Buceando..., Fruslerías — 7 de marzo de 2016

Tras la primera carta certificada del correo español.

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BUCEANDO EN LA HISTORIA (64)

Publicado en Revista de Filatelia  (Diciembre 2008) X

Muchos son los interrogantes que se nos plantean en torno a los orígenes del correo en España. La escasez de cartas y documentos, la falta de las tarifas que se utilizaran en aquellas primeras épocas y la ignorancia que tenemos sobre normativas del funcionamiento del correo con anterioridad a la primera mitad del siglo XVIII, hace que las lagunas de nuestros conocimientos sean enormes.

Esas carencias entrañan un grave peligro: que el más pequeño descubrimiento nos parezca suficiente para elaborar una teoría general sin fundamento sólido y por tanto abocada con toda probabilidad al error.

Esto ha ocurrido con el correo certificado.

Hace unos 30 o 40 años el coleccionismo prefilatélico español se enriqueció con unas cuantas cartas que aparecieron en el mercado. Todas ellas estaban fechadas en 1657 y firmadas «Yo el Rey» con un texto similar en el que Felipe IV comunicaba el nacimiento del príncipe don Felipe. Jorge Guinovart y Manuel Tizón las catalogaron en la primera edición de Prefilatelia Española como las más antiguas marcas de correo certificado,por cuanto en ellas aparecía la leyenda “Ceron. a Madrid”, forma abreviada de “Certificación a Madrid”. Y la verdad es que todos creímos que esa fórmula, propia de las cartas certificadas de épocas posteriores, era suficiente razón para considerar que cualquier sobrescrito con unas aspas y ese texto era igualmente una carta certificada.

Sin embargo parece claro en la actualidad que el correo certificado surge como una evolución de lo que eran las primeras «certificaciones»: documento extendido a fin de garantizar que la carta había sido entregada al destinatario; más o menos lo que en la actualidad denominamos un «acuse de recibo».

Por el contrario el correo certificado es una modalidad de correspondencia en la que la organización postal asegura el envío comprometiéndose a resarcir con una determinada cantidad al remitente en caso de no entregar en destino la carta o efecto postal. Para ello se va articulando un meticuloso procedimiento administrativo al que deben someterse el remitente, el destinatario y los distintos funcionarios postales responsables de la recepción transporte y entrega del certificado.

la supuesta primera certificación del mundo web

El sello emitido por España que puso en evidencia los escasos conocimientos que tiene Correos sobre la historia de la correspondencia.

Hace poco más de cuatro años Correos emitía un sello conmemorativo de «la primera certificación postal del mundo»: un sobrescrito real fechado el 23 de noviembre de 1604 en Valladolid y dirigido a la Ciudad de León

En el folleto oficial de presentación del sello impreso por Correos se dice: En el verano de 1999, durante la investigación sobre porteos, que Fernando Alonso García estaba llevando a cabo en el Archivo Histórico Municipal de León, descubrió la carta certificada que ha pasado a ser considerada la primera del mundo. 

Pero en realidad no se trata de la certificación postal más antigua del mundo, ni siquiera de España. Y tampoco es una carta certificada.

Para clarificar el concepto de correspondencia certificada transcribo dos diferentes definiciones de certificado:

– es el «que se remite por el correo bajo el seguro o garantía que, mediante el pago de los derechos establecidos por este servicio, da la Administración de que será entregada a la persona a quien va dirigida (…) Con más propiedad pudiera llamarse correspondencia asegurada, pero desde un principio se adoptó aquel calificativo, más propio entonces y usual en nuestro idioma, porque la administración de correos certificaba, y certifica de haberle sido entregada la carta o paquete en la forma conveniente para que llegue intacto su contenido a poder de la persona, à quien va dirigido.» (Enciclopedia Española de Derecho y Administración por Lorenzo Arrazola y José M. Manresa y Navarro. Madrid, 1872)

– es el que «previo pago de un derecho especial o derecho de certificado, se impone en una oficina de Correos, mediante resguardo, circula con garantías especiales y es entregada al destinatario, previo también el correspondiente recibo«.(Diccionario de Filatelia. F. Javier Padín Vaamonde. La Coruña, 1996)

Estas definiciones suponen que un certificado, desde un punto de vista postal, debe reunir los siguientes requisitos:

  1. Que sea transportado por la organización postal con unas garantías especiales. Esto implica un tratamiento diferenciado e individualizado a diferencia del correo ordinario cuya remisión es masiva sin un control individualizado.
  2. La emisión de un recibo en el momento remitir el certificado
  3. Firma del destinatario probando su recepción.
  4. El pago de una especial superior a la del correo ordinario.

Las pretendidas cartas “certificadas” del siglo XVII conocidas y que al igual que ésta en tienen una leyenda manuscrita de certificación o con aspas de tinta, no cumplen ninguno de los cuatro requisitos:

  1. No individualiza el envío de cada carta con un seguimiento especial.
  2. Correos no extiende un recibo cuando se le entrega la carta.
  3. El destinatario no firma el “recibí” de su recepción.
  4. No consta estuvieran sujetos a una tarifa especial superior a la del correo ordinario.

¿Cuándo nace realmente el correo certificado? No lo podemos determinar todavía por falta de la documentación que lo pueda confirmar.

Para quien pueda interesarle el tema seguramente podrá le será de utilidad el artículo publicado en el nº 122 de la revista Atalaya Filatélica del pasado mes de agosto. Se trata de un número especial que conmemora el 75 aniversario de la Sociedad Filatélica de Sevilla. Con el título «Orígenes del Correo Certificado en España» también se describen, de forma esquemática, los diferentes correos de la península que precedieron a la creación del servicio nacional de correos para uso de los particulares.

Ahora examinaremos una pieza excepcional:

Primera certificación conocida del servicio nacional de correos español creado por la incorporación de los correos al Estado.

     Primera certificación conocida del servicio nacional del                     Correo Español creado por la incorporación                   de los correos al Estado.

Se trata de una carta escrita en León el 21 de enero de 1717 por Fray Martín Matilla y dirigida a Madrid a «Fray Francisco de la Concepción guarde Dios muchos años procurador general de Jerusalén = San Francisco«. Lleva manuscritos los textos «certificación a León» y «12 maravedíes» y en el frente está estampada la primera marca de origen de León.

Se puede observar con claridad que la primera marca de origen de León es un círculo de puntos. Con toda probabilidad el desgaste por su uso hace que parezca un círculo continuo en estampaciones posteriores. Eso debió inducir a error a Fernando Alonso al describirla en su obra «León en la Historia Postal» ya que no había podido examinar ningún ejemplar anterior al mes de agosto de 1717.

El texto «12 maravedíes» indica el porte de la carta que debía pagar el destinatario equivalente a 3 cuartos de vellón. Era exactamente el porte de una carta sencilla recibida en Madrid, por el correo procedente de cualquier punto de Castilla Nueva o de Castilla la Vieja, según la primera tarifa general de porteo de la correspondencia en España. Esa primera tarifa había entrado en vigor tan solo días 20 antes de la pieza que estamos estudiando: concretamente el 1 de enero de 1717.

«Nadie está libre de decir estupideces,
lo malo es decirlas con énfasis.»
Michel de MONTAIGNE 

Suele ocurrirle al investigador, al estudioso y al coleccionista que el hallazgo de una pieza importante le emocione. Eso es lógico en toda aquella actividad humana en la que se invierte un importante esfuerzo y dedicación, en la que se pone la ilusión y el corazón además del trabajo intelectual y científico. De esta forma vemos como, en ocasiones, el descubrimiento de una pieza por parte del estudioso o la adquisición de una carta por parte de un coleccionista les hacen ver en ella virtudes y excelsas características de bondad y rareza que otro observador más sereno sabe con certeza que sólo existen en la imaginación de los primeros.

Puede que en otras ocasiones esa visión errónea sea fruto de un interés menos noble que los anteriores. Es el caso de los comerciantes cuando vamos más allá de la realidad en la descripción de un lote en una subasta para justificar un precio de salida superior. Es también el caso del que cede a la tentación de la vanagloria, buscando el reconocimiento de los demás aportando descubrimientos o hallazgos de teórica relevancia histórica; que no son tales porque carecen de las características que se les atribuyen.

Al señalar la importancia de esta carta intentaré, por consiguiente, evitar el pecado denunciado por Montaigne. Vale la pena, pues ser prudente a la hora de enjuiciarla.

  1. Un primer aspecto a señalar de esta carta es que no parece que se trate de una carta certificada de conformidad con las definiciones vistas anteriormente. En efecto, no cumple con ninguno de los cuatro requisitos que hemos dicho debe reunir un envío certificado.

Se trataría, en principio de una certificación con significación parecida a la de las certificaciones que conocemos de los siglos anteriores.

Sin embargo tiene otras características diferenciales de gran relevancia.

  1. Es una de las primeras cartas con porteo del Correo Español.

Recordemos que el Correo Español, como tal, nace el 1 de enero de 1717. Con anterioridad existieron diversas instituciones postales en España (o en los reinos de la península si nos referimos épocas anteriores a la unificación territorial y política que llevaron a término los Reyes Católicos) pero en ningún caso un servicio publico normalizado para todo el territorio. El precedente más aproximado fue el correo de las estafetas que carecía de homogeneidad a lo largo del país.

  1. Es la primera certificación del servicio público de correos entre particulares.

Las certificaciones que conocemos del siglo XVII son tramitadas por el Correo Real o de gabinete, unas como correspondencia de las Personas Reales y otras como Correo Oficial.

  1. Es la más antigua certificación conocida en España en carta con marca postal de origen de cuño: Por supuesto la marca de «certificación» es manuscrita porque en 1717 sólo existían dos clases de marcas postales: «de origen» y de «franquicia» (sello negro). Los sellos de certificación sólo comenzarían a utilizarse bien entrada la segunda mitad del siglo XVII.
  2. Es la única certificación conocida de la primera mitad del siglo XVIII aparte de la anotación manuscrita «certificación a Tudela» que reproduce Luis María Marín en su extraordinaria Historia Postal de Navarra estampada en documento cuya imagen se carece

Las primeras certificaciones postales conocidas datan del siglo XVI y su origen se justificó como una forma de que quien contrataba al correo tuviese conocimiento de que la carta la había entregado al destinatario; es decir, nació como una forma de «acuse de recibo» con su desarrollo, la organización postal acabaría definiendo un nuevo servicio: «el correo certificado» todavía no sabemos la fecha en la que sucedió, pero poco a poco, el cerco se estrecha. Hay que ser pacientes y, al  mismo tiempo, constantes en el estudio y la investigación