Uno de los principales trofeos que puede obtener el estudioso o el coleccionista de historia postal es el hallazgo o el descubrimiento de una pieza inédita. Eso nos ocurrió hace unos días rebuscando entre las cartas de un conjunto desordenado y aparentemente sin mayor interés.
La carta a la que me refiero la reproducimos aquí y es la protagonista este artículo. Fue escrita en San Juliá de Loria, Andorra, el 16 de julio de 1845 y dirigida a Puigcerdá. En el frente observamos estampadas en color rojo la marca “FRANCO” y el fechador tipo Baeza ambos de Seo de Urgel. Manuscrita fue dibujada un aspa de tinta cruzando la carta como signo de que iba franca. Al dorso el fechador de Puigcerdá nos indica que la llegada se produjo un día después, el 17 de julio de 1845.
Anverso
Ni el fechador de salida ni el de llegada son raros. La marca franco en el catálogo tiene dos RR como señal de que es muy rara. Pero la historia postal andorrana nos dice otra cosa: que la carta no es muy rara, ni rarísima, ni extraordinariamente rara, que son los grados de rareza que el catálogo refleja por encima.
Se trata de una pieza excepcional.
No es simplemente que estemos ante la única carta que hasta el presente podamos conocer salida de Andorra con la marca “FRANCO”. Es que, además, se trata de la única carta de Andorra franqueada en el correo español antes de la implantación del sello adhesivo. De paso, no me cansaré de repetirlo, recordemos que las marcas “FRANCO” son marcas que indican que la carta ha sido franqueada, no que la carta goce de franquicia. Es un error extendido porque el catálogo de marcas prefilatélicas las describe así.
DOS PINCELADAS SOBRE LA HISTORIA DE ANDORRA
Andorra ha estado habitada por el hombre desde la Edad de Piedra y parece que el nombre Andorra deriva del vascuence, ya que allí se encontraban tribus emparentadas con el pueblo vasco. Seguramente la primera cita histórica la encontramos en Polibio, que en el siglo I antes de Cristo cita a los Andosinos como habitantes de estos valles al describir la Guerras Púnicas.
Pero la historia moderna de Andorra comienza con su liberación de los moros por Carlomagno en 803. Su nieto Carlos II el Calvo, en el primer documento histórico en el que aparece el nombre de Andorra, en 843, cedía aquellos valles al conde de Urgell, Sunifredo.
Las luchas de la Edad Media entre señores feudales, pequeños reinos y ante las constantes incursiones sarracenas obligó a los condes de Urgell a suscribir una alianza con la casa de Caboet (una de las familias más importantes de la zona) y el año 1159 acabó por firmarse un acuerdo entre los condes de Urgell y los condes de Caboet para compartir la administración y defensa del Principado. Al acceder a la corona de Francia Enrique de Foix, conde de Cabote, bajo el nombre de Enrique IV, los derechos del Principado pasaron a casa real francesa. El paréntesis abierto por la Revolución Francesa al acabar con la monarquía, lo cerraría Napoleón, en 1806, al coronarse Emperados y asumir, a instancias de los andorranos, el mando como copríncipe. Desde entonces, y hasta nuestros días, la Jefatura del Estado francés comparte con el Obispo de Urgell la soberanía de Andorra.
Andorra siempre fue un territorio rural, con una población muy reducida y de escasa significación económica. En el terreno de lo político sólo en 1866, al promulgarse la Nueva Reforma se creaba el Parlamento (Consell General) de los Valles y se reconocía el derecho de sufragio directo a los cabezas de familia. El antecedente de este “Consell” lo encontramos en el “Consell de la Terra” formado en 1419 tras lograr los andorranos su autonomía, algo que venían solicitando con insistencia durante más de dos siglos. El escaso interés que los Valles tenían para los copríncipes fue determinante para que accedieran a esta forma de autogobierno mediante un Consejo formado por representantes de las Parroquias.
El derrocamiento de Isabel II en 1868 es una fecha importante para Andorra, ya que se reconoce por primera vez la independencia del país.
Únicamente a partir de 1933 gozarán de derecho los andorranos mayores de 25 años, ya que, como hemos dicho, hasta entonces los únicos que votaban eran los cabezas de familia. En cuando a las mujeres, sólo alcanzaron el derecho a voto en 1970.
No será hasta 1988, cuarenta años después de su aprobación por la ONU, cuando Andorra reconozca la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, para, tras aprobar una nueva constitución democrática en 1993 ingresar el 27 de julio en la ONU y el 10 de noviembre de 1994 en el Consejo de Europa.
En cuanto al correo, Andorra nunca tuvo una organización postal propia. Por lo que a la parte española se refiere dependió de la administración de Seo de Urgell, por donde siempre ha sacado y recibido el correo. Con anterioridad a la introducción del sello específico para Andorra (los primera emisión fue la habilitada en 1928 de Alfonso XIII) no existía ninguna oficina postal en territorio andorrano y las cartas habían de llevarse a Seo de Urgell. Peatones dependientes de esa administración leridana distribuían las cartas en las parroquias en las que se dividía el territorio del Principado (actualmente son siete tras crearse la de Escaldes-Engordany como resultado de la separación de Andorra la Vella en 1978).
Teniendo en cuenta el carácter rural, su reducidísima población y el prácticamente nulo comercio e industria, su correspondencia era escasísima.
A ello debemos sumar la incomunicación durante las largas estaciones invernales de una buena parte de la zona. Respecto a este punto una anécdota poco conocida: los carteros peatones solían recorrer las zonas nevadas ayudados por raquetas, que impedían que sus pies se hundieran en la nieve. Allá por el año 1924 al cartero de Soldeu se le ocurrió copiar el sistema que utilizaban en el pueblo francés de Porta, a donde acudía semanalmente a recoger parte del correo. Se trataba de unas largas tablas de madera que se ataban con correas a los pies. La sorpresa entre sus conciudadanos fue mayúscula, pero pronto sus compañeros le imitaron para lograr una mayor agilidad y rapidez en sus desplazamientos.
Semejante innovación supuso la llegada del esquí a Andorra. Cinco años después, en 1929, se organizaba la primera competición, la travesía entre Soldeu y el Pas de la Casa. Un par de años más (1931) y en Inclés se inauguraba una primera pista de esquí. En 1932 se fundaba el Esquí Club Andorra que en 1945 tenía ya 50 socios y pasó a llamarse Esquí Club Envalira. Hoy el turismo invernal y las prácticas deportivas de nieve, de las que el esquí es la más importante, son uno de los puntales de la economía del Principado. Gracias a un cartero que, deseoso de prestar con más diligencia su trabajo, introdujo unos esquís en 1924.
Salvando este curioso paréntesis, concluyamos el tema que nos atañe. Sólo el conocimiento de la historia postal de Andorra, su contexto social y su aislamiento geográfico nos permiten comprender la extrema rareza de sus cartas que, con anterioridad a 1900, las convierten, en muchos casos, en piezas de museo.
La que hoy comentamos, si por la marca no debiera tener mayor trascendencia, la historia postal nos dice que es una pieza excepcional: la única carta franqueada en el período filatélico(1). Por eso las marcas postales y los matasellos no pueden valorarse si no es a la luz de la historia postal.
(1) Se tiene referencia de una carta certificada (y por consiguiente franqueada en origen) pero no conocemos a nadie que pueda dar constancia de su existencia en la actualidad.