España, Historia Postal — 28 de abril de 2014

Sobreportes de guerra en la correspondencia de Cataluña, 1834-1841

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Apuntes sobre  incidencias en el precio de porte de las cartas durante la Primera Guerra Carlista.

Durante casi toda la primera mitad del siglo XIX, los portes de la correspondencia de diversas regiones españolas reflejaron importantes diferencias respecto a la tarifa oficial. Esto se debió principalmente a los conocidos como “sobreportes” locales, o recargos en el precio que los usuarios debían satisfacer por las cartas. Cataluña, Galicia, Murcia, Valencia o las cuatro provincias orientales de Andalucía (Almería, Granada, Málaga y Jaén) son los ejemplos más conocidos, cada uno por motivos diferentes.

En realidad este fenómeno no era nuevo puesto que tenía su origen en el siglo anterior. Al principio, dichos recargos tenían como fin sufragar los costes de reparto del correo en pueblos apartados de las vías principales. Posteriormente fueron introducidos otros nuevos para la financiación de carreteras (nacionales y provinciales) o contribuir a gastos de guerra. De todos ellos, solo el recargo por reparto tuvo un carácter realmente “postal” al destinarse su producto a un fin  relacionado directamente con la gestión de la Renta de Correos. Los destinados a carreteras no pueden considerarse como un fin postal, a pesar de la estrecha relación existente entre los ramos de Caminos y de Correos desde finales del siglo XVIII, que culminó con el recargo aprobado por Real Orden de 17  de noviembre de 1804 de un cuarto de vellón en las cartas de la Península y un real en las del extranjero e Indias. Este ha sido sin duda el más conocido aunque su ámbito de aplicación no fue local sino nacional.

El estudio de los sobreportes puede convertirse en un quebradero de cabeza para el coleccionista que no solo valora la rareza de las marcas postales de sus piezas, sino que busca un mayor conocimiento de las mismas interpretando correctamente el porte que aparece en las cubiertas.  Lamentablemente, en muchos casos la documentación oficial disponible es muy escasa, lo cual supone un obstáculo adicional.

De todas las regiones mencionadas, Cataluña fue una de las que presentó una mayor incidencia de sobreportes locales en su correspondencia. El momento más importante fue el periodo comprendido entre los años 1834-1841, coincidente en gran parte con la Primera Guerra Carlista (1833-1840). En ese tiempo, los portes de todas las cartas distribuidas en el Principado fueron recargados con el fin de financiar los cuantiosos gastos que produjo ese conflicto. En aquellas localidades que ya sufrían recargos para sufragar  los citados costes de reparto, los sobreportes de guerra se acumularon a los existentes incrementando de forma espectacular los costes de las cartas.

El objeto del presente artículo es aportar algo más de luz sobre lo sucedido en aquellos años. A continuación se da cuenta de forma breve del contexto histórico que rodeó aquel momento, para pasar después al análisis detallado del fenómeno.

1.     Contexto histórico y normativa postal en la España de la década de 1830.

Después de un turbulento reinado, iniciado de forma fallida en 1808 y retomado en 1814 tras la derrota de Napoleón, el rey Fernando VII falleció el 29 de septiembre de 1833 dejando un país dividido incluso en el seno de su propia familia. El infante Don Carlos, hermano del difunto, se negó a aceptar el testamento que hizo reina a la primogénita de Fernando, la pequeña princesa Isabel (Isabel II), bajo la regencia de la reina viuda María Cristina. El argumento esgrimido para ese rechazo fue la tradicional ley sálica que desde los tiempos de Felipe V había impedido el acceso al trono a las mujeres de la dinastía de Borbón.

El 6 de octubre de 1833, los partidarios del infante Don Carlos le proclamaron rey con el nombre de “Carlos V”, dando así inicio a la conocida como I Guerra Carlista (1833-1840). Los frentes más activos se desarrollaron en las provincias Vascongadas, Navarra, el norte de Castilla, Aragón, Cataluña y Valencia.

Finalmente, Don Carlos fue derrotado y abandonó España para siempre en septiembre de 1839, declarándose finalizada la guerra al año siguiente. No obstante y a pesar de su fallecimiento en 1845, el movimiento carlista mantuvo aún un fuerte vigor, dando lugar a dos nuevas intentonas que culminaron con su derrota definitiva en 1776.

En el momento en que estalló la guerra, las tarifas postales en vigor eran las establecidas por el Reglamento de 4 de septiembre de 1815, en el que todavía pervivían las demarcaciones definidas por el conde de Floridablanca en 1779. Se acompaña a continuación el cuadro de tarifa aplicable a la correspondencia que se distribuyese en la demarcación de “Cataluña y su Principado” (1), en el que las cartas sencillas circulantes entre sus estafetas pagaban “oficialmente” 6 cuartos, las que llegasen de Aragón y Valencia 7 cuartos,  y así hasta las más alejadas de Cádiz y África con un porte de 13 cuartos.

tabla 1

En el caso de las cartas llegadas de las provincias de Ultramar, la norma aplicable era el Reglamento de 16 de noviembre de 1807, reproducida en los Anales de Correos. Por su parte, el sistema monetario en vigor era el tradicional español, en el que el real de vellón se dividía en 34 maravedís y estos últimos eran agrupados en cuartos de vellón (1 cuarto de vellón = 4 maravedís; 1 real de vellón = 8 ½ cuartos). Al no estar todavía introducido el Sistema Métrico, el peso de las cartas se medía en onzas de 16 adarmes cada una (1 onza = 28,7558 gramos, 1 adarme = 1,7972 gramos).

2.     Los sobreportes habituales por distribución de correspondencia en las pequeñas localidades catalanas.

A propósito de las discordancias generadas por la aplicación de recargos en la correspondencia, el director general de Correos Javier de Quinto explicó  la situación catalana en su “Memoria razonada y Estadística de la Administración de Correos desde 14 de Agosto de 1843 hasta Enero de 1847” (2)  de la que se reproducen a continuación unas breves líneas con su ortografía original:

“…Estos sobreportes, que no aparecían consignados en las tarifas, y que en su mayor parte databan nada menos que de la época en que se estableció el segundo correo semanal, no eran por cierto insignificantes: en muchos pueblos importaban un cuarto y en otros varios dos.

Lo cierto es que el Principado de Cataluña, que algun periódico citó en esta cuestion, no pagando mas que 6 cuartos por las cartas sencillas de dentro de su territorio con arreglo á tarifa, pagaba realmente mas en la mayor parte de sus pueblos por razon del sobreporte que sufrían. Los sobreportes que se pagaban en Cataluña eran de un cuarto, de un cuarto y medio, de dos cuartos y hasta de dos y medio. Todos los pueblos comprendidos en las cincuenta y tres Carterías de la demarcacion de Lérida, y todos los que corresponden á las sesenta y ocho de la de Barcelona, se hallaban sujetos á estos sobreportes, exceptuándose únicamente en todo el Principado los pueblos que se hallan situados sobre las líneas generales; es decir, que casi toda Cataluña pagaba por carta sencilla bastante mas de los seis cuartos que designan las tarifas de 1815…”

En consecuencia, es frecuente encontrar marcas de portes diferentes a los fijados por las tarifas   establecidas, tanto en las cartas circuladas dentro de Cataluña como en las procedentes del resto de España, Ultramar e incluso del extranjero. Sirvan como ejemplo los conocidos sobreportes de 1 cuarto en pueblos como Calaf  y Altafulla, de 1 ½ cuartos en Agramunt y Berga, o de 2 ½ cuartos en Puigcerdá, Pobla de Segur, Falset así como en las localidades costeras de La Bisbal, Lloret de Mar, Malgrat de Mar, Pineda de Mar o San Feliú de Guixols. Por el contrario, las cartas de ciudades más grandes como Barcelona, Figueras, Gerona, Lérida, Reus, Tarragona, Tortosa o Vich, no fueron tasadas con este recargo “por reparto”.

Fig. 1 Carta fechada el 4 de agosto de 1821, circulada de Barcelona a Agramunt. Porte de 7 ½ cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado y 1 ½ cuartos de sobreporte local por reparto de correspondencia. Colección Manuel Benavente

Carta fechada el 4 de agosto de 1821, circulada de Barcelona a Agramunt. Porte de 7 ½ cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado y 1 ½ cuartos de sobreporte local por reparto de correspondencia. Colección Manuel Benavente

Carta dirigida de Barcelona a Puigcerdá (provincia de Barcelona), fechada el 3 de enero de 1832. Porte de 8 ½ cuartos,  6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado y 2 ½ cuartos de sobreporte local por reparto de correspondencia. Colección del autor.

Carta dirigida de Barcelona a Puigcerdá (provincia de Barcelona), fechada el 3 de enero de 1832. Porte de 8 ½ cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulada entre estafetas de Cataluña y su Principado y 2 ½ cuartos de sobreporte local por reparto de correspondencia. Colección del autor.

 3.     El primer recargo de guerra aplicado en Cataluña (1834-1835).

Tras el levantamiento inicial de los partidarios de Don Carlos, la insurrección se extendió con rapidez por numerosos puntos del país. A principios de 1834 el gobierno se vio obligado a poner en práctica medidas excepcionales, entre ellas la formación de compañías de seguridad a cargo de ex oficiales del ejército (Gaceta de Madrid de 25 de marzo), autorizando a los mandos militares a financiarlas imponiendo los arbitrios que fueran necesarios.

En Cataluña, su capitán general Manuel Llauder creó el día 22 una junta consultiva de personalidades -entre los que como era preceptivo se encontraba el subdelegado de Fomento – con el fin de tomar las medidas necesarias para la financiación de las compañías provinciales de seguridad. Días después, en sesión mantenida el 28 de abril (3) en el palacio de gobierno de Barcelona, la junta propuso una lista de impuestos sobre diferentes bienes y mercancías que fue aprobada de inmediato por el capitán general, entre los se encontraba el “recargo de 4 maravedís por cada una de las cartas en todas las estafetas de Cataluña…”. Los primeros sobreportes de un cuarto de vellón (4 maravedís) son visibles en las cartas distribuidas desde el mes de mayo de 1834, continuando durante todo 1835.

Carta fechada el 2 de junio de 1834, dirigida de Palma de Mallorca a Barcelona. Porte de 9 cuartos, 8 cuartos por el porte de la carta sencilla de Mallorca en Cataluña y su Principado y 1 cuarto de sobreporte de guerra ordenado por el capitán general Manuel Llauder. Colección del autor.

Carta fechada el 2 de junio de 1834, dirigida de Palma de Mallorca a Barcelona. Porte de 9 cuartos, 8 cuartos por el porte de la carta sencilla de Mallorca en Cataluña y su Principado y 1 cuarto de sobreporte de guerra ordenado por el capitán general Manuel Llauder. Colección del autor.

Carta fechada el 21 de noviembre de 1834, circulada de Barcelona a Pineda de Mar. Porte total de 9 ½ cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado, 1 cuarto de sobreporte de guerra ordenado por el capitán general Manuel Llauder y 2 ½ cuartos de recargo habitual en Pineda de Mar por reparto de correspondencia. Los sobreportes de reparto en las pequeñas localidades catalanas convivieron con los sobreportes de guerra, acumulándose ambos a los portes fijados por la tarifa del Reglamento de 15 de agosto de 1815. Colección José Luis Guzmán.

Carta fechada el 21 de noviembre de 1834, circulada de Barcelona a Pineda de Mar. Porte total de 9 ½ cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado, 1 cuarto de sobreporte de guerra ordenado por el capitán general Manuel Llauder y 2 ½ cuartos de recargo habitual en Pineda de Mar por reparto de correspondencia. Los sobreportes de reparto en las pequeñas localidades catalanas convivieron con los sobreportes de guerra, acumulándose ambos a los portes fijados por la tarifa del Reglamento de 15 de agosto de 1815. Colección José Luis Guzmán.

El recargo del capitán general Llauder dejó de aplicarse en enero de 1836, sin que conste su anuncio en la prensa de la época, porteándose de nuevo con normalidad -salvo en lo que se refiere a los habituales recargos locales por reparto- de acuerdo a la tarifa del Reglamento de 4 de septiembre de 1815.

  1. Los recargos de guerra entre los años 1837 y 1841.

Tras un año y medio sin alteraciones, a partir de la segunda mitad de 1837 los sobreportes de guerra volvieron a aparecer. Las ediciones del 14 de junio de 1837 de “Diario de Barcelona” y “El Guardia Nacional”,  publicaron una nota firmada por el administrador de la oficina principal de Correos de Barcelona en la que se informó del establecimiento -por Real Orden de fecha 27 de mayo- del sobreporte de un cuarto en todas las cartas del Principado desde el día 15 de junio.

Carta fechada el 9 de febrero de 1838 circulada de Barcelona a Tarragona. Porte de 7 cuartos, 6 cuartos  por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado y 1 cuarto de sobreporte fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837. Colección del autor.

Carta fechada el 9 de febrero de 1838 circulada de Barcelona a Tarragona. Porte de 7 cuartos, 6 cuartos por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado y 1 cuarto de sobreporte fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837. Colección del autor. 

Al año siguiente, los mismos periódicos volvieron a publicar en sus ediciones del 27 de marzo otra nota fechada el día anterior, dando cuenta de un nuevo aumento ordenado por el capitán general de Cataluña para cubrir las necesidades de guerra que en aquel momento alcanzaba su apogeo. El capitán general impulsor del arbitrio era Ramón de Meer y Kindelán, barón de Meer, por lo que este segundo sobreporte fue conocido popularmente como “del barón de Meer”. Su imposición no supuso la derogación del impuesto por Real Orden de 27 de mayo de 1837, sino que se añadió al primero, pudiéndose ver cartas con recargos de guerra de dos cuartos durante los años 1838, 1839 y hasta el mes de septiembre de 1840 inclusive.

En consecuencia, en ciudades como Barcelona, Tarragona o Vich, donde no existían recargos locales por reparto, las cartas del interior de Cataluña llegaron a portearse hasta por 8 cuartos. En el caso de los pueblos donde ya existían recargos locales, los sobreportes de guerra se acumularon a los anteriores. Todo ello dio lugar a portes desorbitados, como por ejemplo en aquellos pueblos cuyos recargos locales habituales eran 2 ½ cuartos, lo que sumado a los 2 cuartos de guerra supuso que una carta sencilla remitida desde cualquier otra estafeta de Cataluña pagase nada menos que 10½ cuartos entre el 27 de marzo de 1838 y el final de septiembre de 1840.

Carta fechada el 18 de diciembre de 1838, circulada de Reus a Vich. Porte de 8 cuartos, 6 cuartos por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado y 2 cuartos de sobreporte (1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837 y 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838).  Colección del autor.

Carta fechada el 18 de diciembre de 1838, circulada de Reus a Vich. Porte de 8 cuartos, 6 cuartos por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado y 2 cuartos de sobreporte (1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837 y 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838). Colección del autor.

Carta fechada el  3 de abril de 1838, circulada de Barcelona a Puigcerdá. Porte de 10 ½ cuartos: 6 por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado;  sobreportes de  1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837, 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838 y 2 ½ cuartos de recargo local por reparto de correspondencia en Puigcerdá. Colección del autor.

Carta fechada el 3 de abril de 1838, circulada de Barcelona a Puigcerdá. Porte de 10 ½ cuartos: 6 por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado; sobreportes de 1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837, 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838 y 2 ½ cuartos de recargo local por reparto de correspondencia en Puigcerdá. Colección del autor.

 

 Carta fechada el 1 de junio de 1838, circulada de Santiago de Cuba a Barcelona. Porte de 5 reales de vellón, tarifa para las cartas sencillas que llegaran de las Islas de Barlovento a la Península según el Reglamento de 16 de noviembre de 1807. Marca “8 ms” de 8 maravedís (2 cuartos) de sobreporte (1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837 y 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838)  Colección del autor


Carta fechada el 1 de junio de 1838, circulada de Santiago de Cuba a Barcelona. Porte de 5 reales de vellón, tarifa para las cartas sencillas que llegaran de las Islas de Barlovento a la Península según el Reglamento de 16 de noviembre de 1807. Marca “8 ms” de 8 maravedís (2 cuartos) de sobreporte (1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837 y 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838) Colección del autor

Carta fechada el  13 de octubre de 1839, circulada de Barcelona a Malgrat de Mar. Porte de 10 ½ cuartos: 6 por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado;  sobreportes de  1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837, 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838 y 2 ½ cuartos de recargo local por reparto de correspondencia en Malgrat. Colección del autor.

Carta fechada el 13 de octubre de 1839, circulada de Barcelona a Malgrat de Mar. Porte de 10 ½ cuartos: 6 por carta sencilla entre estafetas de Cataluña y su Principado; sobreportes de 1 cuarto por Real Orden de 27 de mayo de 1837, 1 cuarto por Orden de 26 de marzo de 1838 y 2 ½ cuartos de recargo local por reparto de correspondencia en Malgrat. Colección del autor.

El sobreporte del barón de Meer desapareció en octubre de 1840, una vez terminada la guerra, sin que conste la publicación de ningún aviso específico en la prensa barcelonesa aunque coincidiendo con el anuncio del fin inminente (Diario de Barcelona del 9 de septiembre) de diversos arbitrios destinados a obras de defensa en pueblos de esa provincia. Desde entonces y durante el año 1841, el análisis de las cartas catalanas muestra que el recargo  aplicado fue solo un cuarto, correspondiente al fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837.

Carta circulada de Barcelona a Vich, fechada el 24 de octubre de 1841. Porte de 7 cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado y 1 cuarto de sobreporte fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837. Colección del autor.

Carta circulada de Barcelona a Vich, fechada el 24 de octubre de 1841. Porte de 7 cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado y 1 cuarto de sobreporte fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837. Colección del autor.

Carta fechada el 30 de mayo de 1841, circulada entre las localidades gerundenses de Figueras y Lloret de Mar. Porte de 9 ½ cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado,  1 cuarto de sobreporte fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837 y 2 ½ cuartos de recargo local por reparto de correspondencia en Lloret. Colección del autor.

Carta fechada el 30 de mayo de 1841, circulada entre las localidades gerundenses de Figueras y Lloret de Mar. Porte de 9 ½ cuartos, 6 cuartos por carta sencilla circulante entre estafetas de Cataluña y su Principado, 1 cuarto de sobreporte fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837 y 2 ½ cuartos de recargo local por reparto de correspondencia en Lloret. Colección del autor.

El sobreporte fijado por la Real Orden de 27 de mayo de 1837 continuó en vigor hasta el 28 de diciembre de 1841 en que fue suprimido. Así quedó reflejado en la nota del administrador principal de la oficina de Barcelona de fecha 28 de diciembre,  publicada en “Diario de Barcelona” y “El Constitucional” el 29 de diciembre.

Los sobreportes aplicados en las cartas de Cataluña durante el periodo 1834-1841 se resumen así:

SOBREPORTES DE GUERRA APLICADOS A LAS CARTAS DE CATALUÑA 1834-1841.
Exceptuados los derivados de los costes de servicios de reparto en pequeñas localidades.

tabla 2 

  1. Algunas consideraciones sobre la imposición de los sobreportes de guerra en Cataluña.

Cuando un aficionado a la Historia Postal se enfrenta por primera vez con una carta de la primera mitad del siglo XIX, circulada en el interior de su demarcación postal y en la que el porte marcado en su cubierta es de 9 ½ o 10 ½ cuartos, lo último que piensa es que pueda tratarse de una carta sencilla. Una postura lógica cuando se analizan piezas de una época en la que las cartas sencillas devengaban portes de 5 o 6 cuartos según la tarifa oficial.

Y cuando tras sopesar todos los datos disponibles, la conclusión es que SI puede tratarse de una carta sencilla, la reacción en los primeros momentos vuelve a ser: “no es posible, tiene que ser una carta del segundo porte con cualquier otro aditamento…” algo también bastante comprensible. Sin embargo, las dudas se disipan cuando la teoría se combina con el análisis de un numeroso grupo de cartas que confirman las primeras conclusiones.

Se adjunta a continuación dicho análisis con una significativa muestra de sesenta cartas distribuidas en Cataluña entre los años 1821 y 1842,  con origen en Cataluña, resto de España peninsular, provincia de Cuba y extranjero, siendo su punto de DESTINO tanto poblaciones con recargos locales por reparto de correspondencia como otras donde dichos recargos no existían. Para el primer caso se han seleccionado cartas dirigidas a Lloret de Mar, Malgrat de Mar,  Pineda de Mar, Puigcerdá y San Feliú de Guixols. Para el segundo se incluyen cartas para Barcelona, Tarragona y Vich. El lapso de tiempo escogido es lo suficientemente amplio para ver la evolución de los portes devengados en cada uno de esos destinos.

 ANÁLISIS PORTEOS CATALANES

Si se observa con detalle el cuadro, se aprecia claramente que los portes más altos en cualquiera de las poblaciones se produjeron en fechas coincidentes con la vigencia de los sobreportes de guerra y solo en esas, las cuales se identifican con las zonas coloreadas. El caso más extremo tuvo lugar  entre el 27 de marzo de 1838 y el final de septiembre de 1840, que aparecen resaltadas en color amarillo.

Sin embargo y a pesar de la frialdad de los datos, sigue rondando en la mente una duda sustancial. ¿Cómo es posible que pudiera aceptarse por la población un alza de este calibre en los precios de la correspondencia? La explicación no puede encontrarse utilizando criterios actuales sino que requiere una previa “puesta en situación”. Hay que entender las circunstancias concretas en las que los dos sobreportes de guerra fueron impuestos: una coyuntura bélica de excepcional gravedad con un trono en juego; movilización general con un frente bélico muy activo y cambiante; un férreo control de las autoridades y la necesidad urgente para las arcas públicas de financiar los gastos que la guerra ocasionaba, que no solo contempló el aumento del precio del correo sino muchas otras tasas sobre bienes o servicios.

Ante una situación así, cualquier sufrido contribuyente disponía de pocos recursos para la protesta, sin otra opción que aceptar la situación con la mayor resignación… a la espera de tiempos mejores.

Aún habría en lugar en 1843 para un último sobreporte aplicado durante unos meses únicamente en la ciudad de Barcelona, coincidente con los momentos revolucionarios que se vivieron con la caída del gobierno del general Espartero, por entonces regente del Reino. No obstante, esta práctica quedó oficialmente suprimida en España con la reforma postal de 1845 que impuso la tarifa única en la Península y Baleares, con una última secuela entre los años 1848 y 1854 en que volvería a cobrarse -de nuevo en Cataluña- un sobreporte por carta de seis maravedís destinado esta vez a sufragar la construcción de carreteras generales en ese territorio.

 

NOTAS:
(1)    Cabanes, Francisco Javier de. Guía General de Correos, Postas y Caminos del Reino de España. Imprenta de D. Miguel de Burgos, Madrid 1830.
(2)    Quinto, Javier de. Memoria razonada y Estadística de la Administración de Correos desde 14 de Agosto de 1843 hasta Enero de 1847, págs. 66-67. Imprenta Nacional, Madrid 1847. Biblioteca Nacional de España, Madrid, signatura 3-14963.
(3)    Llauder, Manuel. Memorias documentadas del teniente general Manuel Llauder. Imprenta de Don Ignacio Boix, Madrid 1844.

AGRADECIMIENTOS:
A Manuel Benavente y José Luis Guzmán por su ayuda y siempre acertados comentarios.