Pese a la fama, infame
En la sección «La Voz del Experto», Ángel Vila Verdeny y yo, publicamos el día 26 de mayo el artículo «No basta con el nombre», denunciando que en la prevista subasta de la colección Miggins por H.R. Harmers al menos 11 de los 19 lotes individuales de la primera emisión de Marianas Españolas eran falsos. Ese mismo día se lo comuniqué por mail a Mr. Bill Bergstrom en calidad de «Senior Describer» según figuraba en el catálogo de la venta.
Mr. Bergstrom ya tenía noticias de la problemática de esos lotes porque que había respondido a las dudas de un coleccionista español diciendo que si en esa colección hubiera sellos falsos lo habrían denunciado en las exposiciones en las que participó. Un argumento absurdo como señalábamos en nuestro mencionado artículo, que además es una falacia, porque esos sellos nunca se expusieron en certámenes filatélicos competitivos de primer orden; las colecciones galardonadas en diversas exposiciones son la correspondientes a las sobrecargas del período 1881-1889 por lo que se refiere a la época española y a otras emisiones del siglo XX.
Una vez transcurridos los 7 días que van desde el 26 de mayo al 2 de junio, tiempo suficiente para hacer las comprobaciones oportunas y retirar de la venta los lotes sin duda falsos, la única respuesta que obtuve fue el silencio.
Sin embargo, Ángel Vila Verdeny, sí recibió un comunicado, esta vez del joven Charles Epting («Marketing/Philately» en el staff de H.R. Harmer según el catálogo de la subasta que firma como «President/Philatelist»). El mail comienza lamentando no haber podido contestar antes por no tener en sus manos el enviado desde España. Califica luego como lógico que una subasta con más de 1.000 lotes contenga sellos falsos. Y finalmente afirma que la casa H.R. Harmer «nunca vendería a propósito algo sabiendo que es falso» pues para ello existe la posibilidad de adquirirlos «con extensión».
Permítanme cuatro consideraciones al respecto:
1.- Si una empresa como H.R. Harmer tiene únicamente cuatro personas en su organización de las cuales dos forman su “staff” y Vd, se dirige a una de las dos para advertirle que H.R. Harmer vende sellos falsos y entre ellos tardan una semana en trasladarse la denuncia ¿cómo calificaría su calidad empresarial?
2.- La denuncia de que los sellos en cuestión son falsos no es una conjetura de un principiante. La han formulado un coleccionista especializado en el estudio de esta emisión y un experto de la AIEP (Asociación Internacional de Expertos de Filatelia), entidad de la que son socios colaboradores las casas de subastas Corinphila y Köhler (del mismo grupo empresarial que Harmer). ¿Qué es lo que necesitan para poder «conocer su falsedad» y retirarlos de la venta?
3.- La venta con extensión, por las molestias que conlleva, es una medida a utilizar sólo ocasionalmente. Según las condiciones de venta primero se debe hacer el pago y, si el certificado no es conforme, esperar le sea retornado el importe; es preciso acudir a un experto aceptado por las dos partes; los gastos que superen los 500$, en principio, correrán a cargo del comprador (sin sellos y apaleado), etc. No obstante, de la respuesta de Mr. Epting parece desprenderse lo contrario: ese debe ser el camino habitual a seguir, no hay que fiarse de las descripciones del subastador.
Por otra parte, no sé cómo debo interpretar que a mí no me hayan contestado mi email del 26 de mayo. Quizá han creído más adecuado por alguna razón que se me escapa, dirigirse a un coleccionista particular antes que hacerlo a un experto de IFSDA y comerciante profesional que en 1977 organizó su primera subasta, miembro de la Asociación Americana de Comerciantes de Filatelia (ASDA) durante 20 años y el único subastador en España que había suscrito el Código de Ética para Casas de Subasta de ASDA.
Conclusión
Una empresa puede contemplar un pasado esplendoroso durante el cual le confiaron la venta de importantes colecciones como las de Alfred H. Caspary, Alfred F. Liechtenstein o Franklin D. Roosvelt. Pero eso no evita que el comportamiento de sus gestores actuales pueda ser calificado de infame.
Nota aclaratoria:
En mi vida profesional, entre 1977 y 2012, he organizado una gran número de subastas y he participado y sigo haciéndolo en las de innumerables profesionales nacionales y extranjeros. No soy ningún ingenuo ni un iluso. A mi edad y con mi experiencia, las he visto ya de todos los colores. Pero creanme que sería del todo injusto terminar este artículo aquí y permitir que de este caso tan lamentable se pudiera deducir una generalización por pequeña que fuera.
La norma general es que un subastador toma en consideración la advertencia sobre la duda de autenticidad de un lote, máxime cuando quien se lo expone es un coleccionista o profesional especializado en ese área, incluso aunque no sea propiamente un experto. Admito haber conocido muy contadas excepciones, pero jamás una tan descarada como la descrita.
Por otro lado, por si pudiera quedar alguna sombra de duda, quiero dar fe de que un caso de este naturaleza ni por asomo me consta que se haya podido producir entre ninguno de los comerciantes de filatelia españoles que actualmente están organizando subastas.