2006, Fue noticia — 31 de julio de 2006

El timo de la estampilla

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Los ex gestores de Afinsa presentan un plan sin quita:


No es un error. Como existe el timo de la estampita, se da el timo de la estampilla, el  timo del sello. De él se han valido empresas regidas por desaprensivos durante muchos años; pero ninguna había alcanzado las colosales dimensiones de Fórum y Afinsa. Ayer se anunciaba la presentación de un plan de viabilidad para Afinsa presentado por los ex gestores de la empresa al juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz. Se trata de una nueva estrategia de huída hacia delante disfrazando lo que en realidad ha sido una estafa, un verdadero timo. Ahora los cantos de sirena nos llevan a especular sobre un futuro en el que esperan aumentar el número de clientes entre los años 2008 y 2011 y ampliar el campo de las actividades mercantiles a otros sectores que les permita cubrir las pérdidas que ofrecerá la denominada inversión filatélica. Cuentos de hadas para no tener que afrontar la raíz de la cuestión: que la inversión filatélica, tal como se había desarrollado, era una estafa. Respecto a los términos “estafa” y “timo”, aparte de su acepción jurídica, en la que no entraré porque es el campo en el que deben ser los jueces quienes dicten sentencia, me referiré a lo que todo español entiende por el uso de una lengua regulada por la Real Academia. Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que “estafar” es “pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños, y con ánimo de no pagar”. Y por su parte “timar” significa engañar a alguien con promesas o esperanzas. Veamos por qué, desde el principio, el negocio de Fórum y Afinsa eran una estafa y un timo: un negocio piramidal de imposible cumplimiento a largo plazo. – Pedir o sacar dinero o cosas Es evidente que en el caso que nos ocupa lo que Afinsa y Forum sacaban a sus clientes era dinero: sus ahorros. – Con artificios o engañosLos artificios o engaños utilizados eran todo un esquema urdido para aparentar una estructura que en realidad era falsa por varios motivos:

  1. Los sellos, en el mercado, ni tienen ni tenían el valor por el que ellos los vendían. En ocasiones, si los catálogos no reflejaban el nivel de precios que a ellos les interesaban elaboraban sus propios precios, editaban sus propios catálogos o llegaban a acuerdos con otros editores.
  2. La evolución de los precios en el mercado no seguían la línea ascendente continua como ellos aseguraban para la filatelia con carácter general.
  3. Los “expertos” que teóricamente seleccionaban el tipo de sellos apropiados para esas inversiones no existían o, cuando menos, son desconocidos en medios especializados filatélicos. En todo caso nadie ha visto nunca estudios de esa naturaleza y a los proveedores de Afinsa, por ejemplo, no se les hacían pedidos de unos sellos específicos que pudieran suponer una buena inversión, sino que se demandaban sellos que en el mercado tuvieran un valor escaso o nulo y que en algún catálogo estuvieran altamente cotizados.
  4. Para calcular las revalorizaciones del material filatélico, no se imputaban los costes reales (precio de coste, gastos de administración, gastos de publicidad y propaganda –enormes en una empresa que vendía por la imagen-, ni los costes de comercialización –las comisiones de los comerciales podían suponer hasta el 30%-. En todos los ejemplos sobre revalorizaciones de sellos, en su publicidad ignoraban las diferencias entre precio de compra y precio de venta, por los que los costes de comercialización, altos en este mercado, pasaban a engrosar las supuestas plusvalías.
  5. Se ocultaba la realidad de que el negocio era de naturaleza piramidal por cuanto los sellos en los que se suponían habían invertido los clientes no se ponían a la venta y con su fruto se pagaban las cantidades comprometidas sino que esas cantidades se pagaban con cargo a los ingresos obtenidos de nuevos inversores

– Con ánimo de no pagarSabiendo todo lo anterior. Sabiendo que no era factible obtener beneficios con la inversión hecha en sellos, es evidente que sabían que tarde o temprano habían de tener que dejar de pagar. Si el negocio era imposible, en su ánimo estaba que, finalmente, cuando la espiral se extinguiera, dejarían de cumplir sus compromisos de pago, aunque durante años pudieran cubrir las carencias con aportaciones de nuevos inversores.

Los damnificados por Afinsa y Fórum Filatélico manifestándose en Madrid el 24 de junio pasado

– Engañar a alguien con promesas o esperanzas Adquirían en el mercado material a un 10% del valor al que lo vendían. A sus clientes les aseguraban que obtendrían un rendimiento del 6% (en otros momentos los intereses prometidos eran muy superiores) y dado que la mayor parte de los contratos se firmaban a un año (un año y un día para ser exactos) era preciso que: El sello que se compraba en el mercado por 1.000€ y ellos adjudicaban al inversor en 10.000 había de pasar a valer como mínimo, al cabo de un año, 10.600 (6% compromiso de recompra con un 6% de beneficio). Pero a esa cantidad hay que sumarle los costes de administración, los costes de publicidad y propaganda, y los costes de comercialización (que en conjunto podemos estimar en 4.400€ ya que sólo el comercial que lo vendía cobraba un comisión del 30%). Total que debía valer 15.000€ para cumplir todos los compromisos. ¿Es posible que haya alguien que crea que existe bien alguno, por excelente que sea, que pueda revalorizarse en un año de 1.000 a 15.000€? Pueden Vds. matizar las variables cuanto quieran, los resultados siempre saldrán imposibles de cumplir. He aquí señores en qué consiste el timo de la estampilla, tan burdo y grosero como el timo de la estampita, pero en los que caen de patitas los ingenuos y los que se pasan de listos. NO NOS ANDEMOS POR LAS RAMASEstamos asistiendo, a través de la prensa y de diversos foros de Internet a la filtración de datos, informes a veces manipulados, documentos transcritos parcialmente e intencionadamente tergiversados, a dudas e interrogantes sobre las actuaciones de los interventores etc. Todo un maremagnum de datos, cuestiones e interpretaciones que sólo impiden ver el corazón del problema, el meollo de la cuestión. El plan de viabilidad de Afinsa se entronca en este delirio de informaciones que pretende presentarnos el espejismo de un futuro esperanzador ignorando que, mientras no me demuestren lo contrario, estamos ante una estafa de dimensiones mayúsculas. Si alguien desea razonar lo contrario, con mucho gusto debatiré el tema e incluso me ofrezco a rectificar si mis opiniones de demuestran equivocadas. Sin embargo resulta elocuente que los gestores de esas empresas no quieran entrar a defenderse de tan graves acusaciones. Si, de verdad creen que son falsas, que las rebatan. En caso contrario, que callen esas voces que sólo se levantan para crear confusión, estimular la confrontación, alentar falsas esperanzas entre los afectados y dar un irreal margen de defensa a los presuntos estafadores.


Nota: Un resumen de este artículo ha sido publicado en El Economista (26.julio.2006)