Fruslerías, Otras zarandajas — 30 de octubre de 2001

Valentines

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En cuestiones de estética epistolar no podemos asegurar que España sea un modelo de elegancia a tener en cuenta.

Por ejemplo, si prestamos atención a los matasellos utilizados por el correo español en épocas antiguas, veremos cómo lucen unos manchones infames, o por el contrario, cómo las anulaciones de los sellos de franqueo son unas cosas de color gris blanquecino tenue con apariencia circular conteniendo indeterminadas letras y números; eso cuando la mancha inutilizadora no es toda ella un borrón negruzco, aplastado y deslavazado.

fig. 1

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Este problema ya fue denunciado por el Dr. Thebussem allá por la década de los 70, pero ¡del siglo XIX!. Y durante el siglo y cuarto siguiente, la cuestión ha continuado como era de prever: las manchas escandalosas o los dibujos ilegibles han seguido la misma norma imperturbable. Puede que con la implantación del matasellado mecánico se ganara en uniformidad. Es decir, si uno salía endeble, los miles que le seguían eran de igual endeblez con una malévola tendencia a serlo cada vez más. Lo contrario, pues lo mismo.

Pero no es motivo de este artículo criticar la ancestral incuria de los manipuladores del correo. Más bien quiero hablar sobre el aspecto del continente epistolar en sí mismo: quiero hablar de la estética original de los sobres de las misivas.

 

fig. 2                            fig. 3

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Existieron, allende los mares y los pirineos, unos sobres ilustrados, o decorados, con grabados en seco de diseños florales, cenefas o similares que aparecen en el mismo color blanco hueso del papel o, en algunos casos, coloreados a mano a la aguada o acuarela. A los especialmente ilustrados con motivos románticos se les denomina ‘valentines’, si bien yo, con absoluta desfachatez, me permito la licencia de usar esta expresión para englobar a todo el conjunto de sobres que destacan por sus artísticas decoraciones.

Estas cartas eran utilizadas mayoritariamente por ciudadanos que, disfrutando de una holgada posición económica, evidenciaban de este modo su elevado ‘status’ social. Tales piezas merecen hoy día el favor de muchos coleccionistas especializados en esta curiosa variante de la Historia Postal.

Por nuestros lares, pocos pueden afirmar haber visto ‘valentines’, o similares, circulados en España. Son tan raros, que sólo puedo mostrar cinco piezas halladas en España, tres acarreadas por el correo o mensajero y dos en estado nuevo. Con ello ofrezco una primicia de difícil continuidad y aunque es evidente que deben existir más, opino debe ser en cantidades mínimas.

 

fig. 4                                        fig. 5 

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Las Figs. 1 a 4 corresponden a los sobres nuevos. El primero es un primor de grabados tanto en el anverso, ocupado en su totalidad, como en el dorso. Quizá el artista llegó a entusiasmarse tanto con su obra que olvidó dejar espacio para escribir la dirección; gracias a esta circunstancia pasional, ha llegado inmaculado a nuestros días. No puedo ofrecer más información. El segundo, más sobrio, parece haber sido diseñado con posterioridad a 1870 y su grabado dorado está presente solamente en el anverso.

 

fig. 6                                                                        fig. 7 

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El sobre circulado más antiguo, Figs. 5 a 8, está fechado en Aranjuez el 26 de Abril de 1852. Va dirigido a la ‘Reina María Cristina'(*) y su remitente es Francisco Antonio, su hermano. El anverso y el dorso están ilustrados con estilo similar, dibujado el primero con diferentes motivos coloreados en un entorno floral y de rosetas mostrando un escenario zoológico (pajaritos, monos, ánades y un can lebrero) y el reverso es similar pero sin la presencia del reino animal, todo ello dominado por un ‘entourage’ predominantemente azulado. La primera hoja de la carta está recuadrada con una línea, curvada en esquinas y centro, del mismo tono azul y enmarcada por un repujado en seco simulando una puntilla.

 

fig. 8               fig. 9 

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El segundo, Figs. 9 y 10, está fechado en Madrid el 13 de Junio de 1854 y su decoración es una cinta con cenefa en relieve, encuadrando el frente rectangular, sin adición de color alguno. No hay relieve ni decoración en el reverso.

 

fig. 10

fig. 11

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El tercero, Figs. 11 y 12, no tiene fechador de origen, pero en el reverso hay el de tránsito por Tamarite el 18 de Marzo de 1862. Igual que en el sobre de Aranjuez, las ilustraciones se hallan en ambas caras, siendo algo menos espectacular en éste pero también tiene el dibujo realizado con gran delicadeza.

 

 fig. 12                                                                        fig. 13

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Éstas son las únicas muestras de sobres ‘valentines’ (¿disculpada la licencia?) que han llegado a mis manos procedentes de España durante los últimos treinta y cinco años. La cifra es tan ridícula que imposibilita la creación de un área específica de coleccionismo. No obstante, creo que la curiosidad del tema ha merecido que haya dedicado parte de mi tiempo en la elaboración de este texto, y creo merecerá también el de los lectores esforzándose en la comprensión del mensaje que pretendo transmitir.

Si éste resulta críptico o fútil para alguien, ‘mea culpa’ y absoluciones me sean dadas.

Hasta otra.

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fig. 14

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(*) María Cristina de Borbón residía en Francia desde 1840 después de haber sido Reina Regente entre los años 1833 y 1840. Regresó a España en 1864, pero es posible que en ese intervalo efectuara algún viaje a Madrid o algún Real Sito. El título de Reina que leemos en el frente de la misiva se supone es una deferencia de su hermano Francisco Antonio.