,” con una pequeña torre ornamental en su parte inferior. Este es un uso muy temprano de la marca lineal y es el único ejemplar conocido del sello ovalado de la capital cubana. Este sobre no tiene marcas de porteo. En el reverso el documento está sellado por un cuño lacrado con el escudo español cuya leyenda es ilegible (figura 2).
Además, en el registro destaca la firma de “Onis,” con su rúbrica. Raimundo de Onís fue el Administrador de Correos de La Habana entre 1777 y 1788.
Hemos visto otro registro enviado en 1779 desde Montevideo sin marcas de porteo. Una diferencia entre los pocos registros reportados con anterioridad a la R. O. de 1784 y aquellos enviados más tarde, es que la mayoría de los primeros no tienen ninguna indicación del pago previo del porteo.
La figura 3 muestra un registro enviado desde el puerto de Campeche, en la costa oeste de la península de Yucatán, a La Habana. En aquel entonces Campeche era parte de la intendencia de Mérida o Yucatán que pertenecía al Virreinato de la Nueva España. Su texto se reproduce a continuación: Registro del bergantín Nombrado Señor San Josef y las Animas que a cargo de su Maestre Don Josef Ygnacio Gomez se despacha de este Puerto de San Francisco de Campeche para el de la Havana en donde con el se ha de presentar ante el Señor Administrador General de Reales Rentas que alli reside. Entregado en 22 de Junio de 1781.
La cubierta parece estar firmada por “Ganz” (o tal vez “Gonzalez” abreviado) y tiene los ejemplos más antiguos que se han reportado de la marca “CAMPECHE” y del óvalo “Franca./Canobas,” ambas en negro. Este último cuño ovalado se conoce utilizado hasta 1817, un período de treinta y seis años, por lo que es probable que hay sido empleado por más de un solo individuo. El reverso del sobre indica “13 reales,” seguramente el porte pagado, como era costumbre entonces. En esa época la tarifa de correos para la correspondencia entre las posesiones españolas del Caribe y la América continental era de ½ real de plata fuerte por cartas sencillas de hasta ½ onza, por lo que este documento debió haber pesado aproximadamente unas seis y media onzas. Este es el único registro que hemos visto con indicación de pago previo del porteo enviado previo a la R. O. de 1784.
El registro de la figura 4 fue enviado de Santiago de Cuba, en el sureste de la isla, a Portobelo (hoy Panamá) en la costa oriental de Centro América. Transcribimos su curioso texto: «Registro con que Navega el Bergantín San Ygnacio Su capitan Don Juan Antonio Mariño que sale de este Puerto de [Santiago de] Cuba para el de Puertovelo con carga de Tabaco de Cuenta de Su Magestad presentandose a los Señores Ministros de Real Hacienda de dicho destino: Entregado en 25 de Septiembre de 1798″.
Este es el único registro que hemos visto en época prefilatélica que describe en su cubierta el cargamento del buque, aunque se conocen otros que incluyen esta información de mediados del siglo XIX, ya en período del timbre adhesivo. En este caso especificaba que la mercancía se trataba de propiedad de la Corona. Una de las reformas borbónicas de Carlos III, eliminando monopolios y reduciendo los impuestos, fue la ruptura de los monopolios de la comercialización del tabaco por el gobierno a fines del siglo XVIII. Previamente éste era un privilegio exclusivo de la Real Compañía de La Habana, fundada en 1740. La nueva reforma estableció el llamado “estanco del tabaco” en el que la Corona destinó la suma anual de medio millón de pesos para la compra de hojas de tabaco de la más alta calidad, de las que disponía a su libremente para obtener el mayor beneficio posible. El contenido de este bergantín era este tipo de tabaco del gobierno que se enviaba a Centro América para su distribución.
Es el ejempar más antiguo ejemplar con las conocidas marcas “CUBA” y “FRANCO.”. Así mismo, es la única pieza reportada del siglo XVIII salida de Santiago de Cuba. Hemos visto registros similares, con la marcas de población y FRANCO, de varias ciudades de la costa del Pacífico como Lima y Panamá.
El documento no señala cual fue el franqueo pagado, lo que solía indicarse a veces en el reverso de las cubiertas, pero sí especifica su peso: ½ onza, por lo que se deduce pagaría ½ real de plata fuerte. El anverso de la pieza lleva la rúbrica de “Salazar,” a quien no hemos podido identificar.
En la figura 5 vemos un interesante registro de una fragata salida de Puerto Cabello (Venezuela) con destino a Cádiz en tránsito por La Habana. Es muy poco usual que un registro detalle la ruta a seguir. Su texto dice así: «Registro con el que navega al Puerto de Cadiz con escala al de La Havana la Fragata Sacra Familia, al cargo de su Capitan y Maestre Don Juan Guasp = Despachada por la Real Administracion de Puerto Cavello en 18 de octubre de 1804″.
El documento no tiene ninguna firma y tampoco se especifica el porte pagado en el reverso. A pesar de indicar que la fragata hacía escala en La Habana, este registro no lleva marcas de tránsito y es probable que permaneciera en la valija sellada hasta su destino en Cádiz sin haberla abuerto en ningún momento a su paso por Cuba. La pieza tiene un par de marcas lineales muy raras; son las primeras que se usaron en Puerto Cabello y se conocen a partir de 1803 en color negro.
Veamos ahora la figura 6. Nos muestra un registro de Nueva Orleans dirigido a Burdeos, Francia, demostrando que esta práctica era obligatoria aún en el caso de que las embarcaciones españolas tuvieran como destino puertos extranjeros. Nueva Orleans, y el vasto territorio de Luisiana, estuvieron bajo control español aproximadamente treinta años, desde 1763 hasta 1803.
El texto del documento dice así: «Registro de la Fragata Española el Neptuno, que a cargo de su Capitán Don Pedro Dalharte y Claveria, se despacha de este Puerto de la Nueva Orleans para el de Burdeos en donde se presentará con el Sr. Consul de Su Majestad Católica. Entregado en 21 de Mayo de 1803″.
Ya que la monarquía francesa había perdido su cabeza diez años antes, en este caso “Su Majestad Católica” obviamente se refería al Rey de España. Esta pieza revela que uno de los deberes del cónsul español en Burdeos era el examinar los registros de los buques españoles que llegaban a este puerto.
Este registro tiene la combinación de la marca de correo marítimo “YNDIAS” y el cuño ornado “NUEVA ORLEANS.” Se trata del uso más tardío que se conoce de estas dos marcas en Nueva Orleans, varios meses antes de que la ciudad fuera retrocedida a los franceses, quienes unas cuantas semanas más tarde la transfirieron a los Estados Unidos. El anverso también tiene la anotación manuscrita “franco Marín,” con su rúbrica, indicando el pago previo del porteo. Pedro Marín Argote fue el cuarto y último Administrador de Correos español de Nueva Orleans, ejerciendo dicho puesto entre enero de 1787 y noviembre de 1804[4].
En la ciudad de Nueva Orleans, la única en la América colonial española cuyo servicio postal se ha estudiado a fondo, los registros de embarque representaron entre el 1% y el 5% del ingreso anual de la Administración de Correos en el período entre 1787 y 1803. Hay que tener en cuenta que esencialmente toda la correspondencia de Nueva Orleans era porcorreo marítimo y probablemente en otras ciudades costeras que también manejaban correspondencia terrestre, este porcentaje haya sido mucho menor.
El 30 de marzo de 1818 una R. O. reiteró que los registros de barcos tenían que continuar siendo enviados como correspondencia pagada de antemano. Esto fue necesario porque en los años anteriores hubo una serie de quejas en las que se alegaba que el pago de los portes de correos en el caso de los registros era injusto ya que esto imponía una carga adicional al comercio. El argumento en contra de estas protestas fue que el costo de dicha práctica era reducidísimo, y que esto era necesario para evitar las perdidas del ingreso de la Corona. También se argumentó que cuando se transportaban por tierra, estos documentos estaban obligados a pagar los portes de correos y por consiguiente de igual manera se debían pagar los portes de mar. Para entonces España ya había perdido casi todos sus territorios en el Nuevo Mundo.
El 2 de octubre de 1849 se establecieron nuevas tarifas postales anticipándose a la introducción de sello adhesivo en España, el 1 de enero de 1850. En diciembre de 1849 se determinó que los registros de barcos tenían que franquearse por medio de los nuevos sellos adhesivos, con las mismas tarifas que las cartas ordinarias: 6 cuartos por cada ½ onza.
Existen unos cuantos registros franqueados con sellos enviados de España a Cuba y Puerto Rico, como el que mostramos a continuación, pero se estima no suman más de setenta. Algunos de ellos son verdaderamente espectaculares.
El registro de la figura 7 fue enviado de Santander a La Habana franqueado con una pareja de sellos de 5 reales y otro de dos reales. La tarifa de doce reales indica que el peso de la pieza era cuatro onzas. El texto es típico de los registros: !De Santander á la Habana / Registro del Bergantín Español Julito / Su Capitán Don José Seurat / Despachado en 11 de febrero de 1851 / P.O. Gomez». Los timbres están matasellados con la “araña,” y el registro tiene dos fechadores Baeza y el cuño de la aduana de Santander. Existen otros registros franqueados con sellos aproximadamente diez veces más grandes que esta pieza. Los últimos registros conocidos con sellos datan de principios de 1853.
El período en que los registros de embarque fueron franqueados con sellos fue sumamente breve. La R. O. del 30 de diciembre de 1852 cambió radicalmente la manera en que se trataron los registros de barcos. Con ella se eliminó la obligatoriedad de franquearlos registrosy, después de casi tres cuartos de siglo de ser considerados como correspondencia, se determinó que su naturaleza era fiscal fueron clasificados como documentos de carácter puramente fiscal. No sabemos si a partir de entonces siguieron siendo llevados en la valija del correo o en manos del capitán u otro miembro de la tripulación.
El sobre de la figura 8 pertenece a este nuevo período. Es un registro del vapor español Moctezuma, adquirido por la compañía de vapores de Ramón de Herrera en 1867, compañía que operaba con vapores bajo contrato en las principales islas del Caribe. En el anverso tiene el siguiente texto: «De Gibara a Puerto Rico y Mayagüez / Vapor español Moctezuma capitan Ochoa / P.O. / Lopez / Entregado en 9 de Noviembre de 1868. El cuño en el anverso es de la aduana de Gibara, Cuba. En el reverso se lee la nota siguiente: Recibido al acto de la visita pasada a las nueve de la mañana / Mayagüez Noviembre 15 de 1868 / Arroyo«.
Los registros de barcos continuaron enviándose de esta forma hasta 1898, cuando la época colonial española en América llegó a su fin.
[1] Gran parte de esta información proviene de: Kouri, Y.H. “Registros de Navíos en la Cuba Colonial,” The Cuban Philatelist. Vol. IX, No. 25, July 1997, pp. 77-88.
[2] Perpiñá Sebriá, Antonio. “Consideraciones sobre la historia postal de España en el período de 1850 a 1900,” Discursos Académicos VII. Academia Hispánica de Filatelia. Barcelona, 1996, pp. 57 y 64-67.
[3] Para simplificar hemos eliminado las abreviaturas de todos los textos de los registros que se usaban extensamente en esa época.
[4] Se puede obtener información adicional sobre este tema en: Kouri, Y.H. The Postal History of Spanish New Orleans. Stuart Rossiter Trust Fund, U.K. 2004.