!A saber quién quiere hacer desaparecer los bisectados del siglo XIX!
A pesar de las valiosas aportaciones que algunos estudiosos han hecho, nuestro inefable catálogo «especializado» de sellos de España sigue siendo una maravillosa y generosa fuente de anécdotas por sus errores, omisiones y adiciones, impresas aposta o no, que permiten, a quienes nos agrada algo de rigor en los datos, descubrir curiosas tropelías informativas y, en consecuencia, nos facilita compartir con nuestros lectores el jolgorio, o la llorera (según se mire) que provocan las barbaridades publicadas por nuestro involuntario proveedor de noticias.
El cuento de hoy es la repentina desaparición (llevada a cabo con nocturnidad y alevosía) de una modalidad filatélica descrita desde los inicios de los tiempos filatélicos: los sellos bisectados del siglo XIX.
Efectivamente, ya no aparecen relacionados por ningún parte. Por arte de birlibirloque ya no existen sellos bisectados o bisecados en aquella centuria. Edifil, como si de un nuevo «Houdini» filatélico se tratara, los ha sustraído a las nuevas generaciones. Los que vengan detrás de nosotros no conocerán unos sellos, mejor diríamos medios sellos, que en su momento sirvieron para el franqueo. Porque lo cierto es que, por falta de ‘francos’ como antiguamente se les llamaba, se toleró su uso –ya que no conocemos hasta el presente legislación alguna que los autorizara-. Esas raras cartas circularon sin ánimo de lucro filatélico por lo que son de la más cristalina pureza para el coleccionista de historia postal. Tan raras son que los estafadores filatélicos las vienen falsificando desde hace tres cuartos de siglo.
¿Cómo se pueden descatalogar, así como así, estas piezas? ¿Qué pueden hacer aquellos viejos coleccionistas que se gastaron sus buenos duros comprando las cartas con sellos bisectados y que con tanto orgullo tenían hasta ahora en sus colecciones?, ¿acaso son piezas virtuales y no reales?. No, no es posible porque en su época no existían esas modernidades semánticas y, además, el dinero que les costó no tenía nada de virtual, era muy, pero que muy real.
¿Acaso son todas falsas?
A lo mejor resulta que nuestro querido y admirado catálogo ha querido erigirse en el valedor de la pureza inmaculada y la honestidad en la filatelia y ha iniciado una lucha contra la falsificación.
Pero es posible que sus responsables, incapaces de cómo distinguir las piezas auténticas de las que no lo son, han comenzando su novedosa andadura hacia estos nuevos y nobles horizontes mediante la eliminación de un plumazo de los bisectados españoles del siglo XIX. Es mucho más fácil ningunear que reconocer la propia ignorancia y por ello se ha decidido que los sellos bisectados españoles no han existido jamás y basta: «muerto el perro se acabó la rabia». Total, que a los desgraciadillos coleccionistas que cambiaron sus duros por esas piezas, ahora se las declaramos falsas y sin valor y que les zurzan.
¡Ah!, y de paso, a quien haya emitido opiniones o dictámenes de autenticidad, se le coloca en una posición de descrédito. Bueno, bueno, a esto se le llama el arte de liquidar unos cuantos pájaros (¿pardillos?) de un solo tiro. La escabechina sale redonda.
En fin, y en prueba de que yo no puedo aceptar humildemente este ‘dictat’, ahí van unas cuantas muestras de piezas bisectadas, o bisecadas (como en puridad nos recuerda Javier Padín que deberían llamarse) que han pasado por mis manos.
(haga clic sobre las imágenes para ampliarlas)
De todas ellas creí en su bondad y en todas ellas creeré por los siglos de los siglos. Amen.