Buceando..., Fruslerías — 2 de julio de 2014

RF del primero al 400

por

Buceando en la Historia de la Filatelia 045

Publicado en Revista de Filatelia (diciembre 2003)

cabecera revista RF«El saber por sólo saber,
cosa vana viene a ser;
saber para ser mejor,
eso es digno de lord».
Refrán castellano

 

 

Cuando una publicación ve la luz por primera vez, suele comenzar con una exposición de los objetivos y fines que persigue el editor. Y cuando el propietario de la publicación es un  comerciante o empresa filatélica, se suelen exponer razones que, pudiendo ser ciertas, ocultan otros fines, como son los de la promoción de su actividad comercial, escondiéndolos como víctimas de un extraño sentido del pudor. Pareciera que la profesión de comerciante filatélico y por ello la búsqueda del beneficio comercial fuera algo vergonzante, siendo así que se trata de algo tan perfectamente lícito como el ejercicio decualquier otra actividad profesional.

En la historia de la filatelia española los promotores de las revistas del sector han provenido siempre o del mundo del comercio profesional o del ámbito del asociacionismo, cuando no han sido fruto de ambos estamentos conjuntamente ya que, sobre todo a fines del siglo XIX y principios del XX, unos y otros, comerciantes y coleccionistas, marchaban de la mano integrados en las mismas  asociaciones

La sabiduría popular, esa conciencia colectiva de naturaleza cultural que se expresa de una forma concreta a través de refranes, nos señala que el saber por sí mismo es una nimiedad y sólo en función de una mejora ética, ya sea personal o colectiva, tiene valor real. Ese es el pensamiento, la máxima o moraleja que recoge la sentencia con la que empiezan estas líneas. Y sobre ese pensamiento, aunque no de una forma explícita, han querido fundamentar su nacimiento la mayoría de las revistas filatélicas españolas: saber para mejorar.

La primera revista filatélica española no pasó del nº 1

Fig 1 El Indicador de los sellos, n. 1, 15 de julio de1870 webEl Indicador de los Sellos fue una revista que vio la luz el 15 de julio de 1870. En su primer y único número encabezaba su presentación con estas palabras:

«AL PÚBLICO. Al presentar al público este periódico, no hemos mirado más que la necesidad que hay en España de un Indicador en el cual puedan hallar los coleccionistas cuantos datos necesiten para la mejor organización de sus álbums de sellos.

Hoy que en casi todas las familias hay un individuo que tiene el buen gusto de seguir la moda de coleccionar sellos[1], hoy que en todas partes se recogen para poder un día presentar un álbum, en que se hallen los de todas las naciones, es cuando más se nota la necesidad de un periódico que pueda resolver con acierto cuantas dudas se le ocurran al coleccionista»

Vemos cómo se recoge en esas palabras el principio de la búsqueda de la superación. Se fijó  metas tan altas que tuvo que renunciar a ellas en tan sólo quince días: la fecha en la que debía haberse publicado el segundo número.

Solemos los españoles caer con frecuencia en un exceso de voluntarismo y pensar que aquello que deseamos será realidad por el mero hecho de que lo queremos y, construyendo sin ningún fundamento sólido, vemos arruinarse muchas iniciativas.

El Dr. Thebussem se atribuyó el «acabar» con la 2ª revista filatélica española

Hablando de vicios colectivos otro, característico de nosotros los españoles, es ese individualismo que nos lleva a criticar antes que a colaborar. Antes a destruir, que arrimar el hombro en una tarea común. No sería ajeno a ese defecto nuestro querido Dr. Thebussem, personaje, por otro lado, de excelentes y probadas virtudes y al que tanto debemos los amantes de la filatelia.

El 15 de febrero de 1871 nacía una nueva revista filatélica en Madrid: El Coleccionista de Sellos[2]. Se trataba de la modesta aportación de un comerciante, Balbino Cotter, abuelo de nuestro actual colega Antonio Cotter, que más adelante publicaría en Filipinas el primer catálogo de sellos de aquel país antes de arribar al siglo XX.

El Coleccionista de Sellos era la segunda revista de su género editada en España. Tras los dos primeros números, el Dr. Thebussem llevó a cabo una dura crítica en El Averiguador (publicada en el ejemplar del 15 abril de 1871) en el que arremetía contra el contenido de El Coleccionista que era una burda copia, mal traducida del francés, de la advertencia preliminar de la 4ª edición del catálogo Maury de París. El ilustre doctor concluía despiadadamente:

«Una docena de philatelistas declara que en su sentir El Coleccionista de Sellos, periódico quincenal (que) aparece los días 15 y 30 de cada mes, no corresponde a la misión que debe llenar un periódico de su clase: que no reconocen como órgano de los timbrófilos de España al dicho papel, y que hallan más deleite, más instrucción, más importancia y más amenidad en cualquiera de las publicaciones relativas a sellos que ven la luz en Bélgica, Inglaterra, Holanda, Francis, Dinamarca, Italia, Suiza, Canadá y Estados Unidos de América» y aunque añadía «Posible y probable es que mis apreciaciones y juicios sean erróneos y equivocados», sólo lo afirmaba por mero formalismo, ya que, años más tarde, escribiría sin ninguna contrición (aunque sin mentar que el autor era él mismo): «El Averiguador imprimió una censura tan acre y virulenta de El Coleccionista, que ocasionó la muerte de dicho papel…».

Si el Dr. Thebussem se responsabilizó de la desaparición de esta revista en lugar de ayudar a reconvertirla con una crítica constructiva en una publicación ejemplar, también podríamos considerarle culpable, cuando menos en una parte, de que en los casi veinte años posteriores (hasta el 16 de diciembre de 1890) nadie osara acometer la iniciativa de editar en nuestro país una publicación periódica dedicada en exclusiva al coleccionismo filatélico.

LAS PRINCIPALES REVISTAS DE FILATELIA DE ESPAÑA EN LA ACTUALIDAD.

Fig 2 Madrid filatélico webMadrid Filatélico y Crónica Filatélica: Al servicio de empresas de filatelia

Madrid Filatélico apareció el 1 de enero de 1897. Se trata por consiguiente de la más antigua de España y después de 106 años este mes de diciembre distribuye su número 1146.

En aquel primer ejemplar, tras un encendido elogio a la prensa, el editorial afirmaba: «La Filatelia no es, como algunos creen, una mera afición, una manía coleccionista. Es algo más, es mucho más. Es hoy, y ha de serlo en el porvenir, un elemento principalísimo para reconstituir la historia de nuestros tiempos, no de otro modo que la Numismática o la Paleografía nos ayudan al estudio de los siglos que fueron.

En tal concepto, y como nueva rama de la ciencia histórica, la filatelia se ha abierto camino en el noble estudio de la prensa buscando en él sus medios de propaganda y, tanto en España como en el extranjero tiene ya valiosas publicaciones[3]. Madrid Filatélico viene a pedir plaza en este concurso de la inteligencia…»

Más adelante, bajo el título «NUESTRO PROGRAMA» escribe: «Al imponernos la tarea de la publicación de esta revista no nos ha guiado idea alguna de lucro, pues sabido es cuan difícil es hoy buscar negocio por medio de la prensa, dada la situación económica por la que atraviesa nuestra querida Patria: únicamente nos ha hecho dar a la luz pública esta nueva revista el deseo de fomentar la afición filatélica, por la cual sentimos verdadero entusiasmo, y que, dormida por algún tiempo en España, despierta hoy de ese sueño letárgico con más ardor que nunca.»

Lo cierto es que esta revista a lo largo de los años ha cumplido con ese propósito, en ciertas épocas mejor que en otras, según la personalidad de su correspondiente director y las aportaciones de sus colaboradores, pero siempre desde la perspectiva, como por otra parte es lógico, de los intereses comerciales de la Casa Gálvez y más concretamente de Miguel Gálvez en sus inicios y de Manuel Gálvez más tarde. Con la frase «no nos ha guiado idea alguna de lucro» el editorialista está dando muestra de ese sentido de pudor o vergüenza al que me refería al principio de este artículo, como si hubiera de tratarse de algo condenable ganarse la vida a través del ejercicio del comercio de filatelia.

La muerte de don Manuel Gálvez en 1960 supuso un declive en los contenidos del Madrid Filatélico, que recientemente su actual directora ha comenzado a renovar y pugna por elevar a los niveles de antaño.[4]

Otro ejemplo de revista con vocación de servicio global a favor de la filatelia pero también condicionada por la política de la empresa comercial a la que pertenece, es Crónica Filatélica.

Crónica Filatélica camina hoy por su número 216. Siendo una revista más joven, se disputa con RF la primacía en el número de suscriptores y el mejor contenido filatélico. Perteneciente al grupo AFINSA, con toda seguridad el grupo filatélico económicamente más importante del mundo, la política de sus contenidos está condicionada por los propios criterios de empresa. Como ejemplo podemos citar que es la única publicación filatélica, que yo conozca, que no admite en la publicidad que inserta, se incluyan precios de venta de sellos, con el objetivo de evitar confrontaciones competitivas que lleven a sus anunciantes a alterar las cotizaciones del mercado.

De forma pareja a como hizo el Eco Filatélico cuando cambió su nombre por El Eco Filatélico y Numismático, Crónica Filatélica se distribuye conjuntamente con Crónica Numismática y con un Boletín de Novedades para que el conjunto de los interesados en una u otra publicación, en uno y otro contenido, conduzca a incrementar el número de lectores.

El Eco Filatélico y Numismático: La incursión de FESOFI en el ámbito comercial

Resulta curioso el polo opuesto: El Eco Filatélico. Es una revista que nació el 15 de marzo de 1945 como órgano de expresión de la sociedad filatélica «Amigos del Sello» de Pamplona, así como de otras 63 sociedades y que, tradicionalmente, antes que otra cosa, ha sido una publicación de anuncios comerciales, en general sin ningún criterio regulador, acompañada de crónicas de actualidad y de novedades.

El decaimiento del sector comercial llevó a la revista a modificar su periodicidad quincenal para convertirla en mensual y a añadirle a su cabecera «y Numismático», como antes indicaba,en un intento de captar nuevos suscriptores que sumar a los filatélicos. Este mes lanza su nº 1114 y el próximo año cumplirá 60 años de vida.

Recientemente, para garantizar su subsistencia, sus actuales propietarios han tenido que vender el 50 por ciento de la revista a Fesofi. Así, la Federación Española de Sociedades Filatélicas, además de su propia revista que tradicionalmente es su órgano oficial de comunicación, entra de lleno en el mundo comercial del sello a través de la publicación de más marcado carácter mercantil.

El futuro de El Eco Filatélico y Numismáticodependerá del esfuerzo de financiación que esté dispuesta a hacer Fesofi o de un enriquecimiento de sus contenidos que despierte el interés de los coleccionistas.[5]

Atalaya Filatélica: el órgano de expresión de una Sociedad Filatélica

Muchas sociedades en nuestro país han publicado y publican revistas y boletines periódicos que, al tiempo que les sirven como órgano de expresión de sus acuerdos y actividades, aportan al mundo coleccionista una información sobre la vida de la filatelia nacional e internacional y, al mismo tiempo, como publican estudios sobre filatelia e historia postal.

En este apartado bueno es que citemos como ejemplo, y ejemplo de buen hacer, la de una de las sociedades más activas de nuestro país: La Sociedad Filatélica Sevillana. Su revista: «Atalaya Filatélica» fundada y dirigida desde su inicio en junio de 1978 por Ramón Cortés de Haro, siendo de periodicidad trimestral, ha llegado este año a su nº 100.[6]

Revista de Filatelia: Una publicación diferente surgida del mundo comercial.

También nos ofrecía sus objetivos Revista de Filatelia en el editorial de su primer número de septiembre de 1967 donde hacía hincapié en los supuestos éxitos y virtudes del catálogo de sellos de España que Edifil[7] había lanzado dos años antes, para añadir:

«Pero esto no nos bastaba, queríamos hacer vivir más al día el mercado filatélico. Sentíamos que un instrumento faltaba para apoyar nuestro catálogo, del mismo modo que lo está los grandes catálogos mundiales con sus suplementos y revistas. Este es el hueco que nosotros, conscientes de nuestro prestigio y de la confianza que la afición de España ha depositado en nuestras manos, hemos querido colmar creando este noticiero de tantos y tantos acontecimientos de todo orden que hacen de nuestro campo el más fértil dentro de la rama del coleccionismo, como entretenimiento, como cultura y como ahorro».

A diferencia de muchas otras, R.F. se planteaba un objetivo limitado, muy concreto y de naturaleza mercantil: ser el apoyo del catálogo. Por aquellos tiempos quienes regían los destinos de Edifil[8] tenían seguramente una principal y única ambición de carácter comercial en el que el catálogo era el instrumento principal sobre el que todo debía girar. Seguramente por el anonimato que ofrece una sociedad, valga la redundancia, anónima, formada por más de un centenar de profesionales, aquella vergüenza por lo mercantil pudo ser obviada.

La realidad ha superado las metas propuestas inicialmente. Al contrario de quienes se fijaron metas tan elevadas que resultaron utópicas, no alcanzándose jamás, R.F., una vez superados sus primeros objetivos ha debido fijarse otros más altos. Así es como una finalidad raquítica (el mero apoyo a un catálogo para la obtención de unos beneficios económicos) ha sido reemplazada por esa mucho más ambiciosa que citábamos al principio del artículo: saber para ser mejor. Mejor coleccionista; mejor comerciante; mejor filatelista al fin.

La ilusión de colaborar en R.F. y la alegría de participar en su número cuatrocientos no me ciega la mente. No se me ocultan fallos y limitaciones. Es evidente que R.F. dista mucho de cubrir todas nuestras aspiraciones; es cierto que en determinados momentos ha estado al servicio de visiones partidistas ante divisiones en el mundo del comercio filatélico; serán, y son, verdaderas muchas otras las críticas que se le puedan hacer; pero no por encima de todo ello, es tanto lo positivo que nos ha ofrecido en estos 400 números, que bien vale la pena mantenernos unidos en un esfuerzo común para ir construyendo su futuro, aportando cada uno nuestro pequeño o mayor esfuerzo.

Si es verdad que la «acre y virulenta crítica» del Dr. Thebussem (con estos términos la calificaba él mismo) a El Coleccionista de Sellos sirvió para que desapareciera la única revista española de filatelia de su tiempo y tardara casi veinte años en aparecer una nueva, aprendamos la lección: seamos más constructivos; colaboremos en la continuidad y mejora de las pocas publicaciones que nos quedan y que únicamente se sostienen porque todavía hay quien soporta las pérdidas que cada una de ellas generan.

 

[1]  Sorprendente y peculiar principio el afirmar que seguir la moda sea sinónimo de buen gusto.

[2] Al comenzar el siglo XX (31 de enero de 1900) apareció una nueva revista con la cabecera «El Coleccionista de Sellos» dirigida por José García Ceballos. A lo largo de este artículo en ningún caso nos referimos a esta publicación, sino a la de Balbino Cotter de 1871.

[3]  En esta cita vemos que no es, como suele afirmarse, una novedad del I Congreso Mundial de Filatelia de Barcelona de 1960, considerar la Filatelia como una ciencia auxiliar de la historia. Aunque sea a partir de esa fecha cuando, de alguna manera, se oficializa admitiéndose de forma universal, ese concepto.

[4] Los loables esfuerzos de su directora, Concha Reol, no lograron evitar el cierre de la centenaria revista el año 2009, como más o menos podía intuirse cuando fue publicado este artículo en diciembre de 2003.

[5]  Como presumíamos, el futuro de la “El Eco” había de depender de la planificación de Fesofi. En una apuesta por su continuidad adquirió el 100% de su propiedad y delegó su edición, dirección y comercialización al grupo empresarial Nexo.

[6] Atalaya es la revista más antiguas editada por una sociedad de coleccionistas española, con el mérito añadido de ser independiente del comercio filatélico y de cualquier ayuda económica oficial. 

[7]Este primer catálogo era una copia incompleta y mal hecha del catálogo Gálvez. Edifil ha sabido evolucionar y mejorar sustancialmente esa lamentable primera edición. Pero el camino no ha concluido; ni mucho menos.

[8] Edifil se constituyó por la iniciativa de unos pocos comerciantes que supieron aglutinar como accionistas de la sociedad a la mayor parte del comercio filatélico español. La evolución posterior ha conducido a unas participaciones societarias muy diferentes de manera que actualmente el número de acciones de cada socio es muy diferente.