La huella del falsificador, La voz del experto — 10 de noviembre de 2013

Sperati, un delincuente

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La huella del falsificador 013

Publicado en El Eco Filatélico y Numismático

 

Hoy estudiaremos un ejemplar falso del real azul claro de la emisión de 1854. De este valor, Sperati hizo al menos cinco falsificaciones (A, B, C, D, E) a partir de cuatro clichés fotográficos distintos.

Los tipos A, B y C según la clasificación de la BPA le sirvieron para confeccionar los tres falsos conocidos del real azul oscuro, mientras que con los tipos A, B, D y E fabricó los cuatro que conocemos del real azul claro.

Así pues, se trata de cinco tipos (A, B, C, D y E), aunque sólo de cuatro clichés, ya que el tipo D procede del mismo cliché que el tipo A.

Sperati parece haber utilizado el tipo C sólo para falsificar el azul oscuro, los tipos C y D únicamente para el azul claro, mientras que los tipos A y B le sirvieron para imprimir sellos tanto del real azul oscuro como del azul claro.

 

Fig 1

Fig 1 Sello de un real azul claro de 1854 falso

Un buen estafador siempre es un buen psicólogo. Un conocedor de los rasgos del carácter y forma de ser de sus posibles víctimas que le permita llevarlas a engaño sin levantar sospechas. Por esa razón Sperati produjo muchos de sus sellos con una calidad deficiente o, cuando menos, que no llamara la atención por una perfección fuera de lo común. Sólo cuando su actividad fue públicamente conocida comenzó la “producción en serie” de ejemplares aparentemente de excelente calidad, que comercializaba como reproducciones con la denominación  “Philatelie d’Art”.

Fig 2

Fig. 2 – Dorso del sello falso.

Sellos como el reproducido en las figuras 1 y 2 siguen dándonos disgustos. Esta pieza procede de una excelente colección de sellos de España, con muchos ejemplares raros, todos auténticos. Está firmado por un antiguo y reconocido comerciante. Tiene una calidad media, matasello parrilla fuerte, margen inferior justo pero completo y sombras de suciedad. No obstante es una pieza, en principio, atractiva para una colección, ya que se trata de un sello ciertamente raro.

A toro pasado todo parece muy fácil. Cuando hemos descubierto su falsedad nos parece evidente que el papel no es bueno (ciertamente es más gris y satinado que el papel azulado original); pero lo cierto es que la transparencia de la materia grasa de la tinta ofrece muy buena imagen y la reproducción es de gran fidelidad.

Examinemos un ejemplar de referencia inequívocamente falso y comprobemos unas cuantas marcas de identificación para demostrar que se trata de una copia del falso tipo D de Sperati. Véase en la figura 3 un falso tipo D con el detalle de unas cuantas marcas de identificación.

Fig 3

Fig. 3 – Marcas de identificación del tipo D.

Sperati utilizó la litografía a partir de clichés obtenidos por procedimientos fotográficos en todos los sellos clásicos españoles falsificados,. Sin embargo, salvo los ejemplares de la emisión de 1850, que es litográfica, las emisiones originales habían sido impresas tipográficamente. Esa diferencia es fundamental para entender las múltiples pequeñísimas imperfecciones que delatan la existencia del fraude.

Debemos tener en cuenta que el matasellos de las piezas usadas impide ver la totalidad de las marcas de identificación. En algunos casos las marcas que parecen identificar el falso Sperati en realidad son marcas propias del ejemplar auténtico utilizado por Sperati para hacer la copia. Por último, alguna de las marcas, que son casi imperceptibles, puede parecer que las tiene el ejemplar que estudiamos y sin embargo deberse a una impresión débil o defectuosa. Todo ello nos obliga a un examen detallado que no se puede limitar a comprobar la coincidencia de uno o dos detalles.

Veamos en la fig. 3 unos cuantas marcas ubicadas en cada una de las cuatro esquinas. Soslayamos el estudio de las dos terceras partes del sello que ocupan la parte central para no hacer excesivamente pesado este artículo:

  1. Irregularidad en el borde exterior del lado izquierdo de la primera “O” de “CORREOS”.
  2. Incisión blanca en la parte superior en el lado izquierdo del palo vertical de la primera letra “R” de “CORREOS”.
  3. Ligero bultito en la parte interior derecha superior de la primera  “R” de “CORREOS”.
  4. Punto de color en el adorno superior izquierdo del sello,
  5. Pequeño corte en la parte inferior de la primera “O” de “CORREOS”.
  6. Rotura del trazo derecho en la base del palo vertical de la primera “R” de “CORREOS”.
  7. Incisión en el palo vertical del “1” de “1854”.
  8. Pequeño abultamiento en la parte exterior del círculo inferior del “8”.
  9. Puntito de color entre el “1” y el marco exterior.
  10.  Ligerísimo cortecito en la raya derecha del adorno.
  11.  Rotura del trazo izquierdo de la base del palo vertical de la “R” de “FRANCO”.
  12.  Incisión blanca en la parte superior de esa misma letra “R”.
  13.  Rotura de la parte derecha de la línea de base del palo derecho de la letra “A”.
  14.  Incisión en el lado derecho de la línea oblicua de la “N”.
  15.  Rotura e irregularidad en la parte superior de la “C”.
  16.  Rotura en la parte inferior de la “O”.
  17.  Rotura de la parte derecha de la línea de base del “1”.
  18.  Rotura del marco interior a la derecha de la rotura característica del sello original.
  19.  Ondulación de la línea de base de la “R” de “RL”.
  20.  Rotura en la linea horizontal superior de esa letra “R”.
  21.  Irregularidad en la base de la “L” de “RL”.
  22.  Incisión en el interior de la línea del marco de la derecha.
  23.  La parte derecha de la línea superior de la “L” de “RL” es más corta..
Fig 4

Fig. 4. De las 6 marcas del ángulo superior izquierdo del sello de referencia, sólo nos es posible contrastar tres

Fig 5

Fig. 5. Se distinguen las cuatro marcas señaladas en la parte superior derecha del sello

Fig 6

Fig. 6. Sólo son perceptibles 3 de los seis detalles señalados porque los otros tres quedan ocultos bajo el matasellos.

Fig. 7. Al estar libre de matasellos se pueden identificar las 7 marcas señaladas en la parte inferior derecha del falso tipo D.

Fig. 7. Al estar libre de matasellos se pueden identificar las 7 marcas señaladas en la parte inferior derecha del falso tipo D.

 

La acumulación de marcas coincidentes deja en evidencia que se trata del falso tipo D de Sperati. El profano puede creer que tantas marcas hacen fácil detectar que el sello no es original. Nada más lejos de la realidad. Los detalles diferenciales entre el original y el falso pueden ser numerosos; pero son tan pequeños e insignificantes que sólo un examen muy detenido de la imagen debidamente ampliada los puede poner en evidencia.

 

Al pan, pan y al vino…

En el Eco Filatélico y Numismático del mes de mayo se reproducía un artículo de Javier de Linares sobre Jean de Sperati en el que el autor narraba algunos de los pasajes más conocidos de la vida de este falsificador de sellos. Nada comentaría sobre ese escrito si no fuera por el título que lo encabezaba: “MAS ARTE QUE DELINCUENCIA”.

En el mundo actual vivimos una importante crisis de valores. Por un lado se quieren silenciar los fundamentos ideológicos más trascendentes, como la religión, relegándolos al ámbito de lo privado.  Por otro, se impone un relativismo moral en el que todos los actos humanos son indiferentes desde una perspectiva ética, salvo si causan un daño directo a otra persona. Aún más; incluso se llegan a justificar comportamientos que generen daño a terceros si es por alcanzar un hipotético “bien superior” (aquello de que el fin justifica los medios). Y como todo es relativizado, cada uno define el “bien superior” según sus criterios e intereses.

Podemos encontrar muchos ejemplos de exaltación del signo negativo en la literatura, el cine o los medios de comunicación y hasta en nuestras distendidas conversaciones cotidianas.

El fenómeno Sperati es una muestra más. Un delincuente que se pasó toda su vida falsificando para posibilitar que los compradores de su “producción” llevaran a cabo innumerables estafas (cuando no las realizaba él directamente o valiéndose de terceros). Un delincuente al que ahora se le tributan homenajes, se le rinden elogios y se ensalza su vida “ejemplar”, por lo bien que ejecutó sus actos delictivos, por la perfección de sus fraudes, perfección que algunos (empezando por él mismo)  han llegado a calificar como ARTE.

Por favor. No dejemos a un lado nuestros principios. Llamemos a las cosas por su nombre. Al pan, pan y al vino, vino. Sperati fue un personaje detestable, un infame falsificador y, si no, pregúntenle a uno de esos coleccionistas que han sido sorprendidos en su buena fe adquiriendo un sello como el que hemos estudiado, cuyo valor real de catálogo de 10.500 € si es auténtico, y que no vale más de 100 € como “obra de arte de Sperati”.