Buceando..., Fruslerías — 15 de diciembre de 2013

La primera carta de Asia certificada con sellos

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TESOROS DE LA FILATELIA ESPAÑOLA

 

Buceando en la Historia de la Filatelia 023

Publicado en Revista de Filatelia (abril 2001)

 

El pasado día 15 de marzo de marzo tuve la oportunidad de asistir a una conferencia que pronunciaba Antonio Cuesta sobre su colección de Filipinas en el Museo Postal de Madrid, dentro de un ciclo de charlas que están organizadas con la colaboración de SOFIMA. Los que no vivimos en la capital seguramente valoramos con más generosidad este tipo de actos porque pocas veces tenemos la posibilidad de acudir a ellos.

De las muchas cosas interesantes que pudimos ver y oir los pocos privilegiados que asistimos, quiero, ahora, referirme a una carta que me llamó particularmente la atención entre las joyas que conforman la que hay que considerar como la más completa y selecta colección de Filipinas jamás formada.

La pieza en cuestión es la carta que reproducimos fechada en Manila el 20 de febrero de 1856 y circulada por correo certificado a Nueva Cáceres.

Fig 1-23

El primer sello de correos de Asia es debido a la iniciativa del Comisionado inglés para la provincia de Sind. La provincia de Sind estaba situada en lo que entonces era la India Inglesa cuyo territorio pertenece actualmente, en su mayor parte, a Pakistán incluyendo la capital Karachi. Esa primera emisión filatélica apareció a la venta el 1 de julio de 1852 y está formada por un único valor que se imprimió en papel blanco, azul y rojo. El valor facial era de ½ anna y cubría la tarifa para el interior del territorio, se trata por consiguiente de una emisión local que sería sustituida en 1854 por una emisión de cuatro valores para el franqueo de la correspondencia con validez para todos los territorios que gestionaba la East India Company. Transcurrido hoy cerca de un siglo y medio, sólo se han podido conservar dos cartas con aquellos primeros sellos.

FILIPINAS LA ADELANTADA DE ASIA EN EL USO DE SELLOS DE CORREOS.

En 1847 hubo un primer intento de emisión de sellos en Filipinas. Algún autor ha afirmado haberlos visto circulados en carta. Se trata de algo que, hoy por hoy, no se sostiene con ningún hecho contrastable, por lo que no podemos darle ningún crédito. Si ello fuera realmente cierto, estaríamos, con diferencia, ante el primer sello de correos de Asia y uno de los primeros del mundo.

Pero vayamos a hechos que no admiten duda. La primera emisión de sellos de correos de Filipinas, los famosos “cabezotas” que se pusieron en circulación el 1 de febrero de 1854, está formada por seis valores según nos contaba Antonio Cuesta y no por cuatro como reflejan los catálogos que consideran el 10 cuartos rosa y el 1 real gris como variedades. Los primeros sellos emitidos fueron el 5 cuartos naranja, el 10 cuartos rosa, el 1 real gris y el 2 reales verde. Posteriormente se pondrían en circulación los de 10 cuartos carmín y 1 real azul puesto que se consideraron poco adecuados los de colores rosa y gris al estimarse como demasiado pálidos. No es, como en el caso de Sind, una emisión de ámbito local, sino que se trrata de una serie general y fruto de la iniciativa de la organización postal; se trata de una emisión completa válida para la correspondencia interior y exterior del archipiélago y con un sello especialmente destinado a cubrir la tarifa del certificado. Es por ello que como emisión general podemos considerarla la primera del continente asiático.

No se conserva del período prefilatélico ninguna carta certificada, por lo que la que comentamos, además de ser la primera de todo el continente certificada con sellos, se trata del certificado más antiguo que existe de Filipinas.

La carta tenía un peso inferior a ½ onza (poco más de 14 gramos) como demuestra que se franqueara con un solo sello de 5 cuartos y se le puso otro de 2 reales para pagar la sobretasa del certificado. Es tal la rareza de esta pieza que no se conserva ningún otro certificado de esa emisión.

La tarifa para el correo al exterior del archipilélago era, sin embargo, muchísimo más alta, así una carta a la península debía franquearse con 8 reales de plata (es decir 160 cuartos) si su peso no superaba los 5 adarmes (menos de 9 gramos). Para el peso de una carta de ½ onza (menos de 15 gramos) que hemos dicho era considerada como sencilla en la tarifa de correo interior con un coste de 5 cuartos, su franqueo a la península subía hasta los 15 reales (300 cuartos). Para la correspondencia salida por buque mercante, ya fuera español o extranjero, había que pagar, además, un real de plata (20 cuartos) por pìeza, con independencia de su peso, para su capitán. Por lo tanto una carta sencilla de ½ onza que necesitaba un sello de 5 cuartos para circular en el interior del archipiélago, precisaba un franqueo 60 veces superior si iba destinada a la península.

La Historia Postal de Filipinas es la gran ignorada por la Filatelia Española. En gran parte debido a su extraordinaria rareza. Digamos a tal fin, como ejemplo, que jamás ningún coleccionista, hasta los momentos presentes, había logrado reunir todos los valores de la primera emisión en carta, ni siquiera colecciones que han merecido el más preciado galardón en una exposición mundial de filatelia. Pero seguramente otra razón de peso que ha derivado en ese olvido sea la gran vocación española por Iberoamérica. Muy posiblemente hemos dedicado tanta atención a América que hemos dejado a un lado las gestas realizadas en el Pacífico colonizando unas Islas a las que el Galeón de Manila tardaba alrededor de tres meses en el viaje desde el puerto de Acapulco, en México, y unos cuatro en regresar. Un viaje en el que perecían gran parte de los pasajeros fruto de la falta de salubridad, alimentos y la terrible dureza del trayecto.

LA EXTRAORDINARIA RAREZA DE LA PREFILATELIA DE FILIPINAS

Al referirnos al Galeón de Manila, también llamado la Nao de la China recordemos que se trataba del navío que unía la costa del Pacífico de México con Filipinas transportando mercancías y correspondencia una vez al año. Este servicio se estableció en 1571 y duró con carácter de monopolio hasta 1734, ya que estaba prohibido cualquier otro comercio entre Manila y los puertos de América. En 1734 se autorizaron otros buques; finalmente se estableció la libertad de comercio en 1781 al tiempo que se abría al uso la ruta directa por el Cabo de Buena Esperanza.

De cualquier forma, aunque se abrieran otras rutas al comercio, el correo de Filipinas, que dependía administrativamente de México hasta 1821, continuó teniendo como ruta oficial el Galeón de Manila.

El viaje del Galeón era toda una aventura a la que muchos no lograban sobrevivir. Según cuentan las crónicas eran numerosos los cadáveres que se debían arrojar por la borda en cada viaje. Los primeros intentos de regreso por el Pacífico hasta América fueron un fracaso. Tras el descubrimiento de las islas por Magallanes en 1521 lo intentaron Loaisa en 1525, Saavedra en 1527 y Ruy López de Villalobos en 1542. Sería Legazpi quien estableciera la soberanía española de Filipinas en 1565 al arribar a Leyte el 13 de febrero acompañado por el religioso agustino Urdaneta que si en ese viaje iba como cosmógrafo y monje, ya había acumulado una gran experienza desde que en 1525, con sólo 17 años se embarcara en la expedición de García Jofre de Loaisa en 1525, desgraciada expedición en la sucesivamente fueron muriendo todos los jefes, Loaisa, Elcano y Salazar. Mandó Legazpi a Urdaneta que volviera para descubrir la ruta de regreso a México o “tornaviaje”, el éxito le acompañó porque se desplazó al norte hasta la latitud del Japón con lo que evitaba los vientos alisios, luego viraba hacia el Este aprovechando los vientos del Oeste, que le llevaban hacia las costas de California para, finalmente, seguir hacia el sur por la costa americana hasta Acapulco. Esta vía daba un gran rodeo, pero era la más rápida y fue la que habría de utilizar el legendario Galeón de Manila. El viaje de Urdaneta lo iniciaron el 1 de junio 200 hombres y en Acalpulco entraban, cuatro meses y siete días después, el 8 de octubre, únicamente 18.

A lo largo de los 250 años que duró el transporte de la correspondencia por medio del Galeón de Manila se utilizaron 108 galeones, se conocieron toda clase de percances y naufragios, sin embargo, aunque tuvo frecuentes y largas interrupciones, siguió siendo el vehículo oficial de transporte de la correspondencia de España a través de Mexico.

No es de extrañar que nuestras manos puedan temblar de emoción cuando sostenemos en ellas una de las escasas cartas que conservamos. ¡Qué nos dirían, si pudieran hablar! ¡Que nos contarían de lo que vieron durante su transporte a través de los océanos Pacífico y Atlántico!