Actualidad, Opinión — 11 de agosto de 2016

Un coleccionista desilusionado

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La carta de un lector:

 

Me gustaría mucho que se hicieran eco de esta reflexión:

Desde hace algunos años, los distintos gobiernos se están cargando la filatelia.

No hacen nada más que emitir series en distintos formatos, cada vez con más sellos y de faciales más altos; ahora se han inventado lo pliegos premium y sin embargo no circulan sellos en las cartas.

¿Qué está ocurriendo?, pues muy fácil, han encontrado la forma de meter dinero en los cajones.

Mi caso particular:

Soy coleccionista de sellos desde hace muchos años y mantengo intercambio con algunos amigos de países  extranjeros; compro 10 series de cada una de las emitidas (para mí  y para mis intercambios) y todo ese dinero, una vez convertido en sellos, va a parar a los cajones, y no tiene ni un céntimo de revalorización, al contrarío, lo que tiene es una depreciación  grande, por que a la hora de vender nuestras colecciones, si es que se logra vender, no tiene ningún beneficio, se venderá  a pérdidas.

Poco futuro veo yo a la filatelia, poco sentido tiene ya introducir a este hobby a nuestros hijos y nietos.

          Juan Diaz Leria
Un coleccionista desilusionado

 

Su sentimiento no es un caso aislado. Son multitud los coleccionistas que viven decepcionados la filatelia moderna como una actividad que ha llegado a sus momentos finales.

No cabe duda alguna que desde hace ya años los sellos se emiten sin tener como finalidad principal el franqueo de la correspondencia y la demanda para el coleccionismo es incapaz de absorberlos, por lo cual no sólo no se revalorizan, sino que se deprecian.

Vd. dice: Poco futuro veo yo a la filatelia. En esto, se queda corto; la filatelia como la han vivido muchos coleccionistas este último medio siglo, no es que tenga poco futuro, es que carece de futuro. Está muerta.

Pero no nos equivoquemos. Lo que está acabado es el modo de concebir la filatelia. Pero no la filatelia en sí. Si miramos hacia atrás, veremos que la historia nos ofrece otros precedentes en buena parte similares. Veamos un ejemplo.

En el siglo XIX un coleccionista aspiraba a conseguir todo los sellos que se emitían en el mundo. A lo largo de la primera mitad del siglo XX los distintos países comenzaron a multiplicar el número de ejemplares que ponían en circulación y el coste de adquirirlos se fue haciendo insoportable para la mayoría de los aficionados. Por ello se decantaron por reducir los países que cada uno coleccionaba, hasta terminar especializándose en uno sólo en la mayoría de los casos.

No comparto su afirmación «poco sentido tiene ya introducir a este hobby a nuestros hijos y nietos». Ahora, más que nunca es cuando nuestros jóvenes necesitan más hobbies para desarrollen habilidades intelectuales y no masificarse como les sucede a muchos, por ejemplo, con  la contemplación pasiva de la TV o con juegos alienantes.

Todos los padres con dos dedos de frente preferirían ver a sus hijos involucrados en un coleccionismo de sellos o de cualquier otra cosa, clasificando sus adquisiciones, ordenándolas, y estudiando su origen, sus características y sus finalidades, antes que pasar horas interminables cazando pokémons con su smartphone o matando «enemigos» en la pantalla de un ordenador. No la TV ni los juegos electrónicos son en sí mismos malos, pero su efectos son devastadores cuando absorben al joven hasta el punto de reducir gravemente su dedicación al estudio, la formación y el desarrollo intelectual.

El tema da para mucho y debiera ser motivo de reflexión de todos los actores de la filatelia y también de los responsables de la educación de la juventud.